miércoles, 31 de agosto de 2011

Lilith: La madre de las bestias

La tradición ortodoxa dice que Eva fue la primera mujer de Adán y, por tanto, la madre de toda la humanidad. Su rol de mujer sumisa y procreadora lo perfeccionó, una vez fueron expulsados, Adán y ella, del Paraíso. No obstante, la creencia heterodoxa rebate este arraigado mito al introducir una figura transcendental: Lilith. Algunos textos defienden que ella fue la primera (y verdadera) mujer de Adán; pero que su carácter indómito obligó a Dios a recurrir a la costilla Adánica para modelar una mujer antagónica a ésta: Eva -aunque el éxito no fue total, reza el Génesis-.

No obstante, el atractivo casi demoníaco de Lilith embriagaba la razón de Adán y acababa refugiado, casi todas las noches, en sus ardientes brazos. Condenada por su sexualidad, se la considera la “Reina de los Súcubos”, la “madre de los vampiros” y la mujer infértil. Los apelativos propios de una figura femenina independiente, escapista al código que regía la conducta de su época. Por tanto, la distorsionada imagen de este tipo de mujeres en los textos sagrados -consideradas impuras, herejes y brujas- influenció negativamente, durante siglos, en la historia de la mujer.

Aparte de impura, se cree que Lilith es “la madre de los vampiros”. Según la tradición hebraica, no aceptaba mantenerse inmóvil bajo Adán por lo que, durante un acto sexual, huyó hacia el bosque transformándose en viento helado. Sola y repudiada por su esposo, desata el fuero reprimido de su interior. Decide vengarse asesinando bebés y alimentándose de su sangre. La cultura popular exigía que, para potenciar la fertilidad, la mujer debía permanecer bajo el hombre.

Lilith, se sobrentiende, no quería ser madre, no quería asumir su irrenunciable rol de mujer. Consciente de su fuerza y poder de seducción, lleva a cabo una macabra venganza: satisfacer su ilimitada sed de sangre.

Liberada su furia, además, preserva su inmortalidad al escapar del castigo de Dios; para ello, se refugia entre las tinieblas, en la más tenebrosa oscuridad. Contrariamente, Adán y Eva fueron castigados por cometer, a plena luz del día, el pecado original. No sólo fueron expulsados del paraíso, también los despojaron de su inmortalidad. Lilith, eternamente joven, expande su imperio de sed de sangre impunemente.

Y, además, no está sola. Ha reunido, a lo largo de los siglos, un ejército de inmortales que satisfacen los primarios deseos de su madre, la reina de los vampiros.

martes, 30 de agosto de 2011

Leyenda de la perla del dragón: La joya más preciada del Reino de China

Habitaba en la isla de Borneo, en la montaña más alta de la isla Kinabalu, un pacífico dragón que custodiaba celosamente una preciosa perla. Todos los días jugaba con ella; la lanzaba al aire y la recogía con la boca. Se sentía dichoso con su exquisita perla y no pedía nada más a sus días. Muchos habían intentado en vano arrebatarle su tesoro, ya que el dragón no estaba dispuesto a perder su única posesión.

No obstante, el emperador de China estaba dispuesto a retar al pacífico dragón y solicitó a su primogénito, el príncipe heredero, que consiguiera la perla para el tesoro imperial. Tras varios días de travesía, el príncipe divisó la montaña y, en su cima, al juguetón dragón. Ideó un plan para arrebatarle la perla sin correr peligro. Ordenó a sus hombres que construyeran una cometa capaz de soportar el peso de un hombre y una linterna de papel.

Tras siete días de arduo trabajo, los hombres del príncipe acabaron la cometa, la más hermosa jamás vista. Al caer la noche, montó en la cometa y voló a lo alto de la montaña. Se adentró sigilosamente en la cueva. El dragón dormía profundamente, portando en sus patas la preciada perla. Con sumo cuidado, le arrebató la joya y en su lugar dejó la linterna de papel. Hizo una señal a sus hombres para que recogieran la cuerda de la cometa. Aterrizó, sano y salvo, en la cubierta del barco.

Rápidamente, mandó izar las anclas y el barco zarpó a la mar, aprovechando una suave brisa. Cuando el dragón despertó, descubrió que le habían arrebatado la perla, dejándole una linterna de papel. Estalló en cólera. Comenzó a echar fuego y humo por la boca y se lanzó montaña abajo para atrapar a los ladrones. Rastreó todos los rincones de la isla, hasta que divisó en alta mar un junco chino. Se precipitó hacia el navío y gritó con todas sus fuerzas: “¡devolveme mi perla!” Los marineros estaban aterrorizados.

El príncipe, en un intento desesperado por zafarse del dragón, mandó cargar el cañón más grande y disparó contra su furioso perseguidor. El dragón vio como entre la nube de pólvora salía una bola y pensó que era su perla. Abrió la boca para recoger su joya… Y se hundió en las profundidades del mar. El príncipe y sus hombres regresaron triunfantes, y la perla se convirtió en la joya más preciada del Reino de China.

lunes, 29 de agosto de 2011

La leyenda de la muñeca Matrioska: Historia tradicional rusa

Había una vez un virtuoso carpintero ruso llamado Serguei, que se ganaba la vida tallando los más hermosos objetos de madera: instrumentos musicales, juguetes... Todas las semanas, se enfrentaba al frío del bosque para buscar madera y así construir nuevos objetos. La mañana que le tocaba salir para recolectar material, se encontró todo el campo cubierto de una gruesa capa de nieve. La noche había sido cruenta, y el carpintero rezó para que la fortuna le sonriera. Sin embargo, toda la madera que encontraba en su camino estaba húmeda, y tan sólo le servía para calentarse al fuego.

Abatido por el cansancio, decidió retornar a su hogar y probar suerte al día siguiente. Cuando se disponía a dar media vuelta, le llamó la atención un bulto que sobresalía de un árbol. Al acercarse, comprobó que se trataba de un trozo de madera espléndido, el más bello que había visto en su vida. Presto como el rayo, regresó a su estudio, pero tardó varios días en decidir qué tallar. Finalmente, se decidió e ideó una preciosa muñeca.

Era tan bonita, que convino no venderla sino quedársela para que le hiciera compañía. “Te llamaré Matrioska, dijo a la inerte figura. Cada mañana, al levantarse se dirigía a su única compañera: “buenos días, Matrioska”. Un día, ésta le respondió: “buenos días, Serguei”. El carpintero se sorprendió, pero en vez de sentir miedo, se sintió feliz por tener alguien con quien hablar.

Al tiempo, el carpintero percibió que Matrioska estaba triste y le preguntó qué le ocurría. Ésta le contestó que veía cómo todo el mundo tenía un hijo o hija, y que ella anhelaba tener uno. “Tendré que abrirte y sacar madera de ti, y eso será muy doloroso”, le contestó Serguei. A lo que ella le replicó: “En la vida, las cosas importantes requieren de pequeños sacrificios”. Y ni corto ni perezoso, éste talló una réplica, más pequeña, y la llamó Trioska. Ya no sentiría sola.

Pero el instinto maternal se apoderó también de Trioska y Serguei accedió a que ésta también tuviera una hijita. Esta vez se llamaría Oska. Pero Oska también quería descendencia. El carpintero comprobó que apenas quedaba madera dentro de Oska, como mucho podría haber una muñequita más. Tras reflexionar, talló un muñeco diminuto -al que bautizó como Ka- con bigotes, lo puso frente al espejo y le dijo: “eres un hombre no puedes tener hijos”.

Entonces, metió a Ka dentro de Oska. A Oska dentro de Trioska y a Trioska dentro de Matrioska. Un día, misteriosamente, Matrioska desapareció con toda su familia dentro. Serguei quedó desolado.

viernes, 26 de agosto de 2011

Zilant: La criatura legendaria de Kazán

El folklore popular ruso cuenta que Zilant (“serpiente”) es una criatura con forma de serpiente y dragón que mora en el fondo de los Lagos Qaban, y que no duda en atacar a todo aquel aldeano que ose acercarse a la orilla. Tradicionalmente, los rusos la definen como una criatura maligna y despiadada aunque, si son capaces de sobrevivir más de cien años, acaban convertidas en benignas serpientes blancas -”Ajdaha”- y dan buena suerte -como los dragones chinos-.

A Zilant se le representa con un cabeza de wyvern (dragón), cuatro patas de pollo, cuerpo de un ave y cola de serpiente. Sin embargo, la fuerte influencia occidental ha modificado sustancialmente su imagen, acercándose más a la clásica occidental (dragón medieval).

El origen real de esta criatura se remonta a los tátaros y sus leyendas sobre monstruos voladores. Unas leyendas que adoptaron los rusos como propias, sincretizando los elementos de la cultura popular de estos pueblos de Europa Oriental y Asia Central. En Kazán se convirtió, desde principios del siglo XVIII, en su símbolo oficial con forma de dragón heráldico.

Cuentan que en Kazán una hermosa dama se casó con un joven residente del casco antiguo de la ciudad. Ella tenía que ir en búsqueda de agua, pero se quejó de la distancia y las incomodidades en el transporte. Propuso al líder, el Khan local, trasladar la ciudad cerca del lago, al pie de una colina. Sin embargo, en dicho lugar habitaban poderosas serpientes que sólo salían por la primavera. Su líder, Zilant, una criatura con cabeza dragón y cola de serpiente, tenía aterrorizados a los habitantes.

Dispuestos a derrotar a los monstruos, construyeron un cerco de paja en la colina. Todas las serpientes picaron el anzuelo y se “mudaron” al pajar. Los habitantes quemaron el cerco, pero Zilant consiguió escapar de las llamas. El caballero más hábil de Kazán lo hirió, pero éste huyó a los Lagos Qaban, donde se dice que todavía habita. Otros dicen que se convirtió en el Dios Diu y que fundó una ciudad bajo el lago.

Otra versión, de las tantas existentes, sentencia al caballero a muerte. Zilant atrapó, fuera de la ciudad, al valeroso soldado y lo cortó en siete pedazos. Pero éste, mientras se defendía, lo apuñaló con su pica envenenada y la terrorífica criatura, finalmente, murió. Desde entonces, en Kazán, la muerte de Zilant simboliza el triunfo del bien sobre mal.

jueves, 25 de agosto de 2011

El origen de los sueños: Leyenda nocturna árabe

Existe una leyenda árabe que narra el origen de los sueños, esas manifestaciones de imágenes y sonidos que cada noche nos acompañan durante unos pocos minutos. Esos nexos con el subconsciente y sus profundas pulsiones.

El Sueño ofendió gravemente al Dios de las Tormentas, al conceder a los marineros reposo nocturno. Unos marineros que vivían atormentados por dicho dios, y que poco descanso tenían al final de las jornadas. Por ello, el Sueño emprendió un viaje con sus hijos, los Sueños, a una isla encantada para huir de la furia de las tormentas; pero el rencoroso Dios los desvió de su camino, desterrándolos a un lugar inhóspito, condenado al eterno aburrimiento.

En este lugar, la vida se marchitaba, abatida por la melancolía y el desasosiego. Pronto, los Sueños empezaron a deprimirse, a experimentar una tristeza inusual en ellos. Los vientos soplaban con furia en la isla pero, en el crepúsculo, la Diosa Luna iluminaba la región y el Dios de la Tempestad se retiraba a su morada. Al estar fuera del maléfico control de las tormentas, el Sueño permitió a sus hijos que se evadieran de la tristeza nada más caer la noche.

Éstos, gozosos, emprenden el vuelo y recorren el mundo, posándose en los corazones de aquéllos que descansan. Es entonces cuando se desprenden de dulces sueños o terroríficas pesadillas.

Por su parte, los egipcios creían que los sueños eran la vía por la que se comunicaban sus dioses con los seres humanos. Ellos sabían la importancia del acto de soñar, ya que una tercera parte de nuestra vida la pasamos soñando. Los sueños representan las pulsiones más íntimas de nuestra conciencia. Muchas personas sueñan en color, mientras que otros experimentan sus deseos en blanco y negro. El tiempo y el espacio se dilatan, no tienen orden, se alteran. Nuestro pulso se acelera y perdemos los reflejos. Estamos totalmente a merced del subconsciente.

Deseos, miedos, recuerdos… Todo tiene cabida en el estado REM Rapid Eye Movement), un estado de relajamiento total del cuerpo, ya que el cerebro segrega una hormona paralizante -que no paraliza totalmente el cuerpo-. Tras los primeros 80 minutos de sueño, nos sumergimos en esta fase, ya que previamente nuestros sentidos necesitan un descanso total que el sueño REM no proporciona.

Un complejo y fascinante mecanismo de nuestro cerebro; una parte más de la evolución del hombre.

miércoles, 24 de agosto de 2011

Los dragones: ¿Seres buenos o malos?

Es precisamente desde esa época (entre los años 5.000 y 4.000 a.C.) cuando las figuras de los dragones forman parte de nuestra mitología... y tal vez de algo más. Lo sabemos gracias a los restos arquitectónicos encontrados y que datan de aquellos años.

Seres mágicos de los que siempre se han buscado nuevas huellas sobre la tierra, huellas físicas en este caso, que hagan saltar por los aires cientos de miles de teorías escritas sobre ellos. Y es que son tantas culturas que han rendido culto a los dragones. Para algunas estos seres viven en el océano, para otras en el centro de la tierra, algunos tienen alas, para otros cientos de piernas, nueve cabezas, algunos son protectores, otros destructivos...

Lo que tienen en común todas estas culturas es que los dragones son seres que simbolizan la fuerza y el poder. Los grandes estudiosos del tema han fijado a la diosa babilonia y asiria Tiamat, símbolo del mar, como la primera referencia a la existencia de los dragones.

De todas maneras, a todos nos suenan los dragones gracias a la cultura china. La mitología china dice que los dragones se componen de nueve partes de diferentes animales: cuernos de ciervo, orejas de buey, cabeza de caballo, ojos de tigre, garras de águila y tigre, vientre de mejillón, escamas de la carpa y cuerpo de serpiente.

En Asia los dragones tienen que ver con el agua, y controlan el poder de la lluvia. La mayoría son fuerzas de la naturaleza y del universo, y por lo tanto símbolos de la sabiduría, la suerte, la buena fortuna, la nobleza y la divinidad. Por tanto, de Oriente no nos llegan dragones de mal carácter...

El dragón maligno ha sido creación de la cultura occidental. Fue Hércules el que luchó contra los dragones, y el norte de Europa el propio Thor tuvo que hacer frente a Jormungandr, la Serpiente del Mundo. Los dragones de Occidente son criaturas feroces, bestias que secuestraban doncellas, que robaban tesoros, que destruían ciudades y cosechas.

Hay dragones que personifican el mal, dragones que se comen a los niños, al sol, a la luna, dragones que son los creadores de los eclipses y los desastres naturales. Por eso tal vez nos resulte raro, a nuestra cultura occidental, leer ciertos libros o ver algunas películas en donde los dragones son buenos y protectores. Así los ve Oriente, y así será como sean.

martes, 23 de agosto de 2011

El murciélago de colores: Leyenda de la criatura más bella de la creación

Una vez existió un hermoso murciélago. Era la criatura más bella de la creación, ya que en su afán por parecerse al resto de las aves, subió al cielo y solicitó al creador poseer plumas. Éste le contestó que tenía su permiso para solicitar a otras aves sus mejores plumas. Y así lo hizo. Se dedicó a pedir las plumas de aquellos especímenes más vistosos y coloridos.

Tras un tiempo de recolección, el murciélago lucía, ufano, su nuevo y espectacular aspecto. Revoloteaba por toda la tierra recreándose en su imagen. Incluso, en una ocasión, con el eco de su vuelo provocó un maravilloso arco iris. Todos los animales lo observaban fascinados por su deslumbrante imagen. No obstante, los halagos comenzaron a hacer mella en él. La soberbia se apoderó de su raciocinio. Miraba con desprecio al resto de las aves, a las que consideraba inferiores a él por su belleza.

Percibía que ningún otro animal estaba a su altura. Hasta reprochó al colibrí que no era tan agraciado como él. Consideraba que no existía otra cualidad más importante que no fuera el aspecto físico. El resto de aves se sentían humilladas ante el vuelo del murciélago. Su continuo pavoneo se hizo insoportable para todo el reino animal, y sus ofensas llegaron a oídos del creador. Éste decidió intervenir.

Tras observar la actitud del bello murciélago, lo hizo llamar y subir al cielo. Éste se sintió halagado al verse requerido por el ser supremo y su ego se elevó con él. Ante la presencia del creador, comenzó a aletear con una alegría desbordada. Aleteó una y otra vez, desprendiéndose, inconscientemente, de todas sus bellas plumas.

De pronto, se descubrió desnudo, como al principio de los tiempos. Avergonzado, descendió a la tierra, refugiándose en las cuevas y negándose la visión. Durante días, llovieron plumas de colores que éste no quiso observar, procurando olvidar lo hermoso que un día fue. Desde entonces, el murciélago vivió recluido en la oscuridad, lamentando su egoísta actitud.

lunes, 22 de agosto de 2011

Telesita: La niña que danzó hasta morir

Santiago del Estero es una de las provincias de Argentina que más mitos y leyendas urbanas posee. Con paisajes maravillosos pero despoblados, guarda entre las historias de sus lugareños los más maravillosos cuentos de terror y de fantasmas que podemos escuchar. Hoy te contaremos sobre “Telesita”, la historia de Telésfora Castillo, una santiagueña que hasta hoy en día despierta incertidumbre.

Telesita vivía sola en el monte con sus ovejas. Abandonada por sus padres desde los cuatro años, se cuenta que la jovencita solía ir a buscar alimento a las casas cercanas y que era muy común verla vagar por las calles de Santiago del Estero sola y triste.

Pero no todo era tristeza en la vida de Telesita, ya que los lugareños cuentan que la niña rebozaba de alegría cuando escuchaba música o asistía a fiestas en el pueblo. Algunos creían que estaba poseída por el diablo ya que podía pasar más de dos horas danzando sin parar y gritando al compás de la música. Después de danzar durante horas amarraba su pelo nuevamente y, sin despedirse, emprendía camino al monte de nuevo, en mitad de la noche, sola, sin miedo a que nada le pase.

Una semana más tarde los vecinos de Santiago del Estero se reunieron en una nueva fiesta, pero esta vez Telesita no apareció. Extrañados por su ausencia deciden salir todos juntos a buscar a la niña que por ese entonces tenía tan solo 7 años de edad.

A pocos metros de su refugio en el monte apareció el cuerpo calcinado de Telesita. Nadie se explica cómo pudo haber muerto, muchos dicen que siguió bailando hasta arder, otros apuestan que tan sólo se durmió cerca de una fogata y que eso ocasionó su muerte en las llamas… pero no había restos de hoguera alguna por allí.

Desde ese día Telesita es recordada por todos en la provincia. Muchos la consideran una especie de Virgen niña y hasta le atribuyen algunos milagros cumplidos.

viernes, 19 de agosto de 2011

La judía de Toledo: Una de las leyendas más famosas de España

Una de las leyendas más famosas de España es la llamada “La judía de Toledo”, la misma que nos recuerda la historia del rey Alfonso VIII, el cual aún casado con Leonor Plantagenet, hija de Enrique de Inglaterra, se había enamorado de una mujer hebrea llamada Raquel. Dicho de esta forma pareciese ser una historia de amorío e infidelidad más dentro de las miles que mantenían los reyes a lo largo de la historia. Sin embargo, el amor entre estas dos personas trascendería el tiempo y se convertiría en leyenda viviente hasta hoy en día.

La leyenda se desarrolla en la región del río Tajo. En una de sus tantas expediciones, el Rey Alfonso decide cruzar el Tajo para cazar junto a su cortejo. Adentrándose en el bosque en busca de algún desafortunado jabalí advirtió la presencia de un halcón, el mismo que no cesaba de perseguir a una paloma que se encontraba a pocos metros de él.

En cuestión de segundo el halcón logra su cometido e hiere a la paloma y Alfonso, al ver este infortunio, decide matar al halcón. Tras dispararle una flecha, el rey advierte que el halcón había caídos en una especie de jardín propiedad de un lugareño del bosque. Seguido de su cortejo decide adentrarse en el mismo y es en ese momento en el que la vida de este rey español cambiaría para siempre: Raquel aparecería por primera vez ante sus ojos.

Raquel era una joven “afortunada”: sus padres habían muerto debido a una grave enfermedad y ella heredó más de una propiedad y varias riquezas de ellos. Gracias a su vida ociosa había decidió dedicarse a la curandería preparando diferentes remedios caseros a base de hierbas medicinales. Al entrar el rey al Jardín advierte la presencia de Raquel, quien estaba recolectando hierbas de su huerta mientras contemplaba atónita el halcón que hacía pocos minutos había caído muerto entre sus rosales.

Ni el rey mismo supo describir la sensación que le provocó ver a Raquel. Nuca había conocido a alguien tan hermoso, a una persona que irradiara tanta luz. Fascinado por la presencia de Raquel, apenas pudo pedirle disculpas por la interrupción sin aviso a su jardín y luego de unos momentos, sin mediar palabra, sale del mismo junto a su cortejo.

Pasaban los días y el rey no podía dejar de pensar en la belleza de esta mujer hebrea, por eso decidió volver a verla. Alfonso y Raquel comenzaron a frecuentarse cada vez más, convirtiendo un simple encuentro cortés en una ardiente historia de amor. Pero todo se tonaría oscuro con el paso del tiempo: Alfonso ya no podía ocultar su amor por Raquel, pero debía mantenerlo en secreto debido a que era un hombre casado y de ninguna manera se aceptaría, dada su condición de cristiano, una infidelidad tan grande, con una plebeya, dentro del palacio.

Más allá de los problemas que le ocasionaría, Alfonso decide llevar a Raquel a vivir al palacio real. Dejando de lado sus obligaciones, y sin importarle la opinión de su esposa o la Iglesia, Alfonso decide vivir en aquella estancia dentro del palacio junto a su nuevo amor. Pasaron más de 7 años para que todo se vuelva mucho más peligroso: el pueblo, cansado de las malas decisiones de Alfonso, comenzó a levantarse en contra del rey.

Muchos decían que Raquel lo había hechizado; por otro lado, la reina Leonor, legitima esposa, alentaba a las masas contra el rey. La única solución viable era terminar con la vida de Raquel, pues era evidente que si no moría el reino entraría en decadencia absoluta. La reina contrató dos sicarios, quienes aprovecharon una salida del rey para entrar a la casa y matarla clavándole una daga en el corazón.

La tristeza del rey duró pocos minutos, un estado de cólera le invadió al ver a su amada envuelta en sangre y enseguida mandó a encontrar y ahorcar a los responsables del hecho. Sumido en un estado casi de locura, mandó a matar y exiliar a todos aquellos que alguna vez habían desprestigiado su relación con la judía y manda a Leonor, la ideóloga del asesinato, a vivir a un convento de Galicia, lejos del palacio real.

La leyenda cuenta que el rey pasó hasta sus últimos días sentado en la tumba de Raquel, hablándole. Otros dicen que Raquel se convirtió en paloma, aquel animal que simbolizaría el primer encuentro amoroso, y que el rey Alfonso se convertiría en una de ellas al morir para volar junto a su amada. Fuese cual fuere el final de esta historia de amor convertida en leyenda, siempre se recordará la historia de esta judía hechicera que encantó no por sus poderes, sino por su luz.

martes, 16 de agosto de 2011

La maldición de Laurinaga: Leyenda guanche

El señor de las Islas Afortunadas (S. XV), D. Pedro Fernández de Saavedra, era un caballero bravucón y pendenciero que, nada más pisar tierra guanche, comenzó a tener aventuras con las hermosas lugareñas. De estas esporádicas relaciones, nacieron una sarta de hijos ilegítimos. No obstante, según los convencionalismos de la época, hubo de casarse con una mujer de buena familia. La escogida fue Constanza Sarmiento, hija de García de la Herrera, con la que tuvo catorce hijos.

Uno de estos hijos fue D. Luis Fernández de Herrera, quien heredó los atributos físicos de su padre y su egotismo. También dado a los escarceos amorosos, seducía a las indígenas que lo admiraban como a un héroe. Y sería una de ellas su perdición. Una atractiva guanche, bautizada como Fernanda, fue su objeto de deseo durante meses.

Ésta no accedía a sus deseos, pero temerosa de posibles represalias, aceptó a acompañar a D. Luis a una cacería de su padre. Durante la jornada, aprovechó para llevársela a otro lugar, lejos de miradas indiscretas. Sin embargo, al intentar abrazarla, ésta se asustó y empezó a pedir ayuda. Pronto el resto de los asistentes a la cacería se percataron de la ausencia de los jóvenes.
Aunque la comitiva acudió presta al lugar de donde provenían los gritos, un lugareño se adelantó y, por intentar defender a Fernanda, D. Luis desenvainó un cuchillo y el guanche se lo arrebató hábilmente.

Pero, justo en ese momento, aparecía el padre de éste, D. Pedro Fernández de Saavedra, quién con su caballo, aplastó al campesino muriendo éste en el acto. Pocos minutos después, aparecía una anciana, madre del labrador asesinado, y al comprobar quién era el causante de la muerte de su hijo, descubrió que se trataba del hombre que la había seducido en su juventud, padre y asesino de su propio hijo.

Dolorida, elevó sus ojos al cielo, invocando a sus dioses guanches y maldijo toda la tierra de Fuertenventura, por ser D. Pedro Fernández de Saavedra su señor. Desde entonces, el viento sopló con fuerza del Sáhara, quemando todo a su paso. Año tras año, la isla se convirtió en un bello desierto, pero un desierto que, dicen los antiguos, acabará desapareciendo bajo la maldición de Laurinaga.

lunes, 15 de agosto de 2011

La leyenda del trovador Macías: El enamorado que murió trágicamente...

Cuenta la leyenda que Macías, un trovador de Galicia dedicado a escribir los más bellos poemas, durante su vida se vio envuelto en más un amorío. Una de las historias de amor más famosas en las que Macías estuvo implicado fue la que sostuvo con María de Albornoz, quien estaba casada con el prestigioso Enrique de Villena.

Villena y Albornoz eran un matrimonio noble bien acomodado socialmente y económicamente, pero, como todos los matrimonios de la época, el suyo también había sido “arreglado” por sus familias. El amor entre ellos no era puro, sino el resultado del paso de los años y la costumbre. Más pasaba el tiempo y peor se trataba el uno al otro, llegándose a convertir el aprecio en desprecio absoluto.

Macías trabajaba en la casa de los Villena-Albornoz. Desde el momento de la boda de los amos, él había quedado maravillado con la belleza y dulzura de María, enamorándose cada segundo que pasaba un poco más. Escribía rimas y poemas todos los atardeceres y se los regalaba a María, quien cada vez más correspondía a su amor, claro está, en secreto.

Por otro lado, Enrique ansiaba obtener el cargo de maestrazgo de la Orden de Calatrava, pero la condición para ascender al puesto era que fuese viudo o soltero, por lo que, sumido en la ambición, decide ponerse a pensar de qué forma podía deshacerse de María.

Divorciarse era un gran problema, la familia Albornoz nunca lo aceptaría, y el asesinato era demasiado terrible como para hacerlo. Sin embargo pasaron los días y el Enrique decidió cumplir su objetivo fuera como fuese… ¿Cómo? Dándole a Macías la orden de mandar a matar a María.

Macías inventó más de una excusa para negarse a cometer tal acto contra el gran amor de su vida, por lo cual el rey no tuvo otra opción que contratar sicarios para cometer el crimen. Y un día aciago, el rey anunció a toda la comunidad que los restos ensangrentados de su esposa habían sido encontrados en el bosque.

Y varios días después de la muerte de María, Enrique se entera de la relación que mantenía la difunta con Macías, por lo cual decide encarcelarlo, tras haberlo sometido a una paliza, en la cárcel Arjonilla.

Y aquí la historia cambia de rumbo: en una celda contigua a la del trovador estaba María, la misma que se creía muerta desde hacía más de un mes. Entonces, y todos los días, Macías le recitaba poemas a su amada para que ésta aliviara su dolor y desesperación por el encierro. Ahora bien, no podían siquiera verse ni mucho menos tocarse.

Pasaron los meses y Enrique decidió visitar la cárcel. Al llegar y ver que los dos seguían vivos, y peor aún, amándose, mató a Macías. Casi por castigo divino, el Enrique pierde su puesto de maestrazgo varios meses después, quedando pobre y sin amor.

La leyenda cuenta que María logra escapar de la cárcel y regresa a Cuenca, su lugar natal. Los lugareños la veían caminar por las calles del pueblo como una loca, gritando por su amado y llorando sin cesar. Ya no era una noble, era una mendiga de la cual todo el mundo se burlaba.

Otros cuentan que dormía en las puertas de la iglesia donde se encontraban enterrados los restos de Macías. Un día, un sacerdote decide ir hasta el lugar y por sorpresa encuentra a María tumbada sobre la lápida de su difunto amado. Al llamarla, notó vio que no respondía… María estaba muerta.

viernes, 12 de agosto de 2011

Lemminki: El ser sobrenatural de Finlandia

Lemminki es un chamán, un ser sobrenatural de bello rostro; sus largos y ondulados cabellos rubios, junto a sus cautivadores ojos azules le convertían en un seductor nato, en un encantador embaucador. Es el protagonista del poema épico finlandés “Kalevala”, de Elias Lönnrot, quien recopiló las principales narraciones populares finlandesas. En dicho poema, similar a una gesta medieval, se nos cuenta las bajas pasiones tanto de seres de carne y hueso, como de entes, siendo las extravagancias el eje de sus acciones.

En el caso Lemminki, éste es un galán cuyas correrías revelan su torpeza condición mortal. Su sentido del humor es irónico y con tintes vengativos. Esto no lo libra de un trágico destino. A este chamán se le relaciona con el agua, ya que éste se ahogó en las aguas del río Tuonela -el mundo de los muertos- cuando trataba, en un acto temerario, matar al cisne negro que habitaba en dichas aguas.

Por supuesto esta imprudencia respondía al desafío amoroso que había aceptado: sin conseguía derrotar al cisne negro, la reina de Pohjola, Louhi, señora de la Tierra del norte (norte de Escandinavia), le concedería la mano de una de sus hermosas hijas.

Ésta bruja, de gran corpulencia, que tenía la capacidad de convertirse en cualquier animal u objeto. Además, practicaba la magia negra y solía utilizar malignos hechizos contra sus enemigos. Sus dos hijas eran muy codiciadas entre los héroes de leyenda, de ahí que procurara fijarles tareas para aceptar sus peticiones de casamiento.

Generalmente, éstos solían fracasar, ya que Louhi procuraba ponerles toda serie de obstáculos. Por ello, Lemminki acabó muerto, al ahogarse en el río de los muertos, tras una dura batalla contra el cisne negro.

La madre de Lemminki, desolada por su repentina ausencia, rastreó, palmo a palmo, los cielos y la tierra, hasta que halló el cadáver de su hijo, semidesnudo, a orillas del río Tounela. Desesperada, recurrió a toda clase de embrujos hasta que consigue resucitarle.

Gracias a su madre, el bravucón brujo retomó su vida de excesos y vicios. Se decía que era capaz de transmutar la arena en perlas gracias su canto. Siguió protagonizando toda serie de historias indecorosas que permanecieron en los cantos tradicionales finlandeses.

jueves, 11 de agosto de 2011

La leyenda de la laguna de Leandro: El ambicioso de la Puna

La leyenda de la laguna de Leandro es una de las más famosas de la zona de la Quebrada de Humahuaca. La misma nos cuenta que hace más de cien años vivía en dicha región, precisamente en Queragua, un aborigen runa llamado Leandro, el mismo que dedicaba sus días al trabajo y al cuidado de su familia. Leandro y su mujer vivían en una precaria choza típica de la época.

Leandro solía realizar largos viajes por sus tierras, sobre todo para vender los animales de su pequeña granja: llamas y ovejas. En uno de ellos hacía la localidad de Tres Morros logró entrar en contacto con un lugareño de allí, un típico arriero de la Puna quien en una larga conversación le contó sobre los Incas de Atahualpa, quienes habían llegado en la época de la colonización española a la región como emisarios.

El arriero continuó su historia: le contó a Leandro que en uno de sus viajes de regreso de alguna de las misiones, uno de los incas murió asesinado por los mismos españoles, el mismo que contaba con grandes fortunas, entre ellas, muchos objetos de oro. Los compañeros del inca asesinado decidieron esconder sus pertenencias enterrándolas cerca de una laguna al oeste del Humahuaca, a más de 4 mil metros por sobre el nivel del mar.

Al regresar a su choza, Leandro le cuenta esta misma historia a su mujer y totalmente maravillados los dos por la misma deciden pensar la mejor forma de encontrar el tesoro oculto. Luego de varios días de pensarlo, se le ocurrió que la única forma de desenterrar el tesoro era vaciar la laguna. Al día siguiente, Leandro comenzó a construir una especie de zanja que serviría como desagüe de la increíble cantidad de agua que poseía la misma.

En uno de los laboriosos días que Leandro pasaba en la laguna surgió un hecho inesperado. Estaba por caer la noche y el cielo se cubrió de nubes grises y espesas, y desde el centro de la casi ya seca laguna se erigió una figura que representaba un cuadrúpedo con las astas de oro puro. Sumido en la desesperación y el miedo, Leandro corrió hasta su choza jurando no volver a la laguna ya que dicha figura le parecía porvenir del infierno.

Después de varios días la ansiedad y la ambición volvieron a apoderarse del aborigen de Humahuaca, por lo que decidió terminar con lo que había empezado. Tan sólo dos días después de su regreso vuelve a ocurrir lo mismo: la figura del cuadrúpedo se levanto entre las aguas y por medio de una fuerza inexplicable atrajo a Leandro hasta el centro de la laguna, hundiéndolo junto con él y por ende, acabando con su vida.

Este el trágico precio que Leandro tuvo que pagar por su avaricia y ambición. Los lugareños de hoy en día afirman que todavía se escuchan gritos y el ruido de las piedras que, pareciese ser, que las lanza el mismo Leandro, tratando de tapar la zanja que lo llevaría a su muerte en poco tiempo.

miércoles, 10 de agosto de 2011

La espada de Damocles: Una adición tardía a la cultura griega clásica

Dionisios, rey de Sicilia, fue famoso por su dureza y crueldad, no sólo hacia sus súbditos, sino a todo aquel que caía bajo su poder. Inspiraba auténtico terror, a la vez que un intenso odio hacia su persona.

El rey era consciente de todo esto, y por ello se rodeaba de feroces vigilantes, soldados y todo un séquito que lo salvaguardara de cualquier amenaza. Además de tirano, era un gran aficionado a la cultura y a las artes. Se hizo rodear de científicos, escritores, poetas y artistas que, dicho sea de paso, también le temían más que a una vara verde.

Y, cómo no, a su alrededor pululaban los típicos aduladores que trataban de ganarse sus favores. Entre ellos, destacaba Damocles, un cortesano que se pasaba el día cantando y alabando las riquezas y el poder del rey Dionisios. Si el monarca hubiera sido estúpido y vanidoso, seguramente habría estado más que encantado con alguien así al lado, pero no era el caso.

Dionisios, en cambio, estaba más que cansado de tanta halago y tanta tontería. Entonces urdió un maquiavélico plan con el que no sólo se divertiría a costa de Damocles, sino que le daría una lección que jamás olvidaría.

Un día, el rey se acercó a Damocles, y con un tono muy amigable, le dijo: “Ya que te gusta tanto cantar sobre los placeres del trono y del poder, voy a hacerte un regalo que te hará muy feliz. Mañana tengo un gran banquete al que acudirán príncipes y señores que son mis vasallos. Ocuparás mi lugar en el trono y disfrutarás de la fiesta como un auténtico rey. Espero que al final te quedes tan satisfecho que desees volver a ser un hombre normal”. Damocles contestó que, por el contrario, lo más seguro es que se sintiera desolado al acabar la fiesta y tener que dejar el trono, y que lo añoraría durante el resto de su vida.

Cuando llegó el día señalado, Damocles apareció ataviado de ricos vestidos y el rey le ordenó que se sentara en el trono y que le pusieran una corona de oro en la cabeza. Asimismo, Dionisios indicó a los invitados que Damocles debía recibir esa noche los mismos honores que un rey.

Pero la corona pesaba tanto que Damocles empezó a tener dolor de cabeza. Además, resultaba irritante tener que esperar a que los catadores oficiales probasen la comida -por si estaba envenenada-, para poder hincarle el diente. Aún así, y a pesar de todo eso, el “rey por un día”, estaba disfrutando de su momento de gloria.

En ese estado de felicidad estaba el hombre, que no esperaba en absoluto lo que iba a suceder. En un momento en que levantó la cabeza, se dio cuenta de que sobre ella pendía una espada, sujeta tan solo con un fino cabello. Presa del pánico, y temiendo por su vida, rogó al rey que le dejara abandonar su sitio. Pero Dionisios, con una sonrisa burlona, se negó y añadió: “Ciertamente la espada puede caer y matarte en cualquier momento, pero también es cierto que tal vez no lo haga. Sin embargo, quiero que sigas ahí sentado para que aprendas lo estúpido que es cantar sobre lo felices que son los gobernantes, cuando en realidad pasan la vida temiendo perderla. Valiente es aquel que pese a ese temor constante, mantiene el ánimo y la sonrisa. Déjame comprobar si tu corazón es valiente y logras mantener la compostura y la sonrisa”.

En vano Damocles insistió para que se le liberase. Durante toda la velada no dejó de mirar hacia arriba, por si la espada se soltaba, y el rey tuvo que dar órdenes a sus soldados para que impidiesen cualquier movimiento de huida al pobre y acobardado cortesano.

Cuando el banquete llegó a su fin, la espada seguía en su sitio. Dionisios ordenó que quitaran las ropas reales y la corona a Damocles y le dejaran ir.

martes, 9 de agosto de 2011

Leyenda del hombre pez de Liérganes: Un ser legendario de la mitología de Cantabria

La leyenda del hombre pez de Liérganes es sin dudas una de las más interesantes de toda la historia española. La misma comienza en el año 1658, precisamente un 22 de octubre, fecha en la cual nacía en el pueblo de Liérganes (Santander) un niño a quien su madre lo llamó Francisco de la Vega Casar. La leyenda cuenta que Francisco mostraba mucho interés por la pesca desde pequeño, arte que le había enseñado su padre así como también amaba nadar en las aguas del río, ya sea en invierno o verano.

Una vez llegado la adolescencia, Francisco es llevado a Bilbao para aprender el oficio de carpintero debido a que su padre había fallecido y el necesitaba una salida laboral para ayudar a su familia. En el año 1764 Francisco, acompañado de dos amigos, decide ir a disfrutar de las aguas de un río cercano a su hogar. Se sumergieron en las aguas durante largo tiempo hasta que en un momento los amigos de Francisco se dan cuenta que éste se estaba alejando demasiado de la orilla. Lo buscaron durante largas horas, pero el joven no aparecía. Los amigos pensaron que se había ahogado víctima de algún remolino del río.

Los jóvenes corrieron hasta el taller del carpintero a avisar a éste de la desaparición de Francisco y luego de reunir un equipo de búsqueda, los resultados fueron en vano: Francisco había desaparecido en las aguas del río.
Pero la historia de Francisco de la Vega Casar no tendría fin: en verano de 1679 un grupo de pescadores emprendieron su tarea en las aguas del río donde el joven había desaparecido misteriosamente. Luego de un rato se percataron de un pez muy grande que a lo lejos daba vueltas por el aire.

Sorprendidos por la magnificencia de los saltos y el tamaño del pez, deciden pescarlo para ver de qué tipo de animal se trataba. Ese día la pesca del gigante fue en vano. Al día siguiente, los pescadores emprendieron otra vez la pesca tratando de esta vez sí salirse con la suya. Luego de unos minutos lograron atraparlo con una enorme red y decidieron trasladarlo hasta el muelle más cercano para indagar sobre el mismo.

Y es aquí en donde la leyenda toma vida: luego de desenredar al animal de la red, se quedaron atónitos al ver que no retrataba de un animal acuático sino de un ser humano de gran estatura, tez pálida y cabello muy rojo: era un ser humano deformado con escamas de pez y manos con forma de palma de pato. Inmediatamente lo durmieron con un tranquilizante y decidieron trasladarlo hasta un convento cercano al río.

Los monjes del convento aseguraban que estaba poseído por el diablo. Luego de varios ritos de exorcización, lograron que el pez-hombre pronunciara una palabra: “Liérganes”. Uno de los monjes advirtió inmediatamente que esa palabra se refería al pueblo de Santander. Un rato más tarde enviaron un emisario del convento al pueblo de Santander para avisar sobre el episodio y un día más tarde llevaron a Francisco a la casa de su madre, lugar en el cual el joven- pez no demostraba interés alguno.

Pasaban los días y Francisco no emitía palabra alguna. Apenas se alimentaba y dormía casi todo el día.

En febrero de 1687 la historia cambió su rumbo: la madre de Francisco escuchó un ruido fuerte proveniente del jardín, una especie de alarido tal como el que emite un animal herido. Al salir al exterior vio a Francisco correr hacía el río, sumergiéndose en pocos segundos sin dejar tiempo a que lo detengan. Desde aquella vez nadie ha vuelto a saber nada de él.

El río al cual nos hemos referido es el famoso río Miera. Hoy en día son cientos de personas las que asisten curiosamente a buscar algún rastro del hombre pez de Liérganes. Sin embargo, nada se sabe hasta hoy de él.

lunes, 8 de agosto de 2011

Lucifer: El último ángel caído

Lucifer era uno de los querubines más hermosos de la corte celestial de Dios. Su inteligencia y belleza eran tales, que el Creador Supremo lo convirtió en su favorito, o al menos en el más querido. Confiaba ciegamente en éste, colocándole en una posición, únicamente, por debajo de él.

Este “portador de luz” -significado de su nombre, aunque también se le conoce Luzbel o Lucero- fue el primer ángel que Dios creó. Estos maravillosos entes tenían como objetivo “crear”, ya que estaban dotados de razón, voluntad y belleza. Una de las misiones de esta corte de ángeles era la de ayudar a su padre en la creación, por lo que Lucifer fue escogido para crear en la Tierra.

Al verse como ser omnipotente de una tierra árida, viciada y débil de espíritu, el arcángel comenzó a desear convertirse el único señor de la Tierra. No obstante, convino que la cooperación era demasiado complicada, por lo que urdió un plan para invadir el Reino de los Cielos. Durante miles de años, convenció a hordas de ángeles rebeldes para que se uniera a la causa.

Finalmente, cuando llegó el momento de invadir el Cielo, el arcángel Miguel se interpuso en el camino de Lucifer. Tras una dura y sangrienta batalla, Miguel -con la ayuda de Dios- consiguió derrotar al ángel traidor y a sus secuaces.

Derrotado, Lucifer recibió una durísima sentencia: Dios le arrebató su rango, lo rebautizó como Satán, el Diablo (adversario) y lo envió al Infierno junto con los otros ángeles que se convirtieron en demonios. Además, lo sentenció a una perversión de su mente y barrió todo lo creado por éste en la Tierra. Esta primera guerra en el cielo no sería la última, ya que muchos ángeles continuaron (y continúan rebelándose contra su padre, el creador). Estos traidores reciben el nombre de “ángeles caídos”; aquéllos que prefieren unirse a las filas del ejército del Diablo en el inframundo.

Desde esta guerra celestial, el mundo ha estado sometido a la presión de Satán por apoderarse de él. Tiene la facultad de mostrarse como una criatura celestial, además de que en su momento intentó tentar al mismísimo hijo de Dios, Jesucristo. Lucifer, quien fuera la mano derecha del Ser Supremo, quién lo tenía todo a su alcance, prefirió dejarse llevar por la codicia y un ansia de poder que no conoce límites.

viernes, 5 de agosto de 2011

San Patricio y los duendes: Leyenda irlandesa de los enemigos verdes

San Patricio, patrón de Irlanda, fue el fundador de la primera iglesia católica en Irlanda, por lo que incitó a los celtas, paganos, a que se evangelizaran. Igualmente, los milagros se sucedieron por toda la nación, ganando muchos creyentes y evangelizadores.

Los druidas, que adoraban a los dioses celtas, se alarmaron y decidieron tomar represarías contra los traidores de la región. Para ello, convocaron a los duendes (sus ayudantes y/o sirvientes), seres mágicos que habitan en los bosques -los Leprechauns (“zapatero de un sólo zapato”) y los Pixies- y les ordenaron a que cometieran travesuras en la recién estrenada iglesia.

Su mal humor y aspecto, junto con sus continuas bromas a los feligreses, interrumpían las ceremonias e impedían las oraciones. Además, los Pixies, que son una “mezcla” entre los Leprechauns y las hadas, creaban ilusiones ópticas, generando, en la mayoría de los casos, caos en el recinto sagrado. Pronto llegaron las quejas a los oídos de San Patricio, quién tomó cartas en el asunto.

Hizo frente a los alocados duendes diciéndoles lo siguiente: “En nombre de Dios Todopoderoso, yo los expulso espíritus impuros“. Éstos, asustados, huyeron de la Iglesia, convirtiéndose en unos desterrados. Nunca más pudieron volver a pisar un templo cristiano, además de no poder ver la imagen del santo.

Muchos irlandeses, hoy en día, colocan una imagen de San Patricio en sus casas para evitar que los duendes se cuelen en ellas. Igualmente, se utiliza la imagen de éste para bendecir lugares en los que se supone que influencia de los duendes, a modo de exorcismo. Asimismo se le atribuye la proeza de haber librado la Isla de una plaga de serpientes; también otorgó un misticismo al trébol de tres hojas al utilizarlo como ejemplo para describir qué es la Santa Trinidad.

Por otra parte, la festividad de San Patricio se celebra todos los 17 de marzo, a nivel mundial -en Nueva York se hacen desfiles en la Quinta Avenida-, aunque en Irlanda es su fiesta más importante, y tanto cristianos como no cristianos festejan este día vistiendo de verde y degustando comida típica irlandesa.

Aunque éste no era nativo de la Isla, su influencia y obras perduraron en la memoria histórica, ya que consiguió unir a muchos irlandeses que se encontraban separados por el poder de los clanes de druidas.

jueves, 4 de agosto de 2011

Cruce de Caminos: La leyenda de Roldán y Ferragut

En muchas las leyendas relacionadas con el Camino de Santiago, historias que han viajado en los petates de innumerables viajeros a lo largo de los siglos. Una de ellas, ambientada en Nájera (por la que pasa el llamado Camino Francés), trata de gigantes y hombres. Me refiero a la leyenda de Roldán y Ferragut.

Cuentan que, en pleno esplendor del reinado de Carlomagno, un gigante llamado Ferragut (descendiente del mismísimo Goliat) desafió a la guardia personal del emperador, sus doce mejores soldados. Uno a uno, los guerreros fueron convocados en Nájera para llevar a cabo los duelos e inexorablemente fueron cayendo ante la portentosa fuerza del gigante, hasta que sólo quedó Roldán. Carlomagno se resistía a arriesgar la vida de su mejor guerrero pero éste, desoyendo las órdenes, aceptó el desafío.

La batalla entre ambos duró prácticamente todo un día, pero no hubo vencedor ni vencido. Al no ser ninguno de ambos capaz de vencer a su adversario, acordaron una tregua, durante la cual el avispado Roldán pudo sonsacar a Ferragut su punto débil: el ombligo. Roldán provocó al día siguiente una discusión acerca de sus respectivas religiones y, al no ponerse de acuerdo, decidieron que lo resolverían mediante una justa. A la primera oportunidad, Roldán clavó su lanza en el ombligo del confiado Ferragut, terminando así con su vida.

Pero las leyendas e historias del Camino de Santiago son también las historias de los peregrinos. Contar historias de viajeros es lo que nos propone Cruce de Caminos, una miniserie de 13 episodios que nos llevará por 7 caminos distintos, de la Ruta Xacobea, acompañados por personas muy distintas entre sí, pero con un objetivo común, completar el Camino de Santiago.

La serie nos narra 7 historias que discurren por cada uno de los 7 caminos: La de una familia que viaja por el Camino Francés, una pareja de ancianos, un invidente, dos jóvenes deportistas, un ex presidiario, un extranjero residente en España y una mujer joven que ha decidido repetir el camino.

Viajaremos con ellos, descubriendo la magia y las maravillas de las diversas rutas. A través de El Camino Francés, el Camino Primitivo, el Camino Inglés, el Camino Portugués, el de La Plata, el del Norte y el Camino de Fisterre, les acompañaremos en su viaje interior, conociendo sus reflexiones y pensamientos a medida que se acercan al fin de su peregrinaje.

lunes, 1 de agosto de 2011

La leyenda de la Tulivieja: El cuento folklórico más popular de Panamá

Panamá es, probablemente, el país de América Central que cuenta con una mayor y más rica tradición en lo que a mitos y leyendas se refiere. La mayoría de ellas proviene de sus zonas del interior, las más rurales, y es este entorno salvaje y mágico quien confiere el toque misterioso a infinidad de relatos que se han transmitido de generación en generación. La leyenda que hoy nos ocupa es la de la Tulivieja o, también como se le conoce en otros países, la Llorona; una historia en la que su protagonista es una joven de belleza sin par.

Ubicada temporalmente en fechas anteriores a la llegada de los conquistadores españoles al continente americano, la leyenda relata cómo, en una comunidad tribal, la belleza inigualable de una muchacha la hace destacar y ser el objetivo de toda expectativa amorosa por parte de los lugareños. No hay un solo hombre en el poblado que no anhele ser su correspondido y lo atractivo de su físico es tal que trasciende a los demás puntos de la región.

Sin embargo, la protagonista, sin contarle absolutamente nada a nadie, ya había depositado su amor en un joven que, también con discreción, esconde al resto su secreto: ser el afortunado que disfruta del amor con la mujer más bonita entre todas. Sus encuentros se producen con sigilo, casi furtivos, pues ya sea por timidez o por respeto máximo a sus autoritarios padres, prefieren ni armar revuelo ni ser el centro de las habladurías. El caso es que se aman sin que nadie lo sepa y se entregan el uno al otro en todos y cada uno de sus encuentros.

Como consecuencia de su aventura amorosa, la joven queda embarazada y, para su sorpresa, su amante le cuenta su intención de huir presa del pánico ante las más que probables represalias paternas y el dedo acusador de la comunidad. Es el comienzo de la tragedia. La muchacha, desolada y decidida a no dejar marchar de su lado a su amado, le promete llevar el embarazo con la mayor de las discreciones, le asegura que nadie notará que se encuentra en estado y que dará muerte al bebé que espera ahogándolo en el río.

Los días se suceden sin que nadie se percate hasta que la cuenta atrás llega a su fin. Fiel a lo que había prometido, y momentos antes del parto, se adentra en la selva y, junto al río, da a luz a un bebé al que, acto seguido, acalla su llanto sumergiéndolo hasta que muere. Es entonces cuando se desata la ira de Dios, quien la convierte ipso facto en un ser abominable de apariencia ciertamente terrorífica. Su rostro paulatinamente comienza a ser surcado por terribles marcas y, sobre todo, incontables agujeros. Las piernas sufren una transformación monstruosa pues parecen enflaquecer y alargarse de manera insólita mientras que sus manos y pies se tornan hacia detrás de manera inexorable y permanente. No sólo eso, la cólera divina sigue causando estragos en ella y pierde la cordura cuando contempla como la mayor parte del poblado, que había salido en su busca, la ve bajo su nueva forma y huye despavorida.

Desde entonces, cuenta la leyenda que se le oye llorar y vagar por la orilla del río; que, en ocasiones, recupera la radiante belleza de la que un día hizo gala mientras se baña en sus aguas y que, al percibir el más leve ruido, recupera inmediatamente la forma infernal con la que fue castigada y por la que recibe el nombre de la Tulivieja.