miércoles, 29 de febrero de 2012

La muerte de Napoleón Bonaparte: ¿Asesinato bien organizado para que pasara desapercibida a los ojos del mundo?

En la isla de Santa Elena, Napoleón Bonaparte fallece a los 51 años de edad el día 5 de mayo de 1821. Pero... ¿fue su muerte, natural? ¿o se trató de un asesinato bien organizado para darle una muerte lenta que pasara desapercibida a los ojos del mundo? ¿El arsénico que se ha descubierto en el análisis de sus restos fue suministrado por alguien o se lo tomó como medio para superar su depresión final?

Cada vez se están reuniendo más pruebas de que Napoleón fue, efectivamente, asesinado. La primera de ellas, fue la extraída de un mechón de cabellos del emperador, con el que el Laboratorio Forense del FBI en Washington y el Laboratorio de Investigación Nuclear de Londres han confirmado la presencia de restos de arsénico. Gracias al Departamento de Medicina Forense de Glasgow, además, se pudo determinar la proporción progresiva en que el arsénico entró en su cuerpo durante el mes anterior a su muerte.

Sin embargo, esa gran cantidad de arsénico en su cuerpo no indica a ciencia cierta que alguien se lo suministrara sin su consentimiento, pues en aquella época se usaba también, en pequeñas cantidades, como droga que daba una sensación irreal de superioridad y fuerza. En medicina, además, se tomaba arsénico contra los vómitos, contra el estreñimiento y contra la depresión.

No obstante, el propio Napoleón, en ninguno de sus escritos, hizo referencia a que tomara nada, y además, era público su rechazo a las drogas de la época. Incluso en el diario de de Louis de Marchand, su ayudante de cámara, se puedo leer que el 3 de mayo de 1821 se le administraron sin su conocimiento o aprobación diez gramos de calomel. Lo normal en la medicina de aquélla época era suministrar una dosis de un gramo, o, como mucho, dos gramos en casos extremos.

También se ha antojado misteriosa una petición expresa de Bonaparte en el que le indicaba a su médico que “luego de mi muerte, que presiento no muy lejana, quiero que abra mi cuerpo... Le recomiendo que lo observe todo cuidadosamente durante su examen”.

Partiendo, por lo tanto, de la base de que efectivamente Napoleón tenía arsénico en su cuerpo, y de que es improbable que lo tomara por su cuenta, lo que ha disparado el misterio de su muerte, es si detrás de todo, hubo una trama intencionada con el fin de deshacerse de él. Y es que muchos eran los interesados en que Napoleón no se recuperara.

La isla de Santa Elena se encuentra situada en el Atlántico Sur, a 1.930 km. de las costas africanas y a 3.500 de las costas de Brasil, en un lugar perdido e inhóspito. Una verdadera cárcel para un incómodo huésped. Una isla que vive permanentemente envuelta en la neblina; triste, desolada. Allí fue enviado el Emperador, y recluido, junto con todo su séquito. Permanentemente vigilado por un oficial inglés, Hudson Lowe, el emperador se sentía aislado, depresivo, y con continuos accesos de cólera.

Según los diarios de algunos que le acompañaban, poco a poco Bonaparte fue cayendo en la tristeza. El ambiente de la isla era tenso; por un lado, el oficial inglés, era implacable y duro; por el otro, su séquito que se había visto abocado a vivir desterrado allí por culpa de su señor. Sus mejores amigos lo fueron abandonando poco a poco. Los informes médicos señalaban el progresivo deterioro de su salud. Empezaron a aquejarle enfermedades como el cólera, o la hepatitis. Incluso alguno recomendó que lo sacaran de aquel ambiente inhóspito e insalubre, como hizo el médico irlandés O’Meary.

Napoleón estuvo incluso meses sin médico alguno que lo visitara y lo cuidara. Sin embargo, todos aquellos informes médicos eran alterados o se perdían, e incluso, uno de los médicos que lo trató, John Stokoe, fue llevado a un consejo de guerra por haberle diagnosticado una hepatitis crónica. Entre terribles dolores que él mismo contaba en sus cartas... “un cuchillo clavado que alguien se complace en remover”... Napoleón fue acercándose a su fin.

La autopsia que se practicó al cadáver, por el galeno Antommarchi (su último médico) se decantó como motivo de la muerte por un cáncer de estómago. Curiosamente, lo primero que debería observarse es que por un cáncer de este calibre, la persona que lo padece termina en un estado de absoluta delgadez, y Napoleón murió muy gordo, casi hinchado.

Resumiendo, Napoleón murió enfermo, no sólo por el ambiente de la isla a la que llegó, ni por su tristeza ni su soledad. Alguien administró arsénico al emperador, y una dosis final que posiblemente fue la que provocó aquel acceso final. La mezcla de calomel que le suministraron, junto con almendras amargas (sabor del arsénico) eran un cóctel letal muy conocido en aquella época. Además, el tártaro emético que le dieron para los vómitos, casualmente, contribuía a esconder el sabor y el olor de almendras amargas.

Los primeros responsables fueron sus médicos que, si es que no participaron, fueron incapaces de encontrar la razón de su enfermedad. Tampoco su séquito podía dejar de ser sospechoso, no sólo por le trato tiránico de Bonaparte, sino por haberse visto abocados a vivir en la isla, y por las ganas que seguramente todos tenían a volver a Francia, cosa que ocurriría en cuanto Napoleón muriera. Algunos, incluso, fueron beneficiados por el testamento de Bonaparte.

Y si esos son motivos más que suficientes, también lo son los políticos, pues la monarquía francesa no quería dejar la posibilidad de que algún día Napoleón Bonaparte pudiera volver al poder. Igualmente, la Corona británica estaba muy interesada en la muerte del Emperador, pues su mantenimiento en la isla les costaba ocho millones de libras anuales.

Y como sospechosos materiales, siempre quedarán para la Historia, aquéllos que estuvieron en la isla junto a Napoleón desde su llegada a Santa Elena y estuvieron con él hasta el final, pues el arsénico debió administrarse lentamente y en sus comidas habituales: el general Montholon, el mariscal Bertrand, su ayuda de cámara Marchand...

Pero Bartrand en los últimos años iba y venía al lugar de residencia del Emperador, por lo que sus posibilidades eran menores; Marchand, por contar, se le consideraba un amigo fiel, e incluso su madre trabajaba para la emperatriz María Luisa, por lo que difícilmente se atrevería a hacer algo en contra de Bonaparte... queda Montholon, general, gracias al rey Luis XVIII (uno de los principales interesados en que Napoleón despareciera y así asegurarse la Corona); los celos por las relaciones de su esposa con Bonaparte (del que incluso nació una hija a la que llamaban “la Bonaparte” porque se pensaba que era hija del Emperador y no de Montholon, sus deudas y la fortuna que recibiría del testamento del Emperador...

Para los principales investigadores del caso, Charles-Tristán, conde de Montholon, quedará para siempre, como el principal sospechoso del asesinato de Napoleón Bonaparte.

Los restos de Napoleón yacen, desde 1840, año en que fue trasladado, en Les Invalides, París.

martes, 28 de febrero de 2012

La momia de la Reina Hatshepsut: La mujer faraón más importante de todo Egipto

Otro de los grandes misterios de la Historia de Egipto acaba de ser desvelado. Al fin se ha identificado a la momia de Hatshepsut, la mujer faraón más importante de todo Egipto, y a la que debemos el famoso y turístico templo de Deir El Bahari. Curiosamente, su momia se había encontrado hace ya más de un siglo, pero se mantuvo sin identificar hasta ahora en el Museo Egipcio de El Cairo. Los análisis de una muela que encaja perfectamente con la momia ahora identificada dieron como resultado que se trataba de la Reina Hatshepsut.

La Reina perteneció a la dinastía XVIII gobernante de Egipto. Su verdadero nombre fue Hatshepsut Jenemetamón, que traducido quiere decir “La primera entre las damas nobles que abraza a Amón”.

Nieta, hija y esposa de faraones, la Reina tuvo un difícil acceso al trono. Su padre, Tutmosis I murió con la única descendencia legítima viva de Hatshepsut y su hermana Neferubity, pues sus hijos mayores ya habían muerto. No obstante, Tutmosis tuvo descendencia con algunas concubinas, y fue precisamente, el que tuvo con Mutnefert el que pasó a reinar como Tutmosis II por las conjuras palaciegas que evitaron que la heredera legítima, Hatshepsut, fuera Reina a la muerte de su padre. Así, se vio obligada a casarse con su propio hermanastro siguiendo las costumbres de la época.

No obstante, su fortaleza de carácter y su orgullo la llevaron a reinar en la sombra, y hacerse de un círculo de adeptos a su causa. La debilidad del Faraón Tutmosis II, se hacía patente, pero murió demasiado pronto como para que la futura Reina hubiera asentado las bases de su futuro reinado. Ineni, el arquitecto real, gran enemigo de Hatshepsut, consiguió convencer a la nobleza y, al morir Tutmosis II sin descendencia masculina, pasó a ser rey un hijo ilegítimo nacido de otra concubina, y que sería conocido en la Historia como Tutmosis III. Pero esta vez, la reina no estaba dispuesta a que le volviera a suceder lo mismo por segunda vez.

Al ser menor de edad Tutmosis III, Hatshepsut asumió la regencia. Sólo la boda del Faraón legitimaría su ascenso, pero ella consiguió retrasar una y otra vez la boda. Así tuvo tiempo de preparar un golpe de Estado. Expulsó a Ineni, y subió a los más altos cargos a sus principales apoyos, Hapuseneb y Senenmut. Frente a todos, y con el apoyo de los sacerdotes, Hatshepsut se autoproclamó Faraón de las Dos Tierras y primogénita de Amón. Así, pasó a correinar junto a Tutmosis III, aunque ella era la verdadera gobernante. Para ello hubo de imponerse los atributos de hombres, y desde entonces, en todas sus representaciones aparece vestida de hombre y con barba postiza.

El reinado de Hatshepsut fue brillante, y la época de la que gozó Egipto con ella, muy prolífica. “El” faraón Hatshepsut se dedicó a restablecer y crear nuevos templos por todo el país, embelleciéndolos. Así creó Deir el Bahari.

Pero el jovencísimo Tutmosis III iba creciendo, y con él, su orgullo y su sapiencia. Sospechosamente, los dos principales apoyos de la reina, Hapuseneb y Senenmut (de quien se dice que era su amante secreto y padre de su hija Nefemura), murieron en poco tiempo. Poco después lo haría su hija a quien había nombrado Heredera. Poco a poco, Hatshepsut se fue quedando sola, mientras Tutmosis III aumentaba su poder. Así, tras 22 años de gobierno, Hatshepsut murió.

Su sucesor, Tutmosis III, mandó borrar de los templos toda referencia al Faraón Hatshepsut, condenándolo de este modo al olvido eterno. Aún así, Tutmosis III se convirtió en un gran Faraón que llevó a Egipto de nuevo a ser una potencia mundial.

Hasta el día de hoy, su vida casi se convirtió en una leyenda para los egipcios. Su historia, su personalidad, su fortaleza le granjeó todo tipo de admiración. Como el mismo Zahi Hawass, Secretario General del Consejo de Antigüedades de Egipto ha dicho, éste de la momia de la Reina Hatshepsut ha sido el descubrimiento arqueológico más importante desde el hallazgo de la tumba de Tutankamón en 1922.

lunes, 27 de febrero de 2012

Muerte misteriosa de Marilyn Monroe: ¿Por qué no se investigó más a fondo este caso?

Marilyn Monroe fue y será siempre el símbolo sexual por excelencia. Norma Jean Baker, su verdadero nombre, luchó por ser algo más pero la muerte vino a buscarla antes de que alcanzara sus metas.

Norma Jean no tuvo una infancia afortunada. Sin padre y con una madre ingresada por problemas mentales, sintió siempre que estaba muy sola. Seguramente por ello buscaba siempre la compañía de los hombres, esperando encontrar la seguridad que no tuvo de niña.

Varios fueron sus maridos y muchos sus amantes. Hombres importantes y muy relevantes en el mundo del cine, la literatura y la política estadounidense disfrutaron en su alcoba.

Entre ellos John F. Kennedy o su hermano Robert, al que se la pasó el primero cuando pensó que podría perjudicarle en su carrera en la presidencia.

Con John Fitzgerald Kennedy comenzó a relacionarse allá por los años cincuenta. Pero tras el primer año de JFK como presidente, éste comenzó a temer por las repercusiones que podría tener esta relación con Marilyn, así que pidió a Robert Kennedy que se hiciera cargo de ella y la alejara de su camino.

En el famoso cumpleaños del presidente celebrado en el Madison Square Garden, emplazado en la ciudad de Nueva York, el 19 de Mayo de 1962, donde Marilyn cantó su “Happy birthday, Mr. President”, comenzó Robert a rondarla y a intentar llevarla a su terreno.

Y lo consiguió. Marilyn llegó a confesar a una amiga que Robert quería casarse con ella, aunque durante los meses de verano posteriores su supuesto enamorado no siempre contestaba a sus llamadas.

El 4 de agosto de este 1962. Robert pasó la tarde con ella en su residencia de Los Angeles. Esa noche, pasadas las 23:00, Marilyn Monroe fue encontrada inconsciente en su cama. Trasladada al hospital no pudo hacerse nada por su vida. La autopsia concluyó que la muerte se produjo por sobredosis de sedantes y la versión oficial declaró que probablemente fue un suicidio. Otras versiones aseguran que su estómago estaba limpio de barbitúricos cuando murió.

¿Rompió Robert esa tarde con ella dejándola destrozada?, ¿buscó una forma efectiva de deshacerse de ella?, ¿o fue un simple accidente?, ¿es cierto que Marilyn había amenazado con contar lo que sabía de los hermanos Kennedy al sentirse utilizada por ellos?...

Muchas preguntas quedaron ese 4 de agosto en el aire. Marilyn Monroe, la mujer más deseada del cine de la época, el mito erótico al que siempre se hace referencia, murió sin dejar explicaciones y en la más absoluta soledad.

viernes, 24 de febrero de 2012

Marco Pantani: El misterioso naufragio de El pirata

Los últimos cuatro años de Marco Pantani fueron una auténtica pesadilla. Ya no era aquel semidiós que devoraba kilómetros subiendo imponentes montañas, que hacía soñar y apasionarse a millones de aficionados. Se sentía acabado. Los días pasaron tumbado en un sillón, deprimido, huyendo de la realidad y esclavo de las drogas. Pero el gran problema de Pantani tenía un origen lejano ¿Qué fue lo que hundió a El Pirata?

Marco Pantani murió el día 14 de febrero del 2004 en la habitación D5 del hotel Le Rose, Rimini, ciudad costera del Adriático. Su muerte fue inesperada. Tan sólo tenía 34 años.

Durante los seis días de estancia en el hotel permaneció solo y profundamente deprimido. El viernes por la noche su cuerpo apareció inerte sobre el suelo. ¿Qué había ocurrido en la D5? ¿Qué hacía aquel escalador de montañas allí, tan lejos de las alturas, al mismo nivel del mar? ¿Por qué el campeón no estaba preparándose para las próximas rondas italiana y francesa?

Estas preguntas tienen algunas respuestas, aunque han sido necesarias largas investigaciones y muchas declaraciones de amigos y familiares para dar con ellas.

Pantani llegó al hotel cinco días antes del trágico final. Era un lunes cuando se apeó de un taxi, sin maletas, sin móvil pero, sobre todo, sin nadie más. El Pirata apareció misteriosamente solo. Ni siquiera amigos o familiares sabían de su paradero.

Resultaba extraño que hubiera alquilado una habitación en un hotel de una ciudad como Rimini, desangelada en los meses fríos, como lo están la mayoría de las ciudades turísticas costeras. Era el mes de febrero, en pleno invierno. La elección de aquel lugar tenía que obedecer a alguna otra razón. ¿Sería el motivo que Rimini sea considerado el centro del narcotráfico en el Adriático italiano?

La hipótesis no resulta descabellada a la luz del resultado de la autopsia, que atribuye a una sobredosis de cocaína la causa de su muerte. En el mismo sentido, las investigaciones iniciadas por la Fiscalía de Rimini han averiguado que un hombre, quizás un “camello”, lo visitó y permaneció unos diez minutos en la habitación. También se desconoce el paradero de veinte mil euros que el Pirata extrajo días antes de su cuenta corriente.

El recepcionista fue quien dio la voz de alarma. Le parecía raro que el famoso huésped no respondiera al teléfono ni hubiera dado señales de vida durante todo el día. Y no se equivocaba. El Pirata había naufragado. Estaba muerto. Aquella tarde, su corazón, deteriorado por el consumo de grandes cantidades de droga durante los últimos años, dijo basta y lo postró en el suelo de la habitación, con el torso desnudo.

Desde ese mismo momento, comenzaron a formularse distintas hipótesis sobre las causas del trágico desenlace. Lo que sucedió en la habitación D5 fue un completo enigma hasta que pudieron conocerse, semanas más tarde, los resultados definitivos de la autopsia.

Era posible la muerte violenta o la participación de una segunda persona o quizás el suicidio por medio de un cóctel de pastillas, pues junto al cadáver se encontraron numerosas cajas con ansiolíticos y otros psicofármacos. Los papeles encontrados en la habitación, en los que escribió palabras inconexas y sin sentido, también reforzaron la idea del suicidio.

Pero estas primeras hipótesis fueron siendo descartadas conforme avanzaba la investigación, sobre todo, al ir conociéndose los resultados de la autopsia y los posteriores exámenes toxicológicos, que finalmente señalaron la intoxicación aguda de cocaína como causa del deceso.

El pirata estaba obsesionado por algo que le atormentaba. Estaba viviendo un calvario no sólo en lo deportivo sino también en lo personal. ¿Cuáles eran sus demonios, qué fue lo que lo llevó a caer en la droga? Su madre cree tener la respuesta a este interrogante: “Marco murió en 1999, cuando en el Giro lo enviaron a casa. Allí terminó todo, cuando su novia le dijo `toma esto -cocaína- que te irá bien´. Y sus amigos también insistieron en que lo tomara.”, afirma taxativa en una entrevista concedida a la RAI.

Efectivamente, en los últimos cuatro años Pantani tuvo que afrontar graves acusaciones de dopajes y suspensiones. Desde que en 1999 fue expulsado del Giro, a dos etapas de lograr ganarlo, comenzó la pesadilla, una espiral negativa de procesos judiciales y la consiguiente mácula de su hasta entonces brillante imagen de campeón. Un círculo vicioso de depresiones y sospechas sobre los verdaderos méritos del, entre otros títulos, doble campeón del Giro y el Tour en sendas ediciones del año 1998. Él siempre negó haberse dopado.

Marco Pantani sucumbió ante aquel drama personal, del que nunca supo salir del todo. Y allí estaba, en aquél hotel barato, huyendo del mundo y de sí mismo.

A mediados de febrero, fechas previas a las competiciones reinas del ciclismo, hubiera sido propio de un gran campeón como él estar entrenándose fuertemente, poniéndose a punto para tan importantes citas. Pero Marco sabía que estaba muy lejos de cumplir ese sueño, que su realidad era muy distinta. Pesaba treinta quilos más y no encontraba la fuerza mental suficiente como para salir de la depresión que le tenía preso en la tristeza y la desesperación.

Según las declaraciones de Larisa, camarera que arregló su habitación, Pantani estaba muy desmejorado y tenía la mirada extraviada. Del mismo parecer son el propietario y el recepcionista del hotel. En una ocasión, la camarera y el ciclista intercambiaron unas palabras mientras ella limpiaba su estancia: “Le pregunté por qué no dormía en la cama, si era más cómoda, y él me respondió que prefería tumbarse en el sofá, con la tele cerca.”, cuenta Larisa.

Aun así, alguna vez intentó salir del agujero, intentó volver a ser el de antes. No quería dejarse morir. Estaba obsesionado con volver a correr y abandonar el ciclismo con una imagen impoluta. Lo hizo en el Tour del 2003, pero el decimocuarto supuso para él una posición frustrante. Y volvió a sumirse en una profunda depresión hasta que el destino, cruel y caprichoso, quiso hacerle morir también un fatídico día catorce, fecha en la que, por otra parte, se celebra el día de los enamorados, recuerdo de otra dura realidad para el ciclista, tan lejos de su antigua novia, y a la que tanto echaba de menos. Christine ni siquiera contestaba a sus llamadas.

En su visita, meses antes de morir, al fisioterapeuta Fabrizio Borra, Pantani se muestra vulnerable y desesperado, con auténtica necesidad de ayuda: “Fabri, me miro en el espejo y por más que lo intento me veo siempre con la cabeza bajo el agua. Necesito que alguien me eche una mano.” El Pirata lo veía todo negro, pedía ayuda, aunque luego la rechazara en numerosas ocasiones. Acostumbrado a estar solo sobre la bici, también parecía obcecado con enfrentarse solo a sus problemas. El impulso de la soledad le acabó pudiendo.

Giuseppe Martinelli, su director cuando logró el doblete, siente la muerte de Pantani de forma especial, como si fuera la de un hijo. Sus palabras sobre el final del ciclista reclaman una mirada atrás, a los momentos felices: “Su final ha sido increíble, pero debemos recordarle por sus victorias sobre la carretera y no preguntarnos nada más.”

Parece buena idea la de secundar la propuesta de Martinelli, alguien que, es evidente, quería bien al Pirata. Lo haremos en los siguientes párrafos, como un modesto homenaje al Marco Pantani dichoso, un gigante domador de montañas.

Durante los años noventa, Pantani destacó por ser un escalador realmente indómito. Las antológicas escapadas que protagonizó el Pirata rumbo a las cumbres le subieron a la cima de la popularidad. Un gran carisma -pendiente dorado y un pañuelo sobre su cabeza rapada que le valieron el apelativo afectuoso de El Pirata-, su madera de líder y sus hazañas en las etapas de montaña hicieron de él todo un mito del deporte de dos ruedas.

En los años de gloria, el Pirata contó con el cariño y la admiración de millones de aficionados en todo el mundo. En Italia, país donde el ciclismo es el segundo deporte en importancia, después del fútbol, se convirtió en un auténtico héroe popular. Los tifosi no han dejado de recordarlo y apoyarlo incluso durante los años de ausencia deportiva.

Giuseppe Martinelli rememora al mejor Pantani: “Lo recuerdo como un corredor pequeño que lograba grandes cosas. Quería el equipo siempre a su servicio y se sentía el capitán. Era diferente al resto. En la montaña siempre atacaba. Yo pedía tranquilidad y le decía que atacara a falta de siete kilómetros de meta pero se adelantaba y lo hacía a falta de diez o antes”.

También el final del gran ciclista se ha adelantado inesperadamente, pero esta vez de forma trágica. Nadie podía imaginar que el destino tuviera preparado para él un naufragio tan sorpresivo como lento y difícil. Aunque algo sí ha encajado en su final. Como no podía ser de otro modo, el Pirata debía morir cerca del mar.

El barco navegaba cortando el viento bajo un sol radiante, cuando, de pronto, nubes negras mancharon el horizonte. Súbitamente, con ellas, llegó la noche. Una noche de tormenta que duró cuatro largos años. Transcurridos éstos, fue el temporal quien ganó la partida, haciendo naufragar el barco y a su desafiante capitán con él.

Pero, en contra de lo que es habitual, después de la tormenta no llegó la calma, como tampoco tras la noche llegó el día. Una noche infinita que alimenta el mito, la triste leyenda del Pirata.

jueves, 23 de febrero de 2012

El prisionero de la máscara de hierro: Un misterioso personaje francés de los siglos XVII-XVIII

“Cae el 14 de Julio de 1789 en París y con él la fortaleza conocida como la Bastilla. Los rebeldes entran por los pasillos de la prisión. Corren ansiosos, gritando exaltados, eufóricos. Liberan a su paso a los pocos prisioneros que, en esos momentos, allí se encuentran.
Pero en una de las lúgubres mazmorras encuentran un esqueleto encadenado. Cubre su calavera una grotesca máscara de hierro. Durante un eterno segundo, la euforia de sus caras se convierte en horror y el silencio invade la estancia...”

Este trágico final del cautivo desconocido es producto de la rumorología popular. Sus restos corrieron una suerte distinta según consta en los pocos documentos encontrados. Pero vayamos por partes y comencemos con su historia:
Corría el año 1698. Bènigne Auvergne de Saint Mars, nuevo alcaide destinado a la Bastilla, llega, sobre las tres de la tarde del 18 de septiembre, a la parisina prisión, trayendo a un prisionero que cubre su cara con una máscara de terciopelo negro, (según parece, no era de hierro). Al pasar por el registro de entrada, misteriosamente no se toma nota de su nombre. Este hombre enmascarado, que había estado ya en otras cárceles de alta seguridad, había pasado encarcelado los últimos 29 años de su vida, y siempre bajo la estricta vigilancia de Saint Mars.

Nunca nadie vio el rostro oculto bajo la máscara. Al preso no se le permitió tomar contacto con otros prisioneros. Vivía bajo amenaza de muerte si osaba hablar de algo que no fuera sus necesidades físicas. No tenía, por supuesto, ningún tipo de contacto con el mundo exterior.

Cinco años después, el hombre sin rostro y sin nombre cayó enfermo. El 19 de noviembre de 1703, a las 10 de la noche, por fin su alma se liberó de las mortales cadenas. Entonces se quiso borrar toda huella de su paso por la Bastilla y se quemó todo aquello que utilizó durante tan solitarios años. Fue enterrado en el cementerio de San Pablo. En registro parroquial se le puso por nombre M. de Marchiel. Se le suponían unos 45 años...

Varias son las teorías sobre quién era el misterioso caballero a quien se ocultó de manera tan cruel. Dicen que entre los pocos que conocían quien era realmente estaba el propio Rey Luis XIV, el Rey Sol, que poseía el poder de arrestar y encarcelar a voluntad y así lo había puesto en práctica.

Una de las teorías afirma que bajo la máscara de terciopelo negro podría estar un hermano bastardo de este rey absolutista, fruto de los amoríos de su madre, Ana de Austria, con el poderoso cardenal Mazarino. Otra habla de que, en realidad, era su hermano gemelo. Esto parece confirmarlo el famosos cardenal Richelieu en una de sus obras, en la que habla de que Ana de Austria tuvo dos hijos el mismo día pero con muchas horas de diferencia, siendo el primero alabado como futuro rey y el segundo escondido en el más oscuro de los secretos.

En aquellos días, y según la ley, era considerado mayor el segundo de los hijos que nacía en un parto gemelar. Como el alumbramiento se demoró demasiado, cuando el segundo nació ya el primero había sido nombrado rey. Para evitar posibles problemas, a la reina se le dijo que su segundo varón había muerto, y éste fue desterrado a una vida humilde.

Pero ocurrió lo inevitable: al crecer su parecido con el Rey de Francia fue cada vez mayor. Decidieron entonces enviar a Eustache Dauger, que así se llamaba, a Inglaterra donde Enriqueta María, esposa de Carlos I y tía de su padre, le ofreció esta vez una esmerada educación.

Al conocer su procedencia, Eustache quiso reclamar el trono y se puso manos a la obra. Con ya 31 años y con la ayuda de un francés llamado Roux de Marsily, que trabajaba secretamente contra Francia, se propuso ocupar el lugar que por ley le correspondía.

Pero la suerte no estaba de su parte. Roux de Marsily fue detenido y torturado hasta la muerte, y antes de expirar confesó la verdad sobre su acompañante. Fue entonces cuando fue apresado y comenzó su peregrinación, siempre con su máscara de negro terciopelo, por distintas cárceles hasta terminar en la Bastilla.

Aunque tampoco esta versión puede demostrarse con documentos históricos, es una de las que más aceptadas sobre quién era el misterioso hombre de la máscara.

miércoles, 22 de febrero de 2012

La máquina de Antiquitera: El misterioso artefacto de la Antigüedad

En 1900 un barco griego de pescadores de esponjas fue desviado de su ruta por una tormenta, arribando a la isla de Antiquitera, en cuya costa la tripulación descubrió los restos de una nave romana hundida en el siglo I a.C. Junto a valiosos objetos de cerámica, la bodega del pecio contenía unas extrañas piezas de bronce corroídas por el paso del tiempo, a las que al principio no se prestó demasiada atención. Dos años después, cuando Valerio Stais, director del Museo Arqueológico Nacional de Atenas, examinaba aquellos pedazos de metal descubrió que eran engranajes pertenecientes a un mecanismo muy complejo; de una complejidad que iba mucho más allá de la capacidad tecnológica tradicionalmente atribuida a los habitantes de la Antigua Grecia.

La función de la máquina resultaba, en principio, un misterio. Las primeras teorías sugirieron que se trataba de un astrolabio utilizado para la navegación, aunque los más escépticos lo negaban: el objeto pertenecía a una época más reciente y sólo por casualidad había aparecido junto a restos de la Antigüedad Clásica.

Durante los años 50, el respetado físico e historiador de la ciencia Derek J. de Solla Price se volcó en intentar desentrañar los secretos de la máquina. De Solla realizó un minucioso análisis de los 82 fragmentos recuperados, y llegó a reconstruir de forma aproximada lo que había sido la máquina original. Según su teoría, el mecanismo funcionaba como un reloj astronómico capaz de calcular, entre otras cosas, la posición de la luna y los planetas para una fecha determinada, lo cual resulta un hallazgo bastante extraordinario, ya que los primeros relojes astronómicos de ese tipo conocidos hasta entonces databan del siglo XI d.C.

Recientemente, los miembros del Proyecto de Investigación del Mecanismo de Antiquitera (AMRP), formado por empresas como Hewlett-Packard y X-Tek Systems, las universidades de Cardiff, Atenas y Tesalónica, y el Museo Arqueológico Nacional de Atenas, han continuado los estudios de De Solla Price, utilizando la tecnología más moderna.

En 2006 el AMRP hizo públicas las primeras conclusiones de su investigación, que proporcionan una imagen del mecanismo más precisa que la de De Solla Price. Según el nuevo modelo, la máquina estaba construida en madera y bronce, teniendo forma de caja rectangular, con 31’5 cm. de longitud, 19 de anchura y 10 de grosor. En la parte frontal disponía de un disco con agujas, y otros dos en la trasera. Se accionaba mediante una manivela que había que girar hasta que las agujas del dial delantero señalasen los datos del día actual. Los diales de la parte trasera indicaban entonces la posición del sol y la luna en el zodiaco y la fecha según los ciclos astronómicos de Calipo y Saros, utilizado para predecir eclipses. Los investigadores creen que proporcionaba también la posición de los planetas, aunque de esa sección no se ha conservado ningún fragmento significativo. La máquina se completaba con dos tapas (una frontal y otra trasera) en las que había escrita información astronómica e instrucciones de uso.

Hallazgos como el de la máquina de Antiquitera llevan a replantear una parte de nuestra visión de la Historia, y, en cierta manera, parecen socavar esa idea tan occidental de la Historia como un avance siempre progresivo y ascendente hasta llegar a nosotros, culmen de la evolución de la Humanidad. Resulta difícil aceptar que eso no sea así, (y, en cierta manera, inquietante). Tal vez por eso personajes como Erich von Däniken llegan a recurrir a la intervención extraterrestre para explicar estos objetos supuestamente anómalos.

Sin embargo, para los miembros de la AMRP la respuesta a la máquina de Antiquitera es menos misteriosa, aunque no por ello menos interesante: simplemente los griegos tenían una tecnología más avanzada de lo que se pensaba. Nada más y nada menos. Después de todo, según nos explican los científicos, la máquina es coherente con las teorías astronómicas de su época, como las formuladas por el genial Hiparco de Nicea (190-120 a.C.), quien pasó parte de su vida en Rodas, ciudad de la que probablemente procedía el barco romano que transportaba la máquina.

Hasta el momento, no se ha encontrado ningún duplicado de esta máquina, aunque los expertos del AMRP opinan que pertenecía a una serie de al menos 10. Pero el bronce era muy valioso y los objetos fabricados con este material se refundían con cierta frecuencia. De hecho, la mayor parte de los artículos de bronce procedentes de la Antigüedad que conservamos han sido recuperados del mar. Teniendo esto en cuenta, ¿quién sabe qué tipo de máquinas pueden estar todavía bajo las aguas esperando a ser encontradas?

martes, 21 de febrero de 2012

Moro: El perro vagabundo de los entierros

A veces el comportamiento de los animales sorprende a quienes lo rodean. Más de una vez ellos parecen haberse adelantado a nuestras necesidades, como si supieran lo que queremos o lo que le íbamos a pedir. Pero no sólo atentos a sus amos, el comportamiento animal incluso ha llegado a servir para avisar de grandes catástrofes, especialmente en el caso de seísmos.

El caso de Moro, un perro vagabundo fue especial… y temido. Nadie dudaba en Fernán Núñez, un pueblo de Córdoba, de su sexto sentido, pero nadie lo quería cerca, por miedo o superstición. Tan especial fue su caso que hoy día este perro tiene un monumento en la ciudad… tras haber asistido a más de 600 entierros de vecinos de todo el pueblo.

El animal siempre sabía de antemano quién iba a morir. Su sexto sentido siempre lo guiaba a la puerta de la casa donde iba a producirse una muerte próxima, y allí, pacientemente, esperaba en su puerta. Lo curioso es que su ritual no finalizaba hasta que no había asistido, en el cementerio local, a su sepelio. Obviamente, aquella actitud del animal asustaba a todos los vecinos que no querían verlo ni en pintura, como vulgarmente suele decirse y por ello, en más de una ocasión intentaron echarlo del pueblo. Al menos, que se sepa, en dos ocasiones lo metieron en camiones de transporte sin que lo supieran los conductores. En la primera ocasión, Moro acabó en Granada. En la segunda terminó en Ciudad Real. Pero en ambas ocasiones, a los pocos días, Moro volvía a aparecer en el pueblo por su propia pata.

La única vecina del pueblo capaz de acercarse al animal durante varios años y alimentarlo fue la que por primera vez lo vio en un entierro de un familiar. Desde entonces, lo acogió, por la compañía que en aquel momento tan duro le dio. El animal incluso se acercaba hasta la carretera y más de una vez lo encontraron sentado al borde la misma, esperando. Al poco rato siempre aparecía por la misma un coche fúnebre.

Fueron 600 casos los que se contabilizaron que el perro, Moro, fue capaz de predecir. Y siempre, hasta el último de sus días, acompañó hasta el último momento a cada uno de los vecinos de Fernán Núñez.

¿Poder extrasensorial? ¿Lo que vulgarmente llamamos sexto sentido?, pero el de Moro es sólo uno de los muchos casos de animales en los que se ha constatado que tienen un instinto fuera de lo común.

lunes, 20 de febrero de 2012

Kraken: El fabuloso monstruo marino

“Bajo los truenos de las superficie,
en las honduras del mar abismal,
el Kraken duerme su antiguo, no invadido sueño sin sueños.
Pálidos reflejos se agitan alrededor de su oscura forma;
vastas esponjas de milenario crecimiento y altura
se inflan sobre él, y en lo profundo de la luz enfermiza,
pulpos innumerables y enormes baten
con brazos gigantescos
la verdosa inmovilidad,
desde secretas celdas y grutas maravillosas.
Yace ahí desde siglos, y yacerá,
cebándose dormido de inmensos gusanos marinos
hasta que el fuego del Juicio Final caliente el abismo.
Entonces, para ser visto una sola vez por hombres y por ángeles,
rugiendo surgirá y morirá en la superficie”

Este poema de Alfred Lord Tennyson, (1809-1892), poeta inglés que sentía verdadera pasión por las mitología nórdica y las leyendas medievales, nos sirve de introducción para conocer más de cerca al Kraken, criatura gigantesca que, según cuenta dicha mitología nórdica, poseía forma de pulpo o calamar, y que sorprendía y aterrorizaba a los pobres incautos que osaban adentrarse con sus embarcaciones en alta mar, sobre todo frente a las costas de Islandia y Noruega.

Cuentan las antiguas crónicas que este animal de grandes dimensiones, (su lomo podía medir hasta dos kilómetros y medio), poseía unos larguísimos y poderosos tentáculos con los que se abrazaba a los barcos y terminaba llevándolos al fondo del mar.

Y es que generalmente no llegaban a advertir su presencia hasta que era demasiado tarde, pues tal era su tamaño que mientras mantenía sus tentáculos ocultos parecía una pequeña isla en medio del mar. Al parecer la única manera de descubrirlos era mirar hacia el fondo del mar, pues entonces se podrían descubrir sus rojos y brillantes rojos traspasando la oscuridad que emanaba desde el fondo marino. Curioso resulta conocer que la única forma que existía de apaciguar su furia era celebrando sobre su superficie, siempre y cuando se le pillara dormido, una misa o acto religioso.

Ya en 1555 el naturalista de origen francés Pierre Belon hablaba en sus libros de un calamar gigante con apariencia monacal del que incluso llegó a realizar un dibujo detallado. El lo llamaba algo así como “monje marino”.

Siglos más tarde, allá por el 1800, otro naturalista de nombre Pierre Denys de Monfort, reconociendo su existencia, lo denominó Kraken al relacionarlo con las islas misteriosas que aparecían y desaparecían, y que eran descritas en la mitología y leyendas nórdicas, pero ya no lo veía tanto como un ser fabuloso, sino más bien como una especie desconocida de cefalópodo de tamaño gigantesco y que son viven en los mares del Norte. Por cierto, en noruego “kraken” significa fabuloso monstruo marino.

Hoy en día aún no se puede asegurar nada, ni que no hayan existido ni que sí y que se mantengan aislados del mundo exterior en las profundidades más insoldables del océano, aquellas a las que el hombre y toda su tecnología aún no ha podido llegar.

viernes, 17 de febrero de 2012

Los Illuminati: Una sociedad secreta del nuevo orden mundial

Las novelas históricas han puesto al descubierto los nombres de varias sociedades secretas que durante años han estado ligadas con las leyendas, moviéndose entre la realidad y la ficción de su influencia histórica en la política y la sociedad. El simple nombre de Los illuminati, el Priorato de Sion, o el más conocido de la Masonería, despiertan una curiosidad morbosa acerca de su origen y de su verdadero poder, y, sobre todo, de hasta qué punto ambas siguen existiendo en las sombras.

Si “El código Da Vinci“o más tarde “Ángeles y Demonios“, ambas de Dan Brown, fueron quienes abrieron el camino para el descubrimiento de la verdad escondida durante siglos, más tarde, otras, profundizaron en su estudio, y aunque la mayoría cometieron errores históricos de auténtico bulto en pos de un mayor éxito comercial, todas ellas supieron abrir las vías necesarias para intentar resolver algunos enigmas.

Una de estas sociedades secretas fue la de los Illuminati, cuya aparición se encuentra documentada por primera vez el 1 de mayo de 1776, en Baviera (Alemania). Aquel fin de siglo era el de la revolución cultural; el de la Ilustración; el de las nuevas ideas y el futuro a punto de llegar. Ya años antes, en el 1717, la masonería había surgido como respuesta a las reuniones de ilustres que buscaban encontrar una ideología más moderna y adecuada al progreso social y personal. Estas nuevas ideologías encontraron su abono en el siglo XVIII durante el que el racionalismo se abrió paso por toda Europa, donde incluso reyes europeos, como Federico II de Prusia, fueron masones.

Sin embargo, la Iglesia Católica, temerosa de perder su poder político y económico, luchaba abiertamente contra esas ideas de progreso y contra esas nuevas sociedades secretas. En Baviera controlaban con mano de hierro el gobierno e incluso la educación con la sola idea de evitar que los niños se abrieran a esas nuevas corrientes. La censura se imponía, y fue en esa situación de tensiones internas, cuando poco a poco, en los círculos intelectuales comenzó a fraguarse una nueva sociedad.

Adam Weishaupt era uno de esos ilustrados que en un principio abrazó las ideas del racionalismo y llegó a ingresar en la masonería. Sin embargo, Weishaupt era mucho más radical que las ideas que propugnaban y pronto comenzó a destacarse y desligarse. Como catedrático de Derecho Canónico en la Facultad de Ingolstadt intentó inculcar sus ideas en sus propios alumnos lo que le ocasionó continuas disputas con la Iglesia y con el propio Gobierno de Baviera.

El 1 de mayo de 1776 acabó fundando su propia sociedad a la que llamó la Orden de los Perfectibilistas aunque finalmente acabó cambiándole el nombre por la de los Illuminati. Sus pensamientos radicales postulaban que tanto la Iglesia como los Gobiernos debían ser derrocados y para ello debían producirse Revoluciones por todo el mundo. De ese modo aparecería una nueva sociedad menos servil y más libre. Pero dada la radicalidad de sus ideas y del enfrentamiento con la Iglesia, sus líderes debían esconderse bajo nombres falsos, que generalmente eran de personajes antiguos. Así Weishaupt era conocido como Espartacus.

Su programa era tan ambicioso y a priori inalcanzable, que en los primeros momentos captaron pocos adeptos. No fue sino hasta la aparición en el año 1780 de Adolf Franz Friedrich, barón de Knigge, cuando Los Illuminati vivieron el empujón que necesitaban. El barón simplemente se encargó de dotar de una estructura organizativa mucho más factible y de unos estatutos y unos grados iniciáticos que también han sido motivo de especulaciones a lo largo de los siglos, con pruebas que se consideraban como diabólicas. El éxito fue tan rápido que en poco tiempo tuvieron colaboradores por media Europa y entre ellos famosos como Goethe o Herder, ambos escritores.

La fama del barón de Knigge comenzó a ser tan fuerte que el propio Weishaupt empezó a enfrentarse a él, viendo cómo perdía poder en una sociedad que él mismo había creado. El año 1783 fue su mejor año, pero a cambio, las relaciones internas ya no eran igual, y la desunión se había apoderado de ellos. El barón acabó por marcharse y abandonar a los Illuminati al caracter despótico y tiránico de Weishaupt.

En 1784, el Gobierno Bávaro y la Iglesia, conscientes del gran poder que estaba atesorando el grupo, y de sus ideas anarquistas y peligrosas, acabó por promulgar una serie de edictos contra todas las logias. En 1786 un registro a la casa de Xavier Zwack, uno de sus cabecillas, puso al descubierto muchos de sus archivos secretos e ideas. Finalmente, en su edicto del año 1787 se castigaba a los Illuminati con la pena de muerte, mientras la Iglesia Católica lanzó a su Inquisición tras ellos.

Prácticamente, en apenas un año, habían conseguido acabar con los Illuminati. ¿Pero qué fue lo que hizo que los Illuminati desaparecieran y, sin embargo, otros, como la francmasonería continuara casi hasta nuestros tiempos? Sin duda alguna, su radicalismo. Aquella redada en casa de Zwack puso al descubierto documentos que horrorizaron al mundo, pues contemplaba una serie de acciones fatales encaminadas a sembrar el caos y derrocar a todos los gobiernos posibles.

Desde entonces, muchos actos terroristas y muchas situaciones históricas han sido asignadas a los Illuminati, como la Revolución Rusa, el atentado de las Torres Gemelas, o incluso el estallido de la Revolución Francesa. El propio Churchill pensaba que Lenin era uno de esos Illuminati. Sin embargo, jamás ha habido ninguna prueba concluyente de su implicación, y lo único cierto, es que jamás se ha vuelto a encontrar documento alguno que los ligase a nada desde aquel año de 1787. Sólo pruebas que podrían asociarse con ellos, como el curioso símbolo del delta luminoso que aparece en los billetes de a dólar norteamericano, y que curiosamente eran el símbolo que los Illuminati eligieron como señal de identidad, la de la pirámides de 13 escalones, iluminada en su punta y con un ojo en su interior.

La Historia sólo nos cuenta que los Illuminati concluyeron con la muerte de Weishaupt en el año 1830.

jueves, 16 de febrero de 2012

La Taxa Camarae del papa León X: Uno de los puntos culminantes de la corrupción humana

Martín Lutero parecía destinado a ser una de las personas más influyentes de la Iglesia Católica. Hombre de profundas convicciones religiosas, pero al mismo tiempo, rebelde y firme en sus decisiones finales, Lutero estaba continuamente en lucha interior por la salvación de su alma. Opuesto a la decisión de su padre de hacerlo abogado, decidió pasarse a la vida monástica donde tampoco se sentía libre de esas dudas espirituales a pesar de su vida rigurosa y casi ascética. Finalmente, en el año 1510 sus superiores del convento lo enviaron a Roma con la firme convicción de que allí encontraría lo que buscaba.

Y efectivamente aquel viaje a Roma fue el que marcó su destino y el de la iglesia católica y protestante. Roma, un lugar santo para él, un lugar de ángeles, estaba corrupta por el poder papal. Las famosas bulas con las que los católicos liberaban sus almas de sus pecados a cambio de dinero que ingresaban en las arcas papales le hicieron ver la religión de otra forma. Aún así, siguiendo los ritos romanos, cuenta la Historia que Lutero subió la “escalera santa”, aquélla en la que los cristianos redimían sus males tras haber comprado la bula. Lo hizo de rodillas y sin dejar de rezar el padrenuestro hasta que repentinamente acudieron a su boca las palabras del profeta Habacuc: “el justo vivirá por su fe“.

En su interior se había producido el cisma entre sus verdaderas creencias y la autoridad papal. El mismo cisma que llevaría al mundo al protestantismo. Fue así como cuenta la Historia que aquellas bulas papales, aquellas redenciones de pecado a cambio de dinero, fueron las que provocaron el cisma en la Iglesia. Y de ahí surgió la historia (o leyenda) de la Taxa Camarae.

Nadie ha podido demostrar la existencia o no de semejante documento. Ni sinceramente creo que se pueda demostrar en el futuro, pues de existir probablemente se encuentren en algún oscuro lugar de los Archivos Vaticanos. Y mucho se podría hablar de la veracidad de esos archivos vaticanos ocultos al mundo que a veces parecen sacados de novelas de intriga o terror en los que terribles secretos que podrían acabar con el mundo conocido devendrían en el fin de los tiempos. Posturas hay para todos los gustos, desde los que afirman que los archivos vaticanos son totalmente públicos hasta los que piensan (y creo que son mayoría) que ciertamente hay documentos que la Iglesia esconde para salvaguardar su pasado y las creencias en las que se sustenta; documentos que probablemente pondrían en tela de juicio mucho de los postulados que defiende, y no hay mejor ejemplo para ello que el famoso pergamino de Chinon, hecho público no hace mucho por la propia Iglesia Católica.

Los únicos hechos constatados hasta la fecha es que al parecer existió un documento (que actualmente nadie encuentra y se supone oculto en esos archivos) que tenía por nombre Taxa Camarae, un edicto papal en el que se establecía una lista de precios o tarifas para la liberación del alma según el pecado cometido. Así, según ese comprometido documento que nadie ha podido afirmar de dónde ni cómo salió a la luz, y entre otras cosas, se estipulaba que...
1. El eclesiástico que incurriere en pecado carnal, ya sea con monjas, ya con primas, sobrinas o ahijadas suyas, ya, en fin, con otra mujer cualquiera, será absuelto, mediante el pago de 67 libras, 12 sueldos.
2. Si el eclesiástico, además del pecado de fornicación, pidiese ser absuelto del pecado contra natura o de bestialidad, debe pagar 219 libras, 15 sueldos. Mas si sólo hubiese cometido pecado contra natura con niños o con bestias y no con mujer, solamente pagará 131 libras, 15 sueldos.
3. El sacerdote que desflorase a una virgen, pagará 2 libras, 8 sueldos.
4. La religiosa que quisiera alcanzar la dignidad de abadesa después de haberse entregado a uno o más hombres simultánea o sucesivamente, ya dentro, ya fuera de su convento, pagará 131 libras, 15 sueldos.
5. Los sacerdotes que quisieran vivir en concubinato con sus parientes, pagarán 76 libras, 1 sueldo.
6. Para todo pecado de lujuria cometido por un laico, la absolución costará 27 libras, 1 sueldo; para los incestos se añadirán en conciencia 4 libras.
7. La mujer adúltera que pida absolución para estar libre de todo proceso y tener amplias dispensas para proseguir sus relaciones ilícitas, pagará al Papa 87 libras, 3 sueldos. En caso igual, el marido pagará igual suma; si hubiesen cometido incestos con sus hijos añadirán en conciencia 6 libras.
8. La absolución y la seguridad de no ser perseguidos por los crímenes de rapiña, robo o incendio, costará a los culpables 131 libras, 7 sueldos.
9. La absolución del simple asesinato cometido en la persona de un laico se fija en 15 libras, 4 sueldos, 3 dineros.
10. Si el asesino hubiese dado muerte a dos o más hombres en un mismo día, pagará como si hubiese asesinado a uno solo.
11. El marido que diese malos tratos a su mujer, pagará en las cajas de la cancillería 3 libras, 4 sueldos; si la matase, pagará 17 libras, 15 sueldos, y si la hubiese muerto para casarse con otra, pagará, además, 32 libras, 9 sueldos. Los que hubieren auxiliado al marido a cometer el crimen serán absueltos mediante el pago de 2 libras por cabeza.
12. El que ahogase a un hijo suyo, pagará 17 libras, 15 sueldos (o sea 2 libras más que por matar a un desconocido), y si lo mataren el padre y la madre con mutuo consentimiento, pagarán 27 libras, 1 sueldo por la absolución.
13. La mujer que destruyese a su propio hijo llevándole en sus entrañas y el padre que hubiese contribuido a la perpetración del crimen, pagarán 17 libras, 15 sueldos cada uno. El que facilitare el aborto de una criatura que no fuere su hijo, pagará 1 libra menos.
14. Por el asesinato de un hermano, una hermana, una madre o un padre, se pagarán 17 libras, 5 sueldos.
15. El que matase a un obispo o prelado de jerarquía superior, pagará 131 libras, 14 sueldos, 6 dineros.
16. Si el matador hubiese dado muerte a muchos sacerdotes en varias ocasiones, pagará 137 libras, 6 sueldos, por el primer asesinato, y la mitad por los siguientes.
17. El obispo u abad que cometiese homicidio por emboscada, por accidente o por necesidad, pagará, para alcanzar la absolución, 179 libras, 14 sueldos.
18. El que por anticipado quisiera comprar la absolución de todo homicidio accidental que pudiera cometer en lo venidero, pagará 168 libras, 15 sueldos.
19. El hereje que se convirtiese, pagará por su absolución 269 libras. El hijo de hereje quemado o ahorcado o ajusticiado en otra forma cualquiera, no podrá rehabilitarse sino mediante el pago de 218 libras, 16 sueldos, 9 dineros.
20. El eclesiástico que no pudiendo pagar sus deudas quisiera librarse de ser procesado por sus acreedores, entregará al Pontífice 17 libras, 8 sueldos, 6 dineros, y le será perdonada la deuda.
21. La licencia para poner puestos de venta de varios géneros bajo el pórtico de las iglesias, será concedida mediante el pago de 45 libras, 19 sueldos, 3 dineros.
22. El delito de contrabando y defraudación de los derechos del príncipe contará 87 libras, 3 dineros.
23. La ciudad que quisiera alcanzar para sus habitantes o bien para sus sacerdotes, frailes o monjas, licencia para comer carne y lacticinios en las épocas en que está prohibido, pagará 781 libras, 10 sueldos.
24. El monasterio que quisiere variar de regla y vivir con menor abstinencia que la que le estaba prescrita, pagará 146 libras, 5 sueldos.
25. El fraile que por su mejor conveniencia o gusto quisiere pasar la vida en una ermita con una mujer, entregará al tesoro pontificio 45 libras, 19 sueldos.
26. El apóstata vagabundo que quisiere vivir sin trabas, pagará igual cantidad por la absolución.
27. Igual cantidad pagarán los religiosos, así seculares como regulares, que quisieran viajar en trajes de laico.
28. El hijo bastardo de un cura que quiera ser preferido para desempeñar el curato de su padre, pagará 27 libras, 1 sueldo.
29. El bastardo que quisiere recibir órdenes sagradas y gozar beneficios, pagará 15 libras, 18 sueldos, 6 dineros.
30. El hijo de padres desconocidos que quiera entrar en las órdenes, pagará al tesoro pontificio 27 libras, 1 sueldo.
31. Los laicos contrahechos o deformes que quieran recibir órdenes sagradas y poseer beneficios, pagarán a la cancillería apostólica 58 libras, 2 sueldos.
32. Igual suma pagará el tuerto del ojo derecho; mas el tuerto del ojo izquierdo pagará al Papa 10 libras, 7 sueldos. Los bizcos pagarán 45 libras, 3 sueldos.
33. Los eunucos que quisieran entrar en las órdenes, pagarán la cantidad de 310 libras, 15 sueldos.
34. El que por simonía quisiera adquirir uno o muchos beneficios, se dirigirá a los tesoreros del Papa, que le venderán ese derecho a un precio moderado.
35. El que por haber quebrantado un juramento quisiere evitar toda persecución y librarse de toda nota de infamia, pagará al Papa 131 libras, 15 sueldos. Además entregará 3 libras para cada uno de los que le habrán garantizado.

Y así muchos más casos a cual más espeluznante. Incluso en la Taxa Camarae se contemplaba la posibilidad de comprar el perdón por algún hecho venidero, de modo que quien pensara cometer un crimen podía comprar su perdón celestial de antemano. Cuentan también quienes defienden la existencia de este texto, que fue emitido por el Papa León X, aunque ciertamente este extremo sí que jamás ha podido demostrarse.

Sea como fuere, esta Taxa Camarae ha levantado una intensa polvareda, en la que el Vaticano nunca ha entrado, entre los que defienden al catolicismo más acérrimo, y los que pretenden sacar a la luz lo que ellos llaman “las mentiras de la Iglesia”.

La veracidad o no de documentos como éste lo dejamos en la inteligencia de cada uno y en sus propias creencias religiosas.

Sólo recordamos una frase que pasó a la Historia... “Eppur si muove”…

miércoles, 15 de febrero de 2012

Roanoke: El misterio de la colonia inglesa perdida

El primer intento inglés de crear una colonia estable en territorio americano terminó en el más espectacular de los fracasos, dando lugar a un misterio histórico que aún hoy perdura: los 117 colonos, hombres, mujeres y niños, abandonaron el asentamiento para adentrarse en la floresta salvaje, sin que nadie sepa con certeza cuál fue su destino o qué motivó exactamente su partida.

El proyecto de establecer un asentamiento estable en el Nuevo Mundo había partido de la iniciativa privada de Sir Walter Raleigh, quien tras obtener el permiso de la reina organizó y financió toda la operación. Los informes de sus exploradores le hicieron escoger como ubicación de la colonia la isla de Roanoke, de 46 km² y clima benigno, situada frente a la costa de lo que hoy es el estado de Carolina del Norte.

En 1586 llegó a la isla un primer contingente colonizador compuesto por 75 veteranos que pronto hicieron un ataque preventivo contra los nativos de la isla. Al poco solicitaban al corsario Francis Drake pasaje hacia Inglaterra, atemorizados por las posibles represalias.

Raleigh, al que la reina solo había concedido diez años de plazo para establecer de forma exitosa su colonia en América, se apresuró a organizar un segundo grupo, esta vez de 117 colonos e incluyendo mujeres y niños. Al frente del mismo situó al artista John White.

White, que era amigo de Raleigh, había participado ya en el viaje de exploración a la zona. Esta vez embarcó en la aventura a su yerno y a propia su hija, Eleanor Dare, que estaba embarazada y daría a luz a una niña en la isla.

Lo primero que el gobernador White hizo al llegar a Roanoke fue intentar restablecer las relaciones con las tribus a las que habían agredido sus antecesores, aunque sus tentativas diplomáticas no tuvieron éxito. Como consecuencia, los colonos se sentían cada vez más inseguros, y, para empeorar las cosas, los alimentos comenzaban a escasear.

Ante este panorama, White decide regresar a Londres a solicitar ayuda y víveres, y lo hace arriesgando su propia vida al cruzar el Atlántico en una época del año desfavorable para la navegación. Lamentablemente, una vez en Inglaterra se queda bloqueado por la guerra con España, sin poder volver a Roanoke a pesar de hace todo lo humanamente posible. Pasarán tres años hasta que logre desembarcar otra vez en la isla.

A su regreso, encuentra las casas de sus súbditos desmontadas y el lugar vacío. No hay signos de lucha ni un sólo resto humano a la vista. Sus compatriotas no han dejado ningún mensaje, tan solo la palabra “CROATOAN” grabada sobre un poste, y algo más allá, en un árbol, una sílaba: “CRO”.

Los Croatoan eran una tribu cercana que siempre se había mostrado amistosa con los ingleses. Como en el poste, junto al nombre de esta tribu, no aparece grabada una cruz maltesa, signo que según habían convenido los colonos y White antes de la partida de este significaría que habían sido atacados, el gobernador piensa que esto indica un traslado de los colonos al continente, a la capital de los Croatoan.

Quiere ir a buscarlos, desea con todo su corazón volver a ver a su hija y a su pequeña nieta, pero una descomunal tormenta se aproxima, y el corsario que a duras penas ha accedido a llevarlo a Roanoke no va a esperar más. White se ve, por tanto, obligado a regresar a Inglaterra. Morirá en 1606 sin saber qué fue de su familia.

Existen varias hipótesis sobre lo sucedido con los colonos de Roanoke. Según una de ellas, habrían sido aniquilados por indios hostiles. Según otra, por los españoles. Otra especula con la posibilidad de que se hubiesen cansado de esperar la ayuda de White, intentando volver a Inglaterra por sus medios y perdiéndose en el océano.

Sin embargo, la teoría considerada hoy como más factible concuerda en principio con la suposición de White. Afirma que los colonos ingleses fueron acogidos generosamente por los Croatoan, y, con el paso del tiempo, asimilados por ellos. Varias tribus actuales se consideran sus descendientes, total o parcialmente. Los más identificados con esta tradición son los indios Lumbee, asentados desde hace años en el condado de Robson (Carolina del Norte).

Entre los Lumbee, al menos hoy día, abundan el pelo rubio y los ojos azules, y su color de piel va desde el moreno al blanco. Entre sus apellidos se reconocen casi la mitad de los apellidos de los colonos de Roanoke, y se dice además que hablan inglés y profesan la fe protestante desde época muy temprana.

El Centro La Colonia Perdida para la Ciencia y la Investigación The Lost Colony Centre for Science and Research) lleva a cabo en la actualidad un proyecto mediante el cual estudia el ADN de los posibles descendientes de los colonos perdidos.

martes, 14 de febrero de 2012

La Cámara de Ambar: Un misterio de la lujosa habitación del zar de Rusia

Cuando Catalina entró en la Cámara de Ámbar quedó maravillada ante semejante belleza. Desde que la viera por primera vez en San Petersburgo había quedado prendada de ella y había deseado trasladarla completamente a su palacio en Tsarskoye Selo. Setenta y seis soldados habían necesitado para trasladarla a cuestas, panel a panel, durante seis días. Y aún así, no habían sido suficientes como para cubrir toda la cámara, por lo que los huecos en las paredes los habían rellenado con otros mosaicos y con espejo. Además, los bajos de la Cámara los habían tenido que pintar en el mismo color miel. Pero ahora, al fin, aquélla era su maravilla. La que todos considerarían desde entonces como la “Octava Maravilla del Mundo “.

Allí, frente a esa Cámara, pude revivir su misteriosa historia, la que la llevó a ser trasladada por primera vez desde Charlottenburg en Berlín, hasta San Petersburgo, a la residencia imperial del zar Pedro el Grande, en el año 1717, como regalo del emperador alemán Federico Guillermo I de Prusia.

En San Petersburgo fue instalada la Cámara de Ámbar en el Palacio de Invierno, pero años después fue la Emperatriz Elisabeth quien la mandó llevar hasta el Palacio de Catalina en Tsarskoye Selo en el año 1755. Fue dos años después cuando la zarina Catalina mandó instalar cuatro mosaicos traídos especialmente de Florencia para completar el trabajo, y encargó la obra al maestro Rastrelli. Allí se acopló, entre otros muebles, una cómoda que había sido realizada por unos ebanistas de Berlín en el año 1711.

Curiosamente, casi 250 años después de que se instalara aquella Cámara de Ámbar en el Palacio de Catalina, lo único que se conserva es esa cómoda, que apareció en 1997 en un almacén, abandonada, del Museo de Artes Aplicadas de Berlín, y uno de los mosaicos florentinos, el llamado de “los sentidos del tacto y el olfato “, que un tal Achtermann intentó vender en ese mismo año por cinco millones de marcos, tras haberla encontrado en el desván de su casa.

Pero, ¿cómo desapareció? ¿Qué ocurrió con aquella maravilla imperial de ámbar y qué se ha hecho de ella?... Lo cierto es que durante la Segunda Guerra Mundial, los alemanes, ávidos de recopilar obras de arte por todo el mundo, saquearon el Palacio de Catalina cuando llegaron hasta la ciudad rusa. Y una de las habitaciones desmanteladas totalmente fue, precisamente, el famoso Salón de Ámbar. Corría el año 1941 cuando los soldados de la Werhmacht se llevaron todos aquellos paneles dorados hasta el castillo de Königsberg. Sin embargo, no sería ese su último traslado, pues cuatro años después, a punto de caer ya el régimen nazi, el Salón de Ámbar fue nuevamente trasladado a un sitio desconocido.

Fue la última pista que se tuvo de aquella maravilla coral. Desde ese preciso momento, comenzaron a surgir las leyendas que han dado vida a este misterio; se han contado todo tipo de historias, pero quizás la más fundada fuera la de que aquellos paneles acabaron en una mina perdida cercana al Báltico, donde quizás se quemaron. Las teorías se fueron haciendo cada vez más fuertes, y no hace mucho, Peter Haustein, un enamorado de la Arqueología, además de Diputado alemán y al mismo tiempo estudioso y buscador durante diez años de la Cámara de Ámbar, encontró y descifró unos documentos de un oficial de la antigua Luftwaffe alemana, ya fallecido.

Según estos documentos, bajo una mina abandonada cerca de la frontera con la República Checa, en Deutschneudorf, habrían escondido un gran tesoro de obras y joyas valiosas, expoliados por los nazis durante los años de la Guerra, y entre ellos, podría estar el famoso Salón de Ambar. Sin embargo, y como la historia no podía acabar siendo desvelada tan fácilmente, comenzó a extenderse el rumor de que aquel pasadizo minero podría estar cargado de bombas y trampas… y así, en febrero pasado comenzaron las excavaciones para sacar a la luz aquel famoso tesoro oculto…

Mientras tanto, como buenos turistas, de lo más que podemos disfrutar ahora mismo, aparte de aquella cómoda y aquel mosaico recuperado (que por cierto había sido robado por el padre del chico que intentó venderlo cuando era soldado nazi), es de una reconstrucción idéntica a la original, hecha con el mismo material y emplazada en el mismo lugar que estaba la famosa Cámara de Ámbar. Seis toneladas de ámbar y veinticuatro años de trabajo fueron necesarios para inaugurar en mayo de 2003 esta fantástica maravilla.

Ahora que aquel misterio se ha hecho un poco más famoso gracias al libro de Matilde Asensi, “El Salón de Ambar”, quien sabe si nos encontraremos a poco tiempo de volver a encontrar una de las grandes maravillas artísticas del mundo.

lunes, 13 de febrero de 2012

La desaparición del Vuelo 19: El incidente más famoso sobre el Triángulo de las Bermudas

El 5 de diciembre de 1945 una escuadrilla de cinco aviones torpederos Avenger TBM-3, pertenecientes a las Fuerzas Aéreas norteamericanas, desaparecieron sin dejar rastro durante unos vuelos de práctica a pocos minutos de haber partido de su base de Fort Lauderlade, Florida. La desaparición se produjo en la zona que popularmente se conoce como “El Triángulo de las Bermudas”.

La flota de aviones, bajo el nombre clave de vuelo 19, estaba preparada para afrontar condiciones de clima adverso y estaban provistos de combustible suficiente para volar cerca de 1.800 kilómetros. Sin embargo, las condiciones del clima en ese día eran más que favorables (apenas unas pocas nubes en el cielo), y las desapariciones se produjeron cuando los torpederos habían volado apenas unos 120 kilómetros desde el despegue.

Casi dos horas después de haber salido de la base militar, el piloto del avión insignia, el teniente veterano de marina Charles C. Taylor habló a la torre de control desconcertado. Habían perdido el rumbo. “No estamos seguros de nuestra posición. No podemos avistar tierra”, repetía el hombre a cargo de la escuadrilla de aviones. “Todo parece raro... hasta el océano está distinto... parece que estuviéramos sobre aguas blancas...”

Las comunicaciones entre los pilotos y las torres de control se fueron entrecortando hasta desaparecer por completo. Algunos minutos después fue enviado un hidroavión para iniciar la búsqueda de la flotilla perdida, pero a los 27 minutos de salir de la base, el hidroavión también desapareció.

La zona del Triángulo de las Bermudas es reconocida mundialmente por los misterios que encierra. Es un área de casi 4 millones de kilómetros cuadrados que se extiende desde Melbourne, en la punta de la península de Florida, hasta Puerto Rico y las islas Bermudas. Cientos de desapariciones de barcos y aviones a lo largo de su historia le han dado su velo de misterio que aún hoy lo hacen famoso.

Es preciso aclarar que la zona es una de las más transitadas del mundo por aviones y por barcos, y que no todos desaparecen. De hecho, comparativamente hablando son apenas unos pocos. Pero la manera en que los aparatos que han desaparecido, lo han hecho sin dejar rastros es lo que llama la atención. Es un misterio porque no existen explicaciones lógicas a tales desapariciones.

Ante estos hechos, las teorías hablan de superposición de dimensiones, abducciones alienígenas, burbujas de gas metano, influencia de viejas y extrañas máquinas de la civilización perdida de la Atlántida, experimentos ultrasecretos del gobierno estadounidense, etc. En cuestiones de conjeturas, las teorías son amplísimas.

Sin embargo, hace un tiempo ya que el Triángulo de las Bermudas ha dejado de sonar con fuerza en los ámbitos del mundo paranormal o de los misterios. No ha habido desapariciones que contar. No parece que los aviones o los barcos de hoy se pierdan en sus aguas. Tal vez se cerró el portal dimensional.

Tal vez, los extraterrestres se han aburrido de secuestrar humanos. Tal vez, a las viejas máquinas de la Atlántida se le han acabado sus baterías. Tal vez el gobierno norteamericano esté cansado de experimentos ultrasecretos en esas aguas, y ahora esté apuntando con sus conspiraciones a otras regiones del mundo, un poco más lejos de su casa.

O puede que el Triángulo sólo se esté tomando un respiro...

viernes, 10 de febrero de 2012

La extraña resurrección de Joan Norkot: Un hecho completamente inexplicable

A mediados del siglo XIX llegó a manos del doctor Henry Sampsom la copia de un viejo manuscrito redactado doscientos años antes por un antiguo parlamentario llamado John Mainard, en donde este narraba un extraño caso judicial del cual había sido testigo y que, en apariencia, se resolvió gracias a que la víctima regresó momentáneamente a la vida para delatar a sus asesinos.

El crimen tuvo lugar en Hertfordshire (condado cercano a Londres) durante una noche de 1629. A la mañana siguiente, Joan Norkot aparecía degollada en su propia cama. Además de la víctima y su hijo pequeño, bajo el mismo techo vivían su marido, su suegra, su hermana y el marido de esta, quienes declararon que la muerte de Joan se debía a un suicidio.

Sin embargo, la escena del crimen y la personalidad de la víctima no parecían apoyar esta hipótesis, por lo que el jurado solicitó al juez la realización de la “prueba del tacto”, un viejo procedimiento judicial todavía vigente en la época, el cual se basaba en la creencia de que el cuerpo de la víctima de un asesinato reaccionaría de alguna manera al contacto de su asesino.

Así, treinta días después de haber sido sepultado, se exhumaba el cadáver de Joan Norkot. Las cuatro personas adultas que compartían casa con ella fueron instadas a, una por una, tocar el cuerpo. Según los testigos, este comenzó a sudar y adquirió un tono sonrosado, como si la sangre volviese a fluir por sus venas. Entonces abrió un ojo y lo volvió a cerrar, repitiendo el guiño tres veces, a la vez que les apuntaba con su dedo índice y lo volvía a retirar. Finalmente regresó a su estado anterior, dejando a todos los presentes entre estupefactos y aterrorizados.

A pesar de la espectacularidad de los resultados, esta prueba no bastaba para condenar a los cuatro familiares de Joan Norkot, pero sí para abrir un juicio y sentarlos definitivamente en el banquillo de los acusados. Aunque en este primer juicio fueron absueltos, este se repitió tras la apelación del hijo de Joan, y esta vez se presentaron pruebas que descartaban definitivamente la teoría del suicidio: la cama sobre la que había sido hallado el cadáver apenas estaba revuelta, lo cual parecía indicar que el mismo había sido movido de sitio; el cuchillo estaba demasiado lejos de la cama como para que lo hubiese empuñado la propia Joan y esta tenía, además de la herida en la garganta, el cuello roto. Por último, se supo había huellas ensangrentadas de otra persona sobre su cuerpo cuando fue hallado.

El posible móvil no estaba claro, pero todo parecía apuntar a los acusados como autores del crimen o, al menos, como encubridores. El marido, la suegra y la hermana de la víctima fueron declarados culpables y condenados a muerte, a pesar de sus protestas. Su cuñado fue absuelto y, finalmente, la mujer más joven se libró de la horca por estar embarazada.

El doctor Sampsom publicó el caso en 1851 en la revista Gentleman’s Magazine and Historical Review. Un tabernero llamado Hunt le había proporcionado la copia del manuscrito original de Mainard, quien a pesar de seguir todo el proceso atentamente no fue testigo directo de la temporal resurrección de Joan Norkot.

Su descripción del suceso se basaba en el testimonio del clérigo que debía dar fe de ella así como en el de otros testigos. Si confiamos en la cadena de transmisión de la historia (Sampsom, el tabernero Hunt, el copista o los copistas que reprodujeron el manuscrito de Mainard, el propio Mainard, el clérigo testigo del evento) debemos admitir que se trata de un hecho completamente inexplicable.

jueves, 9 de febrero de 2012

Los asesinatos de Keddie y los creepy crawling: La aparición de extraños sucesos y de una violencia cada vez más descontrolada

Los años 60’s y 70’s fueron años complicados para la juventud. Años de revueltas, de rebeldía contra la sociedad en general y contra los gobernantes en particular. Un exceso desenfrenado de drogas, de sexo, de alcohol. Fueron muchos los acontecimientos que se extendieron sobre todo en Estados Unidos y que motivaron la aparición de extraños sucesos y de una violencia cada vez más descontrolada, como el asesinato de Sharon Tate o los Keddie Murders (asesinatos de Keddie).

Charles Manson fue una de las figuras claves y más conocidas de aquel mundo devastador. Un loco, dicen unos, un genio, lo califican otros, pero a fin de cuentas, un asesino que se aprovechó de su locura y de su poder de seducción para arrastrar tras de sí a una serie de jóvenes que buscaban su propia identidad y estaban perdidos. Aún en la lejanía, en el tiempo y en el espacio, su largo mano sigue actuando en muchos sitios, a través de la mano de otros como él que creen ver en Manson a un dios y en sus profecías a los resultados de un destino cierto.

El creepy crawling es el nombre que se le dio a un macabro “juego” inventado por él. Manson y sus seguidores escapaban por las noches para entrar en casas seleccionadas y cambiarles los muebles de sitio sin que sus propietarios se dieran cuenta en el momento de lo ocurrido, de tal modo que cuando se despertaran y vieran la casa nada estuviera en su lugar. Es de imaginar el horror que debe sentirse saber que se ha estado durmiendo tranquilamente y cuando te levantas te das cuenta de que alguien estuvo en tu casa, o en el peor de los casos, pensar en la presencia de espíritus.

Lo peor podía ocurrir en aquellos casos en que, desgraciadamente para los propietarios, éstos se despertaran y pillaran a los crawlers dentro de la casa, porque generalmente no tenían escrúpulos para acabar con ellos de la manera más sangrienta. Aún hoy el motivo exacto por el que ocurrió lo que sucedió en el asesinato de Sharon Tate no se conoce, pero lo que sí se sabe es que aquella noche comenzó como otro juego más, como otro creepy crawling que acabó desembocando en la masacre.

Fue su caso más famoso en el que intervino directamente Charles Manson. Pero aún después de encerrado, ese macabro juego sigue haciéndose. Uno de los casos más conocidos y misteriosos es el ocurrido en el pueblo de Keddie, una población idílica situada en Pluma County, en California. Fue el conocido como “Keddie Murder“, o “el asesinato de Keddie“.

Corría el año 1981, un 11 de abril, y la pequeña Sheila Sharp, con tan sólo 14 años, se había marchado a pasar la noche a casa de su mejor amiga. Tras divertirse y compartir casa con su amiga, a la mañana siguiente volvió a su cabaña, la nº 28 del Keddie Resort. Lo que encontró allí al entrar fue espeluznante.

Al entrar descubrió en el interior, brutalmente asesinados a su madre Glenna, de 36 años, a su hermano John, de 15 y a una amiguita de éste, Dana, de 17. Aterrorizada, la pequeña buscó a su hermanita menor, Tina, que contaba sólo 13 años. No pudo encontrarla. Tina había desaparecido.

Los informes policiales contaron que la familia había sido torturada durante casi 10 horas, que les pegaron con martillos y que los acuchillaron. Al ver la posición de los muebles se dieron cuenta de que algunos habían sido cambiados de sitios, y automáticamente se empezó a pensar en nuevo “creepy crawling”. Desgraciadamente, y con mucha probabilidad, los asaltantes habían sido descubiertos antes de acabar, y aquello desencadenó la tragedia.

El resto lo hizo todo el miedo popular. Se dice que aquel pueblo, antes idílico, está maldito. Muchos de los vecinos se marcharon por miedo e incluso la cabaña nº 28 fue derribada. De Tina nunca más volvió a saberse nada a pesar de las muchas investigaciones, y el misterio continúa sin resolverse...

miércoles, 8 de febrero de 2012

El caso Angélique Cottin: El misterio de la niña eléctrica

Angélique Cottin era una niña inglesa, campesina, de baja estatura, que al parecer ejercía un extraño efecto sobre las personas y las cosas, que hoy en día se conoce como psicoquinesia o telequinesia. De hecho, los fenómenos psíquicos que ella producía son muy similares a los que normalmente se asocian con los poltergeists.

A Angélica se le conocía como la Chica Eléctrica o la Chica Poltergeist, y su caso, aunque no único, fue uno de los primeros fenómenos paranormales investigados científicamente. Como tal, Angélique merece una seria atención, no sólo por parte de los parapsicólogos y los entendidos en la materia.

Los extraños fenómenos en torno a esta niña comenzaron a suceder en la ciudad de La Perriere, en Francia, el 15 de enero de 1846, cuando Angélica contaba con 14 años. A las 8 de la noche, Angélica junto con otras chicas, estaba tejiendo guantes de seda, cuando, de repente, la rueca que usaban comenzó a temblar como si estuviera viva.

Las niñas intentaron contarlo a sus vecinos, pero éstos no les creyeron y les obligaron a continuar con su trabajo. Una por una volvieron lentamente de nuevo al taller, que se mantuvo tranquilo hasta que Angélica llegó a él. En ese momento, las ruecas comenzaron de nuevo a moverse misteriosamente. Todas las niñas gritaban de pánico, menos Angélica, que sentía una extraña sensación de atracción hacia las ruecas.

Cuando los padres de Angélica se enteraron del incidente, pensaban que su hija debía estar poseída. Así que la llevaron a la iglesia del pueblo, a fin de que fuera exorcizada. Sin embargo, el cura pretendía primero presenciar el extraño fenómeno por sí mismo, para convencerse del extraño suceso, y aconsejó a sus padres que llevaran a la niña a un médico.

Mientras tanto, las sensaciones extrañas de Angélica continuaron. Cuando la niña trataba de sentarse en una silla, ésta la empujaba hacia fuera, y era tal la fuerza del poder que ni siquiera un hombre la podía sentar sobre ella. Si dormía en una cama, ésta se sacudía, y el único lugar en el que podía hacerlo era sobre una gran piedra recubierta de corcho.

Los objetos se acercaban a ella, incluso sin contacto físico aparente. El simple toque de su mano, incluso sobre muebles pesados, hacía que éstos rebotaran y saltaran de arriba a abajo. Las personas que estaban cerca de ella podían tener con frecuencia descargas eléctricas. Cuando esto sucedía, el corazón de la niña latía a 120 pulsaciones por minuto, y a veces venían acompañadas de convulsiones.

Lo curioso del caso era que los metales no se veían afectados por su poder, lo que indicaba que, si fuera un poder eléctrico, sería un poco raro. Sus poderes a veces desaparecían durante dos o tres días, y a continuación se iniciaban sin previo aviso. Cuando ella se encontraba cansada, por ejemplo, los efectos se reducían.

La niña fue llevada a París para que fuera sometida al estudio médico. Allí fue examinada por el doctor Tanchou, que fue testigo de sus poderes. Precisamente, en muchas ocasiones, el sofá en el que se sentaba la niña se movía por la sala de consulta. El médico, sumamente impresionado, requirió los servicios del famoso físico y astrónomo, Francois Arago. El físico llegó a la conclusión que los fenómenos eran reales y publicó un informe en febrero de 1846.

Arago pensaba que el poder de Angélica se debía al electromagnetismo. Señaló que el lado izquierdo de su cuerpo, concretamente sobre su mano izquierda y la pelvis, se hallaba más caliente que la parte derecha cuando se producían los fenómenos de la niña. Además, los fenómenos no se producían continuamente, sino sobre todo de noche, entre las siete y las nueve.

Arago se inclinó aún más hacia su teoría del electromagnetismo cuando descubrió que la niña tendía a lanzar los objetos que se movían a su paso hacia el norte, incluso la propia Angélica actuaba como una brújula, ya que siempre lograba acertar dónde se encontraba el norte de algún lugar en concreto.

A pesar de la imprevisible naturaleza de los fenómenos, la salud de Angélica era excelente, aunque se sugería que alguna enfermedad nerviosa era lo que podía haber provocado el origen de los fenómenos. Los padres de la chica, pobres y viendo la sugerente oportunidad, decidieron, en contra de Arago y los médicos, realizar en París una exposición con la niña, para que la visitaran los turistas previo pago.

Sin embargo, el 10 de abril de 1846, los fenómenos paranormales desaparecieron, y ya no volvieron jamás...