viernes, 29 de julio de 2011

La Jerarquía Celestial: El ejército del bien

Según la Teología Católica, en el siglo VI d. C. tuvo lugar la publicación de “La Jerarquía Celeste”, un libro que comprendía una serie de textos impregnados de misticismo y cuya autoría fue atribuida, en un primer momento, a un obispo de Atenas llamado Dionisio Aeropagita. Sin embargo, estudios posteriores vendrían a demostrar que este obispo, también discípulo de San Pablo, no había sido el autor de dicha obra, sino un escritor anónimo al que se le daría el nombre de Pseudo Dionisio Aeropagita.

Atendiendo al contenido de “La Jerarquía Celeste”, la Corte Celestial estaría formada, por 9 órdenes o coros angélicos que a su vez, y conforme a sus respectivos grados de relevancia, vendrían a dividirse en las Tríadas Superior, Intermedia e Inferior.

En la Tríada Superior se congregan los seres que de manera más próxima y directa sirven a Dios. En ella existen 3 órdenes: Serafines, Querubines y Tronos. Los Serafines o “Saraph” (“seres de fuego”) tienen como cometido rodear el trono de Dios y mantener, mediante el canto, una alabanza continua a la Gloria de Dios.

En un principio, fueron 4 los Serafines: Luzbel (que al rebelarse pasaría a ser Lucifer), Miguel (que tras la traición del anterior pasaría a desempeñar otras funciones que le son encomendadas), Kemuel y Natanael. Son seres alados con la peculiaridad de contar con 3 pares de alas y que se caracterizan por su belleza incomparable; hasta el punto de que sólo Dios puede contemplarlos. Además, se les atribuye la destrucción de Sodoma y Gomorra.

Los Querubines fueron ubicados al Este del Edén con la misión de proteger el camino que conducía al Árbol de la Vida. Fue uno de ellos quien expulsó a Adán y Eva del Paraíso por su desobediencia. Los textos bíblicos hablan de su velocidad idéntica al relámpago e inteligencia extraordinaria. Con alas multicolores y como serpientes de fuego, se reconoce a los Tronos. Son mensajeros de Dios y propician las Revelaciones. No obstante, su tarea principal consiste en sostener el trono de Dios.

En el segundo grupo, el de la Tríada Intermedia, localizamos a las Dominaciones, las Virtudes y las Potestades. Son considerados “espíritus cosmogónicos” porque mantienen la concordancia de los astros. Las primeras (Zadkiel, Yahriel y Muriel) intervienen directamente en el destino de la Humanidad vertiendo la “Misericordia Divina” cuando creen oportuno. Las Virtudes (Bariel y Tarshish) conceden las bendiciones, mientras que las Potestades se encargan de vigilar los Senderos Celestiales e impedir todo avance diabólico.

Con respecto a la Tríada Inferior, decir que en ella se encuentran los ángeles; los únicos que pueden adoptar figura humana y formar parte de la organización de nuestro mundo. Se dividen en “Ángeles de la Guarda”, “Arcángeles” y “Principados”. Un “Ángel de la Guarda” es asignado a cada humano en el momento de su nacimiento y permanece con él hasta su muerte intento guiarle por el buen camino. Si lo consigue ascenderá con él al Reino de los Cielos y se le dará una nueva misión. De no lograrlo, arderá en el Infierno junto con su protegido.

Los “Arcángeles” son Gabriel (Arcángel Protector contra el Miedo y Mensajero Celestial), Miguel (Arcángel de la Esperanza y Jefe del Ejército Celestial) y Rafael (Arcángel de la Paz y protector de los viajeros, de la Salud y del Noviazgo). Todos ellos están dotados de inmensos dones y poderes.

El último coro angélico de esta Tríada, y último escalón jerárquico, pertenece a los “Principados”, criaturas encargadas de velar por todas y cada una de las naciones. Cabe destacar a la “Hueste Angélica”, creada con el fin de sofocar la rebelión de Lucifer y sus seguidores mediante su descomunal fuerza bruta, y a los “Ángeles Castigadores” (Kasiel, Lahatiel, Shatfiel y Puriel). Se sirven de unos caballos de guerra llamados “Criaturas de Abbadón” que tienen rostro humano, dientes de león, cola de escorpión y corona de oro.

jueves, 28 de julio de 2011

La Jerarquía Infernal: Las huestes de Lucifer

Johann Weyer, más conocido por Wierus, fue un conocido doctor y ocultista holandés entregado al estudio de la demonología. Gran parte de su trabajo literario consistió en escribir contra las persecuciones de brujas, y , además, se le atribuyen textos como “De Praestigiis Daemonum, “Pseudomonarchia Daemonum y, quizá, la mayor clasificación en lo que a la estructura del Averno se refiere, “Sanctum Regnum”; la cual coincide plenamente con la visión católica del Infierno y sus ejércitos.

Basándonos en la clasificación del autor y en la Iglesia, la Jerarquía del Infierno presenta tres grupos o rangos jerárquicos, siendo el más importante el de los Espíritus Superiores. Con Lucifer como Emperador y autoridad suprema, este grado máximo lo completan Belzebú y Astaroth; que ostentan título de Príncipe y Gran Duque respectivamente.

El nombre Belcebú (Beelzebuth en su origen filisteo) significa “Señor de las Moscas” y se debe a la gran cantidad de moscas que acuden prestas a la sangre resultante de los sacrificios llevados a cabo en su honor. Por su parte, Astaroth es el Tesorero del Infierno y tiene 40 legiones bajo su mando.

Justo por debajo de los Espíritus Superiores, aparecen los Espíritus Principales. Son seis, forman el mando militar y ejercen funciones meramente bélicas. El más poderoso entre ellos, Lucifogo Rofacale, Primer Ministro y con poder sobre todas las riquezas y tesoros mundanos. En su nombre, son Bael, Agares y Margas quienes comandan ejércitos de millares de espíritus malignos. Satanachia, el Gran General, cuenta con el poder de someter a todas las mujeres y enseñar trucos y ardides a los pastores. Como esbirros directos que dirigen sus legiones guerreras, tiene a Pruslas, Amón y Barbatis.

Un Capitán General tiene la capacidad de conocer todos los secretos guardados en las Cortes y gabinetes de Estado de todas las naciones del mundo. Es amplio conocedor de los metales y sus cualidades, así como de las propiedades curativas de las plantas. Responde al nombre de Agaliarept, y sus lacayos Buer, Gusoin y Botis se encargan de dirigir sus tropas.

Fleuretty es el Teniente General que lleva a cabo cualquier tipo de maniobra maléfica durante la noche. Le prestan apoyo incondicional sus subordinados Bathim, Pursan y Abigar. Un Jefe Superior otorga los dones de la invisibilidad y la teletransportación a quienes les rinden homenaje y adoración, al tiempo que les permite observar todo lo que sucede en el interior de los hogares sin que se les pueda resistir ningún tipo de cerradura. Es el Jefe Superior Sargatanas, y tiene bajo su mando a Valefar, Loray y Foran.

El último de los Seres Superiores y de menos entidad, es el Mariscal de Campo Nebirus. Aún así, no deja de ser poderoso pues, sólo con desearlo, causa enfermedad en quien quiera y atesora artes adivinatorias infalibles. Ayperus, Neberus y Glasyabolas le acompañan en todo momento cuales perros fieles.

En el último escalón de la pirámide de la Jerarquía del Infierno, situamos a los Espíritus Subordinados, monstruos deformes de los que emanan olores pestilentes. Son seres que no presentan el más mínimo atisbo de bondad y forman verdaderas hordas que reciben el nombre de Legiones Infernales. De entre ellas, las más importantes y terribles, son la Legión del Mal o Élite y la Guardia Infernal. Temibles y despiadadas, sólo persiguen la aniquilación total y, para ello, siempre arden en deseos de entrar en combate con las Fuerzas del Bien.

miércoles, 27 de julio de 2011

La leyenda del Atrapasueños: El origen del cazador de sueños

“Que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son“, decía Segismundo en la obra “La vida es sueño“. Y qué acertadas son sus palabras. Tejemos nuestra existencia en torno a estas ilusiones llamadas sueños, que pueden endulzar o dejar un sabor amargo. Son emociones inherentes al ser humano, que lo ha acompañan hasta el ocaso de sus días.

Y la tradición oral, aquélla que nos transmite la sabiduría milenaria, nos cuenta que los humanos siempre nos hemos mostrado recelosos a la hora de compartir sueños. Mucho mas que nos los roben. De esta inquietud nace la siguiente leyenda: el Atrapasueños.

Cuando el mundo empezaba a dar sus primeros pasos, un líder espiritual, un Lakota para ser más exactos, tuvo una visión. En ella se le apareció un dios de la sabiduría, en forma de araña, ya que gustaba de gastar bromas. Éste le contó que existía un lenguaje que sólo podían comprender los miembros más virtuosos de la tribu; un lenguaje secreto, que utilizaría para charlar con él, ya que así podría entender el mensaje que venía a darle.

Durante la visión, Lakota escuchó atentamente a este dios en forma de araña, que respondía al nombre Iktomi. Éste, mientras hablaba, tejía una tela la araña. Habló del círculo de la vida, describiendo todas las etapas: el nacimiento, la infancia, la juventud, la madurez y la vejez. Respecto a la vejez, puntualizó que debemos tener más cuidados, ya que volvemos a estar igual de indefensos que en la niñez.

Igualmente, Iktomi señaló que en cada una de estas etapas, tanto las energías del bien como la del mal se nos presentan, y que somos nosotros quienes decidimos a quien escuchar. Que las fuerzas de la naturaleza desean convivir con nosotros en armonía y que está en nuestras manos lograrlo. Llegado a este punto del monólogo, la telaraña estaba casi completa. La había tejido con esmero. Pero en el centro había un hueco. El dios habló:
- Toma esta telaraña. Como ves, está incompleta. Úsala para alcanzar los sueños y las metas de tu pueblo. Usa bien las ideas e ilusiones que tengan los demás. Éstas quedarán atrapadas en estos hilos, mientras que lo malo, los temores y negatividad, los absorberá este agujero.

Y así hizo Lakota. Enseñó a su pueblo, los Sioux, que la telaraña es en realidad un atrapasueños, convirtiéndose en el símbolo de vida. En la red de la vida.

martes, 26 de julio de 2011

La leyenda de Yeh-Shen: La verdadera cenicienta

Esta preciosa leyenda tiene lugar en la antigua China, durante las dinastías Qin y Han.

Yeh-Shen era la hija de una de las dos esposas de Wu, un jefe minero. Cuando la madre de Yeh-Shen murió, ésta quedó al cuidado de la otra esposa de Wu, la cual también tenía una hija. Y, claro, surgieron los celos de la madrastra. Esta, viendo que la pequeña huérfana poseía más virtudes que su propia hija, procuraba amargarle la vida y la trataba fatal, encargándole los peores y más sucios trabajos de la casa.

La vida de Yeh-Shen era tan triste que sólo tenía un amigo: un precioso pez de grandes ojos dorados. Vivía en el río, y cada vez que veía acercarse a la joven, se asomaba fuera del agua para saludarla. Incluso saltaba a la orilla para estar más cerca de ella. Pero esta relación duró poco. La malvada madrastra se enteró y ella misma capturó al pobre pez, sirviéndolo luego para cenar. Con un tremendo disgusto, Yeh-Shen corrió a la orilla del río y allí, acurrucada en el suelo, comenzó a llorar.

De pronto, oyó una voz a su espalda. Al girar la cabeza, sus ojos llenos de lágrimas vieron a un extraño anciano, vestido como un pordiosero y con una larga melena que le caía sobre los hombros. Este le dijo: “Preciosa niña, las espinas de tu amado amigo el pez poseen una poderosa magia. Cada vez que te veas en apuros, sólo tendrás que arrodillarte ante ellas y pedirle ayuda. Pero ten cuidado: no debes malgastar tus deseos.”
Rápidamente, la joven rescató las espinas de la basura y las guardó. El tiempo pasaba y se acercaba el Festival de Primavera, una celebración que los jóvenes del lugar aprovechaban para encontrar su pareja. Yeh-Shen soñaba con asistir. Pero su madrastra quería casar antes a su propia hija y no podía permitir que la presencia de la huérfana le levantara sus posibles pretendientes y lo estropeara todo. Así que no le permitió ir.

Así que, una vez que madre e hija partieron al pueblo, Yeh-Shen pidió a las mágicas espinas un deseo…
La Fiesta de Primavera se celebraba cuando apareció una bellísima joven cubierta con lujosos vestidos. Calzaban sus diminutos pies unos zapatos de oro con pequeños peces tallados en piedras preciosas. Era Yeh-Shen. Una multitud se agolpó a su alrededor para contemplarla, entre ella sus malvadas parientes. Temerosa de ser reconocida, la joven no tuvo más remedio que huir de la fiesta, dejando atrás, olvidado, uno de sus zapatos.

Al llegar a casa, sus magníficos ropajes desaparecieron. Intentó volver a pedir otro deseo a las espinas, pero no ocurrió nada. Desconsolada, volvió a guardar los restos de su amigo el pez. Lo único que le quedaba de aquella mágica noche era un precioso zapato dorado. Poco después, un mercader encontró el zapato perdido y, viendo el valor que tenía, se lo vendió a un colega, el cual, a su vez, decidió llevarlo como regalo al rey T´o Han, monarca de una isla cercana.

El rey ansiaba averiguar el paradero del otro par. Pero, sobre todo, saber quién era el verdadero propietario de aquel maravilloso zapato. Por eso decidió montar una especie de pabellón en el lugar donde lo habían encontrado, para que la población del lugar lo viera y lo reconociera.

Cuando Yeh-Shen se enteró, decidió que tenía que recuperar lo que era suyo.
Así que, una noche, salió a escondidas y entró en el pabellón. Pero fue descubierta por los soldados del rey y llevada ante su presencia. El rey no podía creer lo que decía la joven. Su aspecto desaliñado y sucio no correspondía con la imagen del dueño de un calzado como aquel. Pero Yeh-Shen insistió en su historia, y añadió que tenía en su poder el otro par. Los soldados fueron a su casa para comprobar su versión y allí estaba el otro zapato.

Cuando la joven se puso los dos delante del Rey, y así demostrar que eran realmente suyos, sus miserables ropas se transformaron en un magnífico vestido. Al verla, el monarca quedó prendado y acabó casándose con ella.

En cuando a la madrastra y su hija, el rey ordenó que vivieran en una cueva, y que no salieran de ella jamás. Cierto día la cueva se derrumbó y las dejó enterradas para siempre.

lunes, 25 de julio de 2011

Lorelei: La sirena del Rhin

El acantilado del Lorelei, o Loreley, se encuentra en un hermoso valle de la parte alta del Rhin. Esta parte del río es tan profunda y estrecha que se considera uno de los trayectos más peligrosos para los navegantes que lo cruzan. Antaño, muchas tragedias tuvieron lugar entre sus aguas. Aquí es, justamente donde nace la leyenda de que da nombre a las altas rocas desde las que se divisa el valle y el río: la leyenda de Lorelei.

Se cuenta que, en un principio, Lorelei era una hermosa muchacha que fue traicionada por el hombre que amaba. Tanto era su dolor que se arrojó desde el acantilado, no sin antes posar por última vez sus tristes ojos repletos de lágrimas en el castillo de su amado, situado justo al otro lado del río.

Más tarde la leyenda varía y Lorelei pasa a ser una sirena, la hija del Rhin, una doncella de largos y dorados cabellos que, llena de rencor por la traición de su amado, conducía a los navegantes a la muerte.

Sus ropas blancas y su pelo de color del oro hacían brillar su figura en lo más alto del acantilado. Por medio de su canto embriagador atraía a los jóvenes más inocentes. Cuando éstos se acercaban para verla, trepando por las rocas, ella desaparecía y ellos acababan precipitándose al abismo y ahogándose en las oscuras y profundas aguas del Rhin.

Una de las infelices víctimas del odio de Lorelei fue Ronald, un apuesto joven, hijo de un noble de alto rango del lugar. El muchacho supo de esta misteriosa y bella doncella y sintió un deseo irrefrenable de conocerla.

Se excusó ante su padre diciéndole que se marchaba de caza, y cuando llegó a orillas del río convenció a un viejo marinero para que le acercar al acantilado. Este no estuvo muy de acuerdo al principio, pero ante la insistencia del joven finalmente terminó por ceder.

La barca llegó a las rocas justo cuando el sol se ocultaba tras las montañas y la noche empezaba a invadirlo todo. La primera estrella apareció y con ella las demás.

De pronto el viejo barquero divisó la blanca figura de la joven en lo alto del acantilado y avisó muy nervioso a Ronald. El joven se quedó mirando a Lorelei con los ojos muy abiertos, absorto. Aquella imagen era sobrenatural y maravillosa a la vez.

Lorelei caminaba sobre las rocas, lánguidamente, mientras peinaba su brillante cabello. A pesar de la oscuridad de la noche, podía observarse el perfil de su figura e incluso los rasgos de su delicado rostro. Ronald pudo percibir como los labios de la joven se abrían y de ellos comenzó a nacer un canto tan sublime como nunca jamás había oído mortal alguno.

Entonces la mirada de Lorelei se cruzó con la suya…

El joven e ingenuo Ronald, sintiendo la llamada de la joven y olvidando por completo que estaba en medio del río dentro de una barca, salió de ella para ir al encuentro de Lorelei y acabó tragado por las aguas.

Una terrible tormenta se desató en ese momento y el viejo barquero comenzó a rezar. Luego los truenos cesaron y sólo quedaron el suave susurro de las olas y el lejano canto de Lorelei.

Cuando el padre del joven se enteró de la trágica muerte de su hijo, fue invadido por el dolor y la rabia y ordenó a sus hombres que trajeran a la asesina de su hijo viva o muerta.

Al día siguiente un barco tripulado por cuatro valientes soldados cruzaba el Rhin. El plan era subir al acantilado y desde allí arrojar a la infame asesina y seductora desde las rocas para que terminase ahogada en las aguas del río, tal como había muerto el desdichado Ronald.

Como era de esperar, llegaron al anochecer.

Los soldados rodearon el acantilado y el jefe comenzó a escalar por la ladera. Entonces una niebla dorada cubrió la cima de las rocas y en medio de ella apareció Lorelei. En su rostro se vislumbraba una irónica sonrisa.

“¿Qué habéis venido a buscar aquí?, preguntó la joven.“ ¡A ti! ¡Y vas a tener el castigo que mereces!”, respondió el jefe de los soldados.

Entonces Lorelei se arrancó el collar de perlas que llevaba en su cuello y lo arrojó al Rhin. Una tormenta surgió de la nada y las aguas del río se tornaron turbulentas. Dos enormes olas con forma de caballo surgieron de la espuma y se llevaron a la joven a las profundidades del Rhin.

El cuerpo sin vida de Ronald apareció poco después a las orillas del río.

Lorelei no volvió a ser vista jamás, tan sólo su canto que se repite como un eco entre las rocas del acantilado que lleva su nombre.

viernes, 22 de julio de 2011

La leyenda de los hijos de Lir: Leyenda tradicional celta

Esta preciosa y triste historia nos llega desde la cultura celta. En él aparecen figuras que nos son muy familiares en los cuentos que hemos oído desde muy niños, como la malvada madrastra y los cisnes encantados.

Esta leyenda empieza con la coronación del rey de Erín (la antigua Irlanda). Los candidatos eran los cinco gobernantes de las tierras irlandesas y cuando eligieron a Dearg, el rey Lir se marchó muy enfadado a su corte, ya que esperaba ser él el elegido para el cargo. Con la intención de mantener la paz y evitar todo tipo de conflictos, el nuevo gran Rey Dearg decidió ofrecerle la mano de una las tres hijas de Oilell de Arán.

El rey Lir aceptó la oferta y eligió a Ove, la mayor de las hermanas. No transcurrió mucho tiempo cuando fueron padres de gemelos, un niño y una niña, Aod y Fingula. Pero cuando nacieron los otros dos, también niña y niño, cuyos nombre serían Conn y Fiachra, Ove murió en el parto. Sólo la presencia de las criaturas impidió que el rey no muriese de pena, dado el amor que profesaba a su esposa.

Cuando llegó a oídos del rey Dearg la fatídica noticia, el pesar invadió su corazón y sintió una inmensa pena por Lir. Así que decidió ofrecerle a Oifa, la hermana de su difunta esposa, para que aliviara su sufrimiento.
Y durante un tiempo así fue. Hasta que Oifa comenzó a sentir celos de los niños, sus propios sobrinos, unas criaturas a las que todo el mundo quería y adoraba.

Un día, Oifa los subió en un carro y los llevó a un lago. Allí propuso a los moradores del lugar deshacerse de los niños a cambio de lo que quisiesen, pero ellos la ignoraron. Al verse sola, les dijo a sus sobrinos que fueran a bañarse al lago y cuando estaban en el agua les apuntó con una varita, regalo de un hechicero, a la vez que arrojaba a los cuellos de los niños unas cadenas de plata.

En ese preciso instante los pequeños se convirtieron en bellos y blancos cisnes. La única en protestar fue Fingula, que ya había sospechaba algo de su malvada tía. Le gritó que parase el hechizo pero Oifa se negó y le dijo que la maldición no se rompería hasta que Lairgnen de Connaught se uniese a Deoch de Munster, algo que pasaría en un futuro muy, muy lejano...

Cuando la cruel Oifa llego a la corte de Dearg fue preguntada por los niños. Ella respondió que Lir no quería que estuvieran allí. Incrédulos por la respuesta de Oifa, los cortesanos de Dearg enviaron un mensajero al palacio de Lir para preguntar si los niños estaban con él. Lir lo negó y también negó haber dicho a su esposa que no deseaba que sus hijos fuera a la corte del rey Dearg.

Tal era la confusión y la preocupación que se originó con todo este asunto, que Lir fué en busca de sus hijos al lago donde Oifa había los llevado. A su llegada, los cisnes comenzaron a cantar y éstos le revelaron quiénes eran realmente y lo que les había pasado. Completamente enfurecido, Lir le contó a Dearg lo que había hecho Oifa. Su castigo fue convertirla en un demonio con la misma varita que ella usó para maldecir a los hijos de Lir. Así quedó hasta el final de sus días.

Un buen día, los niños-cisne decidieron que tenían que partir hacia otra tierras y cuando lo hicieron, toda Erín quedó sumergida en la tristeza. Después de muchas vicisitudes, llegó la hora del regreso al hogar que habían dejado hacía tanto tiempo. Ya no quedaba nada, solo ruinas y desolación. Habían pasado cientos de años...

La profecía que marcaba el final del encantamiento estaba a punto de cumplirse. El compromiso entre Deoch de Munster y Lairgnen de Connaught ya había sido estipulado. Pero la boda no se llevaría a cabo hasta que Lairgnen no le llevara a la novia aquellos hermosos cisnes.

El príncipe fue en su busca al lago conocido como Lago de los Pájaros. Cuando se acercó a ellos les quitó las cadenas de plata y en ese justo momento recobraron su forma humana. Más no como los niños que fueron, sino como ancianos totalmente demacrados y famélicos.

Su triste final llegó en una hora. Sus cuerpos ya inertes fueron enterrados igual que cuando se cobijaban durante las tormentas cuando eran cisnes: Fingula en el centro, Conn y Fiachra bajo sus brazos y Aod sobre su pecho.

jueves, 21 de julio de 2011

Lohengrin: El caballero del cisne

Según una leyenda germana que nos llega desde la Edad Medida, en un tiempo muy lejano, en la ciudad de Cleves, la duquesa Elsa había quedado viuda. Aparte de la inmensa tristeza por la muerte de su marido, la angustia se hizo dueña de ella al ver que, nada más enterrar el cuerpo de su esposo, ya había alguien dispuesto a reclamar el ducado. Y ese no era otro que uno de los vasallos del difunto duque, un sujeto llamado Telramund. Era tan grande su arrogancia y osadía que incluso llegó a pedir en matrimonio a la reciente viuda, alegando que sólo así podría seguir siendo duquesa.

Elsa, la joven y hermosa viuda, rogó a los caballeros del ducado que la ayudaran a derrotar a aquellos que querían usurpar el lugar que había ocupado el ya fallecido duque. Aún así Telramund, lejos de asustarse y seguro de que nadie se atrevería a enfrentarle, retó a todos a medir sus fuerzas de uno en uno en combate.

Llegó el día de la gran prueba y Elsa, vestida de luto y con el alma acongojada pero con porte digno, apareció en la explanada del castillo donde esperaba la multitud y los caballeros blandían sus lanzas y vestían sus brillantes armaduras.

Entonces, el malvado Telramund salió ante los presentes y cogiendo la mano de la viuda, la levantó y desafió a los soldados para que la consiguieran y así obtener el ducado. Sus seguidores rompieron en aplausos y gritos de apoyo, mientras la multitud que observaba el espectáculo se compadecía de la triste suerte de la joven Elsa.

Luego se hizo el silencio. Ningún valiente apareció para el combate cuerpo a cuerpo, por lo que Telramund repitió su demanda una segunda vez. Otra vez el silencio. Telramund, viendo que ninguno de los caballeros osaba adelantarse para enfrentarse contra él, ya estaba convencido de su victoria. Con la seguridad de que así sería pronunció el desafío una tercera y última vez. Elsa esta a punto de desmayarse de puro terror.

Todas la miradas se clavaron en la duquesa, que había empezado a rezar. En el momento en que su colgante en forma de cruz empezó a temblar entre sus manos, una pequeña barca apareció navegando sobre el río. Una extraña y hermosa barcaza arrastrada por un cisne blanco, y en ella un apuesto caballero de brillante armadura reluciente como la plata.

Al llegar a la orilla, el caballero bajó de la barcaza ante la asombrada multitud. Sus ojos eran de un azul brillante y bajo su casco asomaba una larga cabellera rubia. En su mano blandía con firmeza una poderosa espada. Con una simple señal del caballero, el cisne abandonó la orilla y siguió navegando río abajo.

El extranjero avanzó con paso firme entre la muchedumbre hasta llegar a la asamblea. Allí presentó sus respetos a los presentes y luego se acercó a la duquesa, arrodillándose ante ella. Luego, volviéndose hacia Telramund le dijo que aceptaba el reto de enfrentarse contra él para conseguir la mano y el ducado de la joven viuda.

Telramund no podía creer lo que estaba pasando. ¿Cómo podía atreverse un extraño a desafiarle de esa manera ?... Como no podía ser de otra manera, comenzó el combate y las espadas de los dos caballeros lanzaban chispas y cortaban el aire.

El extranjero de cabellos rubios repelía todos los golpes de Telramund, cuya fuerza era movida sobre todo por la impotencia que le causaba la habilidad de su contrincante. La lucha parecía durar una eternidad para todos los presentes... Hasta que, de pronto, Telramund se desplomó sobre la arena. La espada del extranjero le había atravesado y herido mortalmente. Finalmente, el traidor murió.

La explanada entera estalló en una algarabía de alegría y júbilo. Elsa, profundamente agradecida y con los ojos inundados en lágrimas, se postró ante Lohengrin -así era el nombre del misterioso caballero-. Amablemente, éste le rogó que se levantara y le pidió matrimonio. Por supuesto Elsa accedió, y lo que había empezado como gratitud terminó convirtiéndose en un amor apasionado por ambas partes.

En el día de su boda, Lohengrin le pidió a Elsa que le hiciera una extraña promesa, una promesa que debía cumplir pasase lo que pasase. Esta era que jamás debía preguntarle su nombre (de hecho, la joven no lo sabía). A Elsa le pareció lo más justo, dado que su futuro marido le había otorgado la libertad, así que aceptó cumplir la promesa.

Pasaron años de felicidad para la pareja y de su relación nacieron tres adorables hijos, que eran la alegría de sus padre y a los que esperaban dar un futuro como valientes caballeros.

Pero he aquí que Elsa empezó a preguntarse por el linaje de su marido. Le entristecía pensar que sus hijos no pudieran llevar jamás su apellido. Un apellido que a lo mejor podría aportarle aún más linaje a la familia. Y aunque ella estaba muy orgullosa de su progenie ese era un tema que le preocupaba cada día más.

El fatídico día llegó y la promesa que jamás tuvo que romper se hizo añicos. Nada más salir la pregunta de sus labios, Lohengrin, con el rostro descompuesto abrazó tiernamente a su esposa, se despidió de ella sin decir palabra y abandonó el castillo.

Mientras Elsa se deshacía entre gritos de desesperación y llantos de dolor, Lohengrin había llegado a orillas del río.

Allí hizo sonar una especie de bocina de plata y apareció la barcaza que le había traído años antes a aquellas tierras. El cisne blanco que la conducía se deslizó suavemente hasta el caballero de ojos azules. Este se subió al bote y pronto desapareció de la vista de todos. Poco tiempo después, Elsa murió de pena.

miércoles, 20 de julio de 2011

La mesa del rey Salomón: Una tabla en la que el rey inscribió el nombre de Dios con el que se tendría el conocimiento

Son muchas las leyendas inspiradas por la figura del sabio, rico y ecuánime rey Salomón, segundo hijo de David y Betsabé y que reinó en Israel entre los años 978 y 931 antes de Cristo. Autor del Cantar de los Cantares, del Libro de los Proverbios y responsable de la construcción del Templo de Jerusalén, Salomón es también uno de las principales figuras de la tradición cabalística y a menudo, la realidad y el mito se mezclan en torno a su figura.

La leyenda atribuye al rey Salomón el conocimiento del nombre de Dios, nombre que plasmaría en la llamada mesa de Salomón, aunque también se la conoce, según cada historiador, como tabla o espejo. Mediante un jeroglífico el nombre quedaría oculto, ya que según la Cábala, no puede ser escrito ni pronunciado excepto para el acto de crear. Además permitiría a su propietario acceder a la más absoluta sabiduría, porque conocer el nombre de Dios implicaría conocer toda su creación.

Algunos la describen como una gran mesa hecha de esmeralda verde pulida y de 365 patas (misteriosamente similar a la Tabula Smaragdina atribuida a Hermes Trismegisto, creador de los textos herméticos), otros dirían que estaba hecha de oro, plata y cenefas hechas con perlas, aunque el propio Salomón en su descripción mencionaría que sólo estaba hecha de oro.

Fue salvada de la destrucción en varias ocasiones, viajando desde el Templo de Jerusalén hasta Roma y tras el saqueo por parte de los godos, fue llevada a Carcasona (Francia) y después a Rávena (Italia). En el año 526, Teodorico se la devuelve a Amalarico (quien la reclamaba como suya) y es en Toledo donde sería vista por última vez, o al menos, confirmada por un historiador. Con la pista perdida, numerosos lugares se disputan el privilegio de tenerla como la Cueva de Hércules en Toledo, o en las ciudades de Medinaceli y Alcalá.

Quizá nunca sea encontrada, quizá nunca existió (al menos como instrumento de sabiduría y poder), pero seguirá alimentando la leyenda alrededor de Salomón, así como de la eterna búsqueda del conocimiento, característica que nos define desde que el hombre es hombre.

martes, 19 de julio de 2011

Sedna: La diosa de los mares esquimal

La leyenda de cómo Sedna se convirtió en una diosa del mar, circula a lo largo del ártico. La historia varía de una región a otra. No obstante, en todas las versiones, una joven mujer se transforma en la madre de todas las criaturas marinas. Como diosa del mar, Sedna domina sus criaturas y controla a peces, focas, morsas y ballenas, así como otros animales marinos, para alejarlos de quienes los cazan.

Una vez hubo una joven mujer llamada Sedna. Vivía en el Ártico con su madre y padre. Amaba mucho a su padre y madre, y era muy feliz. Su padre era un gran cazador, de manera que proveía muy bien a su familia. Sedna contaba con mucha comida y pieles para abrigarse. Disfrutaba de la comodidad del hogar paterno y rehusaba casarse. Muchos Inuit (esquimales) deseaban tener a Sedna como mujer, y pedían su mano a los padres. Pero Sedna rechazaba a todos. Aún cuando sus padres insistían que era tiempo de casarse, ella rehusaba seguir la tradición y obedecerles.

Esto fue así por bastante tiempo, hasta que un Inuit en particular visitó a Sedna. El hombre prometió a la mujer que le proveería abundante comida para comer y pieles para vestirse y abrigarse. Sedna accedió a casarse con él. Luego de convertirse en marido y mujer, la llevó a vivir a su isla. Cuando estuvieron allí solos, le reveló que no era un hombre, ¡sino un pájaro disfrazado de hombre! Sedna estaba furiosa, pero se encontraba atrapada y debía pensar cómo sacar provecho de la situación. Su marido, por supuesto, no era un buen cazador, y no le proveía carne ni pieles. Todo lo que el hombre pájaro podía atrapar eran peces, y Sedna pronto se cansó de comer pescado a diario.

Vivieron juntos en la isla por un tiempo, hasta que el padre de Sedna decidió visitarlos. Tras ver a su hija tan infeliz, y descubrir que su esposo le había mentido, mató al hombre pájaro. Sedna y su padre subieron a su bote y partieron hacia su casa. Los amigos del hombre pájaro, tras saber lo ocurrido, decidieron vengarlo. Volaron sobre el bote batiendo sus alas con fuerza. El aleteo desencadenó una enorme tormenta y las olas se estrellaron sobre el pequeño bote, tornando imposible mantener el rumbo.

El padre de Sedna, temeroso que se hundiera el bote y morir en las aguas heladas, arrojó a su hija por la borda, pensando que esto detendría el furioso aleteo de los pájaros; pero no fue así. Sedna, luchando para no ser abandonada, se aferró fuertemente al bote. Para apartarla, el padre cortó sus dedos, uno por uno. De cada dedo cortado, nacieron diferentes criaturas marinas. Se transformaron en peces, focas, morsas y ballenas.

Sedna se hundió en el lecho del mar, transformándose en un poderoso espíritu. Su morada ahora es el fondo del océano. Tiene la cabeza y torso de mujer y la cola de un pez.

Sedna controla todos la fauna marina. Quienes se alimentan de esos animales, desean mantener una buena relación con ella, para que esta continúe permitiendo que estén disponibles para los cazadores. Los hombres deben seguir algunas reglas para mantener a la diosa del mar contenta.

Si los cazadores no atrapan nada por largo tiempo, el hechicero los transformará en peces. En esta nueva forma, deberán nadar al fondo del océano para presentarse a Sedna, Diosa de los Mares, y pedir que les provea alimento nuevamente.

lunes, 18 de julio de 2011

La leyenda del Lacus Curtius: Un agujero misterioso en el suelo del Foro Romano

M. Curcio es el nombre del héroe que protagonizaba un mito topográfico inventado para explicar el nombre del Lacus Curtius, un misterioso agujero que se hallaba en el centro del Foro Romano. Algunos hacían de Curcio un sabino que, durante la guerra entre Tacio y Rómulo derivada del episodio conocido como “el rapto de las sabinas”, hubo de abandonar su caballo cuando estaba casi hundido en el lago.

Sin embargo, la versión más extendida es aquella que fue transmitida por Tito Livio y Varrón, sobre todo por el primero, y que narra una historia que tuvo lugar durante la época de la República romana y que cuenta el momento en el que la tierra se abrió en el centro del Foro, formando un enorme abismo que nada ni nadie podía volver a cubrir, resultando en vano todos los esfuerzos que los romanos intentaban llevar a cabo.

Ante la desesperación, el pueblo decidió consultar a un oráculo, el cual declaró que, para que el abismo pudiese ser cerrado, los ciudadanos deberían precipitar en él aquello que tuviesen de más valor.

En esta ocasión, un joven, llamado M. Curtius, entendió que lo más valioso que tenía Roma en aquellos momentos era su juventud y sus soldados por lo que, sin dudarlo, decidió inmolarse por el bien común.

De este modo, montando un caballo y ante todo el pueblo congregado, se inmoló congregándose a los dioses ctónicos y, acto seguido, el precipicio volvió a cerrarse sobre él, dejando tan sólo un pequeño lago que, en honor del joven, pasó a llamarse “Lacus Curtius”. En sus márgenes, brotaron una higuera, un olivo y una vid, símbolos de la cultura romana.

A lo largo del Imperio, existía la costumbre de arrojar unas monedas al lago como ofrenda a Curtius, considerado desde entonces como el “genio del lugar”.

viernes, 15 de julio de 2011

Los siete durmientes de Éfeso: Una de las leyendas más antiguas del Cristianismo

Durante toda la Historia, han sido recurrentes las leyendas, cuentos y crónicas que se han hecho eco de la fábula sobre un hombre o una mujer que caen presos de un profundo sueño, despertando al cabo de unos años o, en algunos casos, siglos más tarde. Otro de los puntos comunes que estas historias suelen compartir, es el hecho de que cuando estos “bellos durmientes” se despiertan, el mundo que les rodea está igual al momento en el que se quedaron dormidos.

Todo parece indicar que, la fuente de la que todas estas leyendas beben es la conocida como “los siete durmientes de Éfeso”, una de las más antiguas que atestigua el cristianismo y que ha llegado hasta nuestros días gracias a la labor del hagiógrafo medieval Simón Metafraste.

La historia narra un episodio que tuvo lugar durante el mandato de Decio, emperador romano en la zona durante los años 249-251 d. C, que emprendió una campaña de recuperación de los antiguos cultos para recuperar el favor de los dioses, el cual él creía perdido. Esta acción, chocó con el auge de la religión cristiana, por lo que su orden de realizar un sacrificio a los dioses paganos en la ciudad de Éfeso, tropezó inmediatamente con la resistencia de siete jóvenes nobles: Maximiliano, Iámblico, Martín, Juan, Dionisio, Exacustodio y Antonino.

Ante su negativa, el emperador decidió darles un tiempo para que reflexionaran y pudiesen cambiar de opinión ya que, de no hacerlo, serían ejecutados. Los jóvenes desoyeron las advertencias imperiales y decidieron repartir todo su dinero entre los pobres y huir a la sierra, donde se ocultaron en una de las grutas. Cuando los hombres de Decio dieron con ellos, los encontraron profundamente dormidos y el emperador no dudó en ordenar cerrar la boca de la cueva para que muriesen.

Sin embargo, al final el cristianismo acabó triunfando como religión oficial del Imperio y con la llegada al poder de Teodosio (379-395) se decidió darle un uso a la cueva por lo que, al ser abierta, los chicos despertaron de su largo letargo creyendo que aún estaban bajo las órdenes de Decio.

De este modo, los siete durmientes fueron descubiertos y, tras presentar sus respetos a las autoridades cristianas del momento y rezar, murieron.

jueves, 14 de julio de 2011

El tributo de las cien doncellas: Un tópico historiográfico de la Reconquista

El hecho histórico de la Reconquista está plagado de historias y narraciones increíbles que, en más de una ocasión, han eclipsado el verdadero episodio y han desdibujado las fronteras entre la realidad y la ficción siendo aún muchas veces realmente difícil discernirlas, sobre todo aquellas que tuvieron lugar en el Reino de Asturias.

Una de ellas es la que se conoce como “el tributo de las cien doncellas” y que hace referencia al deseo de ambas partes (el Emirato de Córdoba y el Reino de Asturias) de mantener la paz. En este sentido, el rey Mauregato, quien ascendió al trono astur en 783 gracias al apoyo de Abderramán I, llegó a un acuerdo con este según el cual se comprometían él y sus sucesores a enviarle al califa árabe cien doncellas cristianas cada año: cincuenta pertenecientes al pueblo y cincuenta de familias nobles.

Numerosos nobles desaprobaron esta acción, como por ejemplo Don Arias y Don Oveco, y se negaron a este pago, por lo que enseguida surgieron leyendas sobre la liberación de varias de las doncellas. A este respecto algunas familias, como la de los Miranda, tienen este episodio grabado como parte de su escudo.

No sería hasta el mandato de Ramiro I cuando se suspende el tributo aunque, posteriormente, Abderramán II se atreverá a reclamárselo por hallarse el monarca asturiano en una situación delicada. Ante tal tesitura, Ramiro accede de nuevo a realizar el pago, lo que da pie a la leyenda de que, la familia de los Simancas donan las 7 doncellas que les corresponden, aunque con las manos cortadas.

A raíz de este hecho, los cristianos comenzarían un enfrentamiento con los moros que daría lugar a la mítica Batalla de Clavijo, en la que se dice el mismísimo apóstol Santiago habría tomado parte, consiguiendo la victoria sobre el ejército musulmán y logrando hacer desaparecer la carga del tributo de las cien doncellas.

miércoles, 13 de julio de 2011

Tisayac: La guardiana del Valle Yosemite

Según la tribu Miowak, por muchas noches y muchos días, el espíritu guardián del Tisayac vigiló el hermoso Valle de Yosemite. A menudo, el espíritu afable se mezclaba de manera invisible entre la buena gente del valle, y fue durante una de estas visitas que advirtió a un hombre alto, orgulloso, llamado Tutokanula. Éste era un fuerte líder que permitió crecer mucho a su pueblo, y Tisayac comenzó a visitar con más frecuencia al valle para verlo.

Un día, Tutokanula cazaba cerca del lugar donde Tisayac se había sentado a descansar. Cuando advirtió que el orgulloso cacique se encontraba cerca de ella, el tímido espíritu se dejó ver por entre los árboles. Al ver la mujer hermosa con su cabello dorado y aspecto etéreo, Tutokanula se enamoró. Al darse cuenta que era la guardiana del valle, extendió sus manos hacia las de ella, llamándola por su nombre.

Confundida por los sentimientos que bullían en su interior, Tisayac se alejó volando, dejando al guerrero detrás, con el corazón roto. Tutokanula pasó muchos días buscando a Tisayac. Finalmente abandonó el valle, dejando a su gente sumida en la desesperación. Sin su sabia dirección, el valle se convirtió en ruinas, y la mayor parte de las personas partió en búsqueda de un nuevo hogar.

Cuando Tisayac regresó nuevamente a su valle, se horrorizó al encontrar sus tierras estériles y descubrir que su pueblo se había marchado. Cuando supo que Tutokanula había olvidado a su pueblo, abandonándolos a su suerte, sin la guía de su gran sabiduría, y había pasado muchos días y noches buscándola desesperadamente, la guardiana del valle gritó con desesperación. Arrodillándose en una gran piedra que asemejaba una cúpula, Tisayac oró con todo su corazón para que el Gran Espíritu deshiciera los males, y restaurara a la tierra la virtud que había perdido.

Al oír su oración, el Gran Espíritu se compadeció de la situación del pueblo. Inclinándose hacia bajo, desde lo alto, extendió las manos sobre el valle. El verde de una nueva vida se derramó sobre la tierra, los árboles florecieron, las flores abrieron sus pétalos, los pájaros cantaron. Luego dio un poderoso golpe a las montañas, y estas se dividieron, abriendo un cauce para que la nieve derretida corriera a través de él. El agua se arremolinó y fluyó hacia abajo, sobre la tierra, derramándose sobre las rocas, formando un lago y luego corriendo hacia distintos puntos para llevar vida a otros lugares. En el valle, el maíz creció de nuevo, y la gente regresó a sus casas.

Luego, el propio Tutokanula regresó al valle cuando se enteró que Tisayac había vuelto a casa. A su regreso, pasó muchas horas tallando su imagen en la piedra para que la gente lo recordara cuando partiera de la tierra. Cuando la escultura estuvo lista, Tutokanula se sentó cansado al pie de las hermosas cascadas que el Gran Espíritu había creado.

Tisayac caminó bajo el rocío de las cataratas, mirándolo. Estaba dispuesto a salir de su pueblo, de su valle. ¿Se marcharía con ella? Tisayac se acercó a través del agua y se hizo visible. Cuando Tutokanula la vio, se levantó de un salto gritando de alegría, y ella le tendió las manos. El valiente guerrero saltó a las cataratas y tomó a su amor en sus brazos por fin.

Por un momento, hubo dos arcos iris sobre el agua. Luego Tisayac lo llevó hacia arriba, más arriba de las nubes, mientras el sol se hundía en el Yosemite.

martes, 12 de julio de 2011

La torre de Hércules: El único faro romano y el más antiguo en funcionamiento del mundo

Una de las edificaciones más emblemáticas de la ciudad gallega de La Coruña y el faro más antiguo del mundo, es la Torre de Hércules, que aún permanece en activo, no ha escapado a la rumorología y la mitología acerca de su construcción.

Tal vez, la más conocida de todas las leyendas que se han generado a su alrededor sea la que tiene que ver con el héroe romano que le da nombre, Hércules. El mito narra la llegada en una barca de Hércules a las costas que cercan el lugar donde se ubica la torre en nuestros días, sitio donde el héroe depositaría la cabeza del gigante Gerión, tras haberle vencido en la lucha.

En vista de su victoria, y con el deseo de celebrarla, Hércules ordenó que se construyera una torre en la que serían tallados los nombres de toda aquella persona que la admirara. La primera mujer que apareció en esa tierra se llamaba Crunna, de donde derivaría el nombre de Coruña, naciendo así la actual ciudad.

Para ser exactos, el relato dice lo siguiente: “hubo un gigante llamado Gerión, rey de Brigantium, que obligaba a sus súbditos a entregarle la mitad de sus bienes, incluyendo sus hijos. Un día los súbditos decidieron pedir ayuda a Hércules, que retó a Gerión en una gran pelea. Hércules derrotó a Gerión, lo enterró y levantó un túmulo que coronó con una gran antorcha. Cerca de este túmulo fundó una ciudad y, como la primera persona que llegó fue una mujer llamada Cruña, Hércules puso a la ciudad este nombre”.

Del mismo modo existe otra leyenda que la vincula con el ciclo mitológico irlandés, de tal suerte que pudiera ser identificada también con la llamada Torre de Breogán desde la cual Ith, hijo del primero, habría divisado las costas irlandesas. Todo ello viene fortalecido por el topónimo “Brigantium” el cual, todo parece indicar, derivaría del nombre de Breogán y estaría relacionado con las prácticas sincréticas romanas, según las cuales se identificaba a los dioses locales con los propios.

lunes, 11 de julio de 2011

La princesa Libuše: Una fundadora de la ciudad de Praga

Cuenta la leyenda que, en el siglo VIII, nació una princesa de nombre Libuše, la hija menor de Krok, un gobernante checo. Sus hermanas se llamaban Kazi y Teta y, aun siendo la más joven, Libuše resultaba ser la más amada por el pueblo, quienes la definían como hermosa, casta, inteligente y sensata; tanto era así, que incluso los hombres más valientes moderaban su voz y sus palabras cuando la joven princesa pasaba a su lado.

Por todo ello, cuando el padre Krok murió, sus hijas, los ancianos, los nobles y los sacerdotes de los clanes se reunieron junto a la muchedumbre en un bosque sagrado cubierto de tilos, robles y hayas, para dilucidar de común acuerdo cómo proceder a continuación.

El resultado fue que, por abrumadora mayoría, se decidió que quien debía continuar con el legado de Krok debería de ser la princesa Libuše, por lo que la nueva soberana fue trasladada a su nueva morada, Vysehrad, donde poseía su propio castillo.

Enseguida dio muestras de su buen hacer y de su buen juicio, gobernando de manera sabia a todo su pueblo, que acudía a ella con sus problemas y desacuerdos para que la monarca dictase justicia, demostrando constantemente ser una dirigente sabia y prudente.

Sin embargo, pronto comenzaron a surgir los desencuentros, provocados porque cierto sector masculino no estaba de acuerdo con que fuese una mujer quien los gobernase. A este respecto, le pidieron a Libuše que eligiese un príncipe con quien contraer matrimonio: el elegido fue Přemysl, un labrador natural de la aldea de Stadice. De su unión nació Nezamysl, dando comienzo así en la República Checa a la dinastía Přemyslida.

Además, se dice que la soberana poseía el don de la profecía y, en uno de sus augurios profetizó la fundación de la ciudad de Praga:
“Veo una gran ciudad, cuya gloria alcanzará hasta las estrellas.
Allí en ese boque hay un lugar, desde aquí alejado treinta cacerías. El río Vltava lo circunda.
Hacia la medianoche lo encierra con profundo valle el arroyo Brusnic; hacia el lado del mediodía una montaña rocosa en un lateral, al lado del bosque de Strahov.
Allí, cuando lleguen, en medio del bosque, encontrarán a un hombre que está labrando el umbral* de una vivienda.
Y llamarán al castillo que edificarán, Praha. Y así, como inclinan su cabeza los soberanos y gobernantes frente al umbral, así también la inclinarán frente a mi ciudad.
Suyo será el honor y la gloria y será conocido por el mundo.”

viernes, 8 de julio de 2011

Lady Ginebra: La reina de Camelot

Al igual que sucede con muchos otros mitos procedentes de otros países, de otros tiempos y de diferentes religiones (por ejemplo la leyenda de Penélope o la de la propia Eva cristiana), la historia de Lady Ginebra, esposa del Rey Arturo, castiga duramente la infidelidad femenina.

Cuenta la leyenda que Ginebra era la hija del rey Leodegrance de Cameliard y que fue el propio rey Arturo quien envió a uno de sus famosos Caballeros de la Mesa Redonda, Lancelot, a buscarla para contraer matrimonio con ella. Durante el viaje de vuelta a Camelot, tanto Ginebra como Lancelot se enamoran pero al llegar a la corte, Ginebra contrae matrimonio con Arturo, aunque el amor entre ella y el caballero jamás desaparecerá.

Aunque se llevará bien con su marido, pronto discrepará con la hermanastra de este: la hechicera Morgana quien le guardará siempre odio a la reina. Será ella quien, junto con otros enemigos del monarca, revelarán la situación de adulterio en la que se encuentra Ginebra lo que hará que sea condenada a muerte y que Lancelot sea expulsado del reino.

Sin embargo Lancelot, al intentar evitar el trágico final de su amada, matará a dos de los hijos de Morgana y su marido Lot de Lothian, lo que acabará derivando en una intensa guerra entre ambos reinos y que supondrá la muerte de todos los Caballeros de la Mesa Redonda.

A pesar de todo, Ginebra nunca morirá en la leyenda sino que se exiliará a la Torre de Londres, lugar donde recibirá la dura noticia de la muerte de su marido: vestida de luto se dirigirá junto a sus damas al convento de Amesbury para tomar los hábitos. Un destino parecido sufrirá Lancelot, convertido en monje ermitaño tras abandonar su condición de caballero.

Tras haberle sido infiel a su marido con Lancelot, la historia unirá inseparablemente este hecho con la caída tanto del hasta entonces próspero reino de Camelot, como del resto de Inglaterra, convirtiendo de este modo a la figura de la reina en todo un símbolo de la fragilidad humana, así como de la inmoralidad y la perversidad.

jueves, 7 de julio de 2011

La Leyenda de la Encantada: Gran leyenda mitológica femenina de Hispanoamérica

Se conoce como “Leyenda de la Encantada” a todo un grupo e tradiciones orales y mitos que se han transmitido a lo largo de los años en muchas de las localidades españolas y que comparten todas ellas una serie de elementos comunes, a pesar de todas las variables que existen en los distintos pueblos y culturas.

Básicamente, la leyenda cuenta la historia de la aparición durante la noche de San Juan de una hermosísima joven de larga cabellera, que peina incesantemente sus cabellos con un peine de oro. La muchacha aparece siempre cerca de un castillo (cueva o cualquier otro paisaje natural) y, por lo general, sale al encuentro de algún pastor o agricultor quien, automáticamente, queda prendado (“encantado”) ante su presencia.

Cargada de un enorme simbolismo (la larga cabellera, el peine de oro, el castillo, la mágica noche de San Juan), su conexión con otros personajes mitológicos como pudieran ser las Mourasde la mitología gallega, las Xanas de la asturiano-leonesa o la Mari de la vasca, son numerosas siendo estas diferentes interpretaciones, adaptadas a un determinado ambiente cultural, de un mismo tronco en común.

Incluso se han encontrado rastros de este mito en México, lo que podría llevar a pensar que con los distintos procesos de conquista y colonización de América, su difusión haya sido trasatlántica y estemos hablando de un mito mucho anterior a lo que en un principio se podría pensar (aunque también cabe la posibilidad de que la historia se haya retroalimentado con caracteres del folclore ambos continentes).

El topónimo de “encantada”, precisamente, es bastante usual a lo largo de España y, en líneas generales, viene a designar el lugar exacto donde se produce la visión de la bella joven. Algunos autores han visto reflejado en dicho término otro de origen prerromano, “kanto”, que quiere decir “piedra”; esta teoría se ve reforzada porque en dichos puntos es común que existan yacimientos arqueológicos.

miércoles, 6 de julio de 2011

Evento de Tunguska: La misteriosa explosión nuclear

Lo que sí ocurrió fue aquel extraño suceso en Tunguska: un enorme meteorito con el tamaño de un campo de fútbol entró en nuestra atmósfera. Eran las 7 y 17 minutos de la mañana cuando a 8.000 metros de altura la roca explotó en una gran bola de fuego, con una fuerza equivalente a una bomba atómica de 12 megatones. Una superficie igual a la de la ciudad de Madrid (España) prácticamente desapareció del mapa. Fue tal la sacudida que todos los sismógrafos del mundo registraron el temblor; la explosión arrojó tal cantidad de polvo al aire que éste se hizo tan espeso que la estratosfera reflejaba la luz del sol desviándola. Londres tuvo, durante varios días, noches con luz solar que le llegaba desde Tunguska...

... pero curiosamente, en 1908 nadie le prestó atención a lo ocurrido. No fue sino hasta el año 1927, con Stalin como secretario general de la Unión Soviética, cuando Leonid Kulik comenzó a investigar el extraño suceso ¿qué había ocurrido allí? no había cráter ninguno pero sí que estaba todo quemado y los árboles arrancados. Años después, en 1958, Kirill Florensky siguió la investigación y halló polvo de cometas, roca fundida y magnetita.

Sin embargo, fue en los años 70 cuando Tunguska comenzó a adquirir tintes de misterio. Visto desde el aire la zona quemada presenta una extraña forma de mariposa; además, hay signos de radioactividad similar a la que dejaría cualquier bomba atómica. No obstante, hablamos de 1908, y en esa época, ni hay ni ha habido pruebas de que existiera ya la bomba de hidrógeno. Comenzaron a surgir los primeros rumores de que aquello que había estallado no era un meteorito, sino un OVNI, y aquella explosión, un desencuentro de antimateria.

Fueron muchos años de cierre soviético, de secretos y verdades ocultas, y eso había dado tiempo suficiente para que surgieran leyendas de todo tipo.
El último y más extendido entre los creyentes de estas “leyendas urbanas” es el que apoya la tesis de que había sido un experimento de Nikola Tesla, un inventor que se ha hecho famoso por sus experimentos locos, por su visión de futuro, pero también por sus rotundos fracasos a la hora de demostrarlos. De él dicen que ya había anticipado la invención de la radio antes que Marconi; o el estudio de la corriente alterna antes que el propio Edison. Aquél de Tunguska fue otro experimento de los suyos que también salió mal; un potente aparato de rayos que se le escapó de control y estalló en la estratosfera.

No hace demasiado un grupo de científicos italianos lanzó la tesis del meteorito de baja densidad como fenómeno causante de tal devastación. Teorías, muchas teorías, pero escasas pruebas.

La verdadera cuestión es que 103 años han pasado desde aquello y probablemente nunca sepamos la verdad del misterio de Tunguska.

martes, 5 de julio de 2011

James Bartley: El misterioso Jonás II

James Bartley era un marinero inglés de 21 años cuando realizó su primer viaje a bordo del ballenero The Star of the East. Corría el año 1891, y el barco iba tras una ballena, navegando en el Atlántico Sur. Frente a la costa de las Islas Malvinas. Perseguían un cachalote, la más grande de las ballenas con dientes.

Los cachalotes son los mamíferos que se sumergen más profundos en el océano; y es el animal carnívoro más grande sobre la Tierra. Puede medir hasta 25 metros de largo y su cuerpo alcanza una temperatura algo superior a los 40 Cº. Tiene una cabeza enorme, su boca es mayor a la de cualquier otro animal.

En un determinado momento, los arponeros avistaron el cachalote y dieron la voz de alarma al resto de la tripulación. Todos se aprestaron a la caza y se pusieron en movimiento. Desde el barco, echaron al agua dos botes más pequeños con el cargamento necesario para acercarse al animal y apresarlo. Cuando se encontraban más cerca, un arponero atravesó el cuerpo de la ballena con un arpón submarino.

El animal se agitó violentamente por el dolor, y de un coletazo volcó uno de los botes. Todos sus tripulantes cayeron al agua. Apremiados por la situación, los integrantes del bote restante se apresuraron a rescatarlos, y pudieron salvar a todos, excepto a dos de ellos, entre los que se encontraba el marinero Bartley. Luego de una intensa búsqueda sin obtener resultados, se pensó que se habían ahogado.

Finalmente, el cachalote murió, y tras conducirlo a la costa, comenzaron a abrirlo. En esos tiempos, el aceite de ballena era muy preciado por si altísimo valor, ya que se empleaba para fabricar muchos productos. De los intestinos del cachalote se obtenía el ámbar gris, una sustancia cerosa que se utilizaba para fabricar perfume. Al abrir el animal, se encontraron con un bulto en el interior de la ballena, y creyeron que era el ámbar gris… Pero el bulto se movía.

¡Era James Bartley! Estaba vivo, pero muy pálido. Los demás marineros debieron reanimarlo con agua helada de mar para que volviera en sí. Cuando despertó, comenzó a vociferar y a intentar golpear a todo el que se le acercara. Se volvió loco y tuvieron que atarlo a la cama de su camarote. Lentamente se mejoró. Lo único que recodaba, tras ser tragado por la ballena, era que permanecía en una total oscuridad, deslizándose lentamente por un conducto blando y viscoso al tacto, y que antes de perder el conocimiento, había sentido muchísimo calor.

A su regreso a Londres, Bartley se dedicó a ser zapatero remendón, y murió tranquilamente en su cama en 1909.

¿Cómo pudo alguien seguir con vida después de ser tragado por un cachalote?… ¡Es todavía un misterio!

lunes, 4 de julio de 2011

El lobishome de Allariz: Caso extraño de licantropía

Las leyendas acerca de lobishomes, hombres lobo o lobisones en castellano, tienen una amplia raigambre en algunas zonas del norte peninsular, muy particularmente en Galicia. Además, presentan curiosos paralelismos con las recogidas en la tradición oral alemana, lo que tal vez sea debido a la antigua presencia germánica en Galicia a través de los sueños.

Esto tiene sentido si recordamos que uno de los prefijos germánicos más extendidos es -ufe o -ulfe, del que sabemos se trata derivación de la antigua palabra alemana para Wolf, lobo. La toponimia referida a este animal en Galicia se refleja también en multitud de términos latinos: Lobeira, Lobelle, Lobios, Lobengo, Lobezán... dan nombre a villas, pueblos, montes y ríos.

En este punto un inciso: es difícil de creer en nuestra Europa del hiperconsumo y la tecnociencia, urbanizada por doquier, que todavía existan lugares donde los niños se van a la cama haciéndose eco del miedo que sus mayores intentaron domesticaron con el recurso de historias y relatos. Pero el hecho perdura en aldeas remotas de Lugo y Ourense, cuando el largo invierno cubre con su manto sombrío la silenciosa tierra fría.

Pero dejemos a los lobos tranquilos. Mayor peligro tienen los lobishomes. Parece ser que el séptimo o noveno hijo de un linaje con ininterrumpida descendencia de un solo género (siempre varones o siempre hembras) puede venir al mundo poseyendo la maldición de transformarse en lobo u hombre lobo al llegar a una cierta edad.

La maldición es bien natural, bien provocada. La transformación ocurrirá por la noche, en puntos aislados y solitarios. El mal del sujeto se habría mostrado primeramente a través de una gran melancolía. Y un detalle importante: si es un varón, alternará condición humana y condición de lobishome. En cambio, se trata de una mujer, la metamorfosis, mientras dure, será definitiva.

En ocasiones la leyenda del lobishome se confunde con la del sacaúntos (sacamantecas). El hombre lobo, también sacamantecas, más célebre de toda Galicia, que ha servido de excusa incluso para alguna película, ha sido Manuel Blanco Romasanta, el lobishome de Allariz, detenido en 1852 por asesinar (y comerse) a trece personas.

En el juicio se declaró culpable argumentando, ante el estupor del tribunal, que trece años antes, sus padres o quizá su suegra, le habían echado el mal de ojo, lo que explicaría sus transformaciones, acerca de las cuales fue bastante instructivo. Por ejemplo, contó que, por regla, solía pasarse cerca de ocho días convertido en medio lobo.

Condenado a muerte, un científico inglés describió la patología de Romasanta como licantropía, defendiendo el hecho de que el orensano era un enfermo, no un criminal (lo de que era un lobishome nadie, para enfado del propio Romasanta, pareció creerlo). Así se le conmutó la pena por reclusión perpetua, aunque el antiguo sacamantecas, seguramente de pena, murió no mucho después. Y es que a los lobos lo que les gusta es correr libremente por las sierras.

viernes, 1 de julio de 2011

Max Schreck: El auténtico Nosferatu

La historia del cine tenía reservado un puesto de honor para Max Schreck, el primer “no muerto” cinematográfico. Nacido en Berlín (Alemania), se desconoce el día exacto de su nacimiento -en 1879-, pero sí que vivió una infancia misteriosa. Su talento para la interpretación, lo llevó a muy temprana edad a actuar en diferentes teatros alemanes y en varias giras con la compañía teatral de Max Reinhar. Esta experiencia le serviría para su gran debut en el cine, en 1920, con la película muda “Der Richter von Zalamea”, de Ludwig Berger, basada en la obra de teatro de Calderón de la Barca, “El alcalde de Zalamea”.

Sin embargo, 1922 sería su año dorado. Fue escogido para la primera adaptación de la novela de Bram Stoker, “Drácula”, de título “Nosferatu”, dirigida por F.W. Murnau -la adaptación no es fiel porque el estudio de Murnau no consiguió los derechos de autor, así que creó un alter ego, el Conde Orlok-. Pronto nacerían en torno a su figura numerosas leyendas alimentadas por la escasa información respecto a su infancia. La más célebre decía que en realidad éste practicaba el vampirismo, y que en la película pudo saciar su sed de sangre.

Tras adaptar la novela y cambiar nombres de personas y situaciones, Murnau encontró en Max al actor perfecto. Schreck significa “terror” en alemán, por lo que esto añadía todavía más misterio a su figura para la promoción del film. Algunos se aventuraron a decir que el director contrató a un auténtico “no muerto”, y que éste sólo se representaba a sí mismo. Pero la leyenda no acaba aquí.

También se especula que la co-protagonista, en realidad era una drogodependiente que en plena película fue mordida hasta la muerte por Max, en una más que realista actuación (también dicen que desaparecía gente del equipo de rodaje). Otros sólo piensan que Murnau le pagó un extra para que mordiera de verdad a la actriz.

Ya de por sí, la propia película es oscura -no sólo por la ambientación- al haber sido producida por una logia ocultista, Fraternitas Saturni, y el hecho de que la viuda de Bram Stoker demandara la película por infracción de derechos de autor y ganara el juicio. La sentencia ordenó la destrucción de todas las copias pero algunas ya habían sido distribuidas. La película permaneció oculta hasta la muerte de la viuda del novelista irlandés, empezando luego una rápida difusión por todo el mundo.

Igualmente, F.W. Murnau era un genio del séptimo arte, considerado el máximo exponente del expresionismo alemán. Su visión del cine iba más allá de los convencionalismos de su tiempo. Meticuloso, misterioso y obsesivo, tanto él como Max Schreck grabaron sus nombres con sangre en la historia del cine; pues, por si fuera poco, la muerte de Murnau en trágicas circunstancias, contribuye aún más al halo de misterio y leyenda que envolvió siempre al rodaje de “Nosferatu”.