lunes, 30 de noviembre de 2009

Los extraños atentados del 11-S

Todavía se discute en EE.UU. si el presidente Franklin Delano Roosevelt estaba informado con antelación del ataque japonés a Pearl Harbor y no lo impidió. El traicionero bombardeo nipón del 7 de diciembre de 1941 causó casi 2,400 muertos entre el personal aeronáutico y naval de esa base de las islas Hawai, y Washington, naturalmente, declaró la guerra al Eje nazifascista. Habían trascurrido ya más de dos años de la que tenía lugar en Europa y Asia, pero la opinión pública estadounidense prefería la neutralidad. La pregunta -que desde 1941 sigue en pie- es: ¿la Casa Blanca nada hizo para prevenir el ataque con el fin de que la lógica indignación popular le permitiera entrar en la guerra. Habría indicios en esa dirección. Porque nadie se explica por qué se habían concentrado en Pearl Harbor cien naves de la flota del Pacífico, ¿era un señuelo apetecible para el pez nipón? En 1932 se había llevado a cabo un simulacro de ataque enemigo y el resultado del ejercicio fue rotundo: la victoria de cualquier atacante sería completa. El fantasma de una pregunta semejante ronda los despachos de la Casa Blanca donde un triunfo electoral más que dudoso instaló a Bush hijo. ¿El gobierno estadounidense tenía información previa de los brutales atentados del 11-S y dejó hacer para lanzar contra Afganistán una guerra ya planeada? O quizá, rizó el rizo y la acción venía desde dentro de la misma administración.

Tom Kennedy, miembro del equipo de búsqueda y rescate de la Oficina Federal de Gestión de Emergencias de EE.UU., declaró por la CBS nacional que su grupo había sido enviado a Nueva York el día anterior al desastre. “Llegamos el lunes por la noche -diez de septiembre- y entramos en acción el martes por la mañana -11 de septiembre”-. Para Hal Turner eso indica -así lo dijo el 28 de octubre en su programa radial- que “el gobierno de EE.UU. sabía que se iba a producir un ataque. Permitió que se produjera”. Turner se preguntó además cómo hizo el Congreso para preparar en tiempo escaso la ley antiterrorista que promulgó Bush hijo, un texto de 151 páginas que abarca un sinnúmero de complejas disposiciones legales. “¿Acaso la ley de redactó mucho antes de los ataques y fue simplemente presentada después?”, propuso.

¿La CIA estaba informada del atentado? El director ejecutivo de la central de espionaje es A. “Buzzy” Krongard. Antes de ocupar este puesto en 1999 era un alto ejecutivo de Bankers Trust que el mismo año fue comprado por el Deutschebank.

Casualmente -o no- fue por intermedio del Deutschebank que los días 6 y 7 de septiembre se negociaron muchas opciones de venta de acciones de la United Air Lines, y el 10 otras tantas de American Airlines. Y de ninguna otra compañía aérea. Según los datos del Instituto Herzliyya israelí, se concertó un total de 4,744 opciones de venta de acciones de la UAL Y 4,516 de American, una cifra desusada en el ámbito de la Bolsa. Esta clase de opción es una apuesta a que caerá el valor de las acciones negociadas. Las de United y American, cuyos aviones fueron utilizados para el ataque terrorista, cayeron desde luego días después. El hecho llamó la atención de las autoridades financieras y nadie ha reclamado todavía 2,5 millones de dólares de los 20 millones de beneficios que dejó la operación a quienes al parecer sabían lo que iba a ocurrir.

¿La guerra contra Afganistán estaba decidida antes del 11-S? El 18 de ese mes la BBC de Londres reprodujo declaraciones del ex ministro de Relaciones Exteriores de Pakistán, Niaz Naik, quien relató que los representantes estadounidenses ante el grupo de contacto auspiciado por la ONU para tratar la cuestión afgana se lo habían adelantado en una reunión celebrada en Berlín a mediados de julio. Tom Simmons, ex embajador de EE.UU. en Pakistán; Karl Indefurth, ex subsecretario de Estado para el Sudeste Asiático, y el ex asesor del Departamento de Estado Lee Coldren integraban la delegación estadounidense que anunció: si Kabul no entregaba a Bin Laden, Washington lanzaría una operación militar para capturarlo, derrocar al gobierno talibán y reemplazarlo por una coalición tal vez encabezada por el ex rey Zahor Shah. La operación -se precisó- daría comienzo a más tardar a mediados de octubre, antes de que cayeran las primeras nieves en Afganistán.

¿Y por qué el gobierno yanqui habría diseñado ese plan? El diario pakistaní The Frontier Post del 10 de octubre da cuenta de la visita que el embajador estadounidense Wendy Chamberlain hizo al ministro de Petróleo delpaís. El abandonado proyecto de tender un gasoducto desde Turkmenistán hasta la costa de Pakistán pasando por territorio afgano, con vistas al mercado chino, ha recobrado nueva vida “en razón de los recientes acontecimientos geopolíticos”. ¿Para justificar una guerra ya prevista con ese fin, los gobernantes de EE.UU. no evitaron o urdieron los atentados del 11-S? La pregunta continúa: ¿sabían o qué? O: sabían... Y qué

Por otro lado, hay cuestiones básicas en los atentados del 11-S que no cuadran.

Mientras los documentos y los testimonios del ataque a las Torres Gemelas del World Trade Center son muy variados y permiten un entendimiento cabal de los hechos, no sucede lo mismo con el ataque al Pentágono.

¿Cómo puede ser que los restos del Boeing no aparezcan en ninguna fotografía? Las autoridades militares ¿trataron de ocultar sucesos no revelados? ¿Acaso falsificaron los hechos?

El edificio no fue dañado en profundidad y, aparentemente, sólo la nariz de la nave podría haber cabido en el hueco abierto en el edificio.

Ningún canal de televisión y ningún fotógrafo independiente estuvo autorizado a tomar imágenes de la escena en los momentos inmediatamente posteriores al atentado. Las fotografías disponibles provienen exclusivamente de fuentes militares y fueron publicadas bajo estricto control. Esta censura primero fue atribuida a los rápidos reflejos del Ejército norteamericano, poco inclinado a dejar que se difundan imágenes que lo presentaban en una posición de debilidad. Pero el estudio de las imágenes contradice a la versión oficial y demuestra que el Ejército no quiso decir la verdad.

La fotografía satelital muestra que el avión no dañó al segundo anillo del edificio. Esto está confirmado por las fotografías tomadas durante los días subsiguientes, después de que demolieran las partes dañadas del edificio y se comenzaran a remover los escombros. A pesar de que el peso del Boeing se hallaba cerca de las cien toneladas, y a pesar de que su velocidad de aterrizaje es de por lo menos 400 kilómetros por hora, solamente la nariz del aparato habría cabido en el hueco formado en el primer anillo exclusivamente. La cabina y las alas debieron permanecer fuera del edificio. Los depósitos de combustible, alojados en las alas, debieron de haberse incendiado. De hecho, este combustible es inflamable pero no explosivo. El aparato perforó la fachada al nivel del primer piso. En las fotos de los primeros auxilios tomadas en el lugar puede observarse que los pisos superiores no han sido afectados. Los cuatro pisos superiores se colapsan poco después. El fuego se produjo dentro del primer anillo y se propagó por los corredores. Estuvo exactamente confinado. Así, la fotografía de Donald Rumsfeld al momento de retirarse del lugar muestra que el fuego no se extendió más allá de la torreta de control del helipuerto. Fue éste el desastre que mató a más de 125 víctimas. En el pentágono trabajan cotidianamente 23,000 personas.

Unas pocas preguntas:

¿Por qué en ninguna de estas fotografías aparece resto alguno del avión?

¿Dónde están las alas? ¿Dónde está el fuselaje? ¿Dónde está la cola del aparato? ¿Dónde está una mínima parte visible del avión?

¿Cómo es posible que un Boeing 757-200 de 100 toneladas impactando al menos a 400 kilómetros por hora sólo deje en el edificio el hueco equivalente al tamaño de la nariz del avión? Y esto sólo en el primer piso, dejando los demás pisos superiores intactos hasta que se derrumbaron aproximadamente media hora más tarde del supuesto impacto.

¿Realmente fue un avión lo que impactó en el Pentágono?

Ese orificio regular es el que dejaría precisamente un misil con cabeza enriquecida con uranio.

¿Cómo es posible que en la filmación de la cámara de seguridad ubicada a un costado, al frente del Pentágono y revisando cuadro a cuadro no aparezca un Boeing 757-200 que medía 47.32 metros de largo, 13.6 metros de alto, y 38 metros de envergadura apreciándose solamente y muy borroso lo que parece ser el ala trasera más bien de un caza o misil?

Además, en una de las tomas se alcanza a ver una especie de aberración del aire a ras del suelo al igual que el disparo de un misil. ¿Cómo puede verse ese detalle y no así todo un Boeing? En el visionado de dicha filmación se puede observar en los cuadros correspondientes a la explosión, y según los expertos, una detonación de choque pero a la vez una que parecía provenir del interior ¿una detonación de una bomba colocada en el interior o la detonación del misil? Pero de todas formas ¿cómo es que se derrumbaron sólo las paredes de un sector quedando el agujero de menos de tres metros antes mencionado?. Por lo tanto, ¿qué tipo de tecnología en armas fue utilizada? ¿Cómo hizo el piloto para llegar al sitio del impacto prácticamente navegando a nivel del suelo? ¿Esta capacitación profesional es la que podían adquirir libremente, con tan poco tiempo de preparación y los conocimientos que les proporcionaron sus instructores los supuestos terroristas?

¿Es posible que quien ostente el poder oculto, ya sea desde el gobierno o fuera de él, pueda llevar a cabo un siniestro plan para sus propios fines a tal punto de realizar un autoatentado de estas características?

El atentado a las Torres Gemelas y al Pentágono, al país más poderoso de la Tierra, provocó sin dudas un avance más acelerado en el proceso del “nuevo orden mundial”. Y quizá, de otros intereses más inconfesables.

viernes, 27 de noviembre de 2009

El 11-S ¿Una conspiración?

Es evidente que si hacemos una reflexión seria e imparcial de los tristes acontecimientos del 11-S, nos daremos cuenta a bote pronto que sin contar las inocentes víctimas humanas, la otra víctima a sido los derechos de libertad que han sido reducido (cuando no erradicados) de raíz por una hipotética seguridad nacional.

Sin embargo, en este acontecimiento no solo han habido perjudicados, las petroleras norteamericanas han salido especialmente beneficiadas y los nuevos escenarios mundiales que van a desarrollarse con la más que previsible guerra contra Iraq, no harán más que potenciar la presencia económica estadounidense en una zona en la que nunca habían podido contrarrestar la supremacía rusa.

En La gran mentira (Ed. Pyre), León Klein pretende aclarar algunos de los puntos más oscuros que rodearon a los atentados del 11-S. Aquí hay un resumen de las tesis expuestas en el libro.

La tesis oficial del 11-S sostiene que se trato de un atentado islamista cuyo instigador fue Bin Laden, organizado desde su base de Afganistán.

Esa tesis es imposible porque no se apoya sobre pruebas fehacientes que pudiera aceptar algún tribunal ordinario y porque, lejos de beneficiar a los presuntos autores, les perjudicó.

Según la hipótesis alternativa, los atentados fueron organizados desde esferas de poder del interior de EE.UU para justificar fundamentalmente la intervención en Afganistán y la posterior guerra contra Iraq.

Esa hipótesis es verosímil porque se apoya en hechos precisos, a saber: el desarrollo posterior de los acontecimientos que refuerzan la presencia americana en una zona de interés estratégico ya que albergan las segundas reservas mundiales de petróleo y porque el atentado sólo ha beneficiado a los intereses de EE.UU.

El móvil de los ataques habría sido el control sobre Afganistán para facilitar el paso del oleoducto que llevará petróleo del Caspio al Índico y que aproximará las fuerzas de intervención americanas a la cuenca petrolífera del Caspio.

Existen siete modelos históricos previos en la historia de los EE.UU, es decir, episodios “providenciales” que fueron considerados “casus belli” y permitieron vencer las resistencias de la opinión pública norteamericana a entrar en conflictos exteriores: El Álamo, la voladura del Maine, el hundimiento del Lusitania, Pearl Harbour, el incidente de Tonkin y el primer atentado contra el Word Trade Center.

En la mañana del 11-S Bush no fue puesto a salvo, sino que dio la noticia del atentado en un colegio cerca de un aeropuerto. El Servicio Secreto, al menos, sabía que nadie iba a atentar contra él, a pesar de que un avión comercial volaba hacia la Casa Blanca. Por lo demás, la imagen de Bush salió reforzada del incidente. Así mismo, la presencia del lobby petrolero en la administración Bush es muy fuerte.

Es cierto que se especuló previamente en Bolsa con las compañías que se verían afectadas por los atentados, pero no fue Bin Laden quien especuló, sino que la operación se realizó mediante una agencia de valores vinculada a altos cargos de la Agencia Central de Inteligencia (CIA).

En los últimos siete años, el nombre de Bin Laden se ha relacionado con atentados antiamericanos. Pero el interés de EE.UU en perseguirlo deriva de su oposición al régimen saudí, principal aliado de EE.UU en la zona. Bin Laden ha atribuido a sus plegarias cualquier atentado antiamericano. Se trata de un fundamentalista musulmán que odia a los americanos por ser infieles que pisan la tierra más sagrada del Islam: Arabia Saudí.

Al Qaeda es una organización integrista islámica internacional que ha reclutado voluntarios para diversas guerras. Nunca ha reivindicado formalmente ningún atentado, aunque es posible que algunos de sus miembros se hayan vinculado a este tipo de operaciones antiamericanas.

Que Mohamed Atta fuera el coordinador de los atentados es completamente imposible y, desde luego, él o sus compañeros no pudieron pilotar los aviones. Su perfil no es el de un terrorista, ni siquiera el de un integrista islámico. Tampoco se comportó como un terrorista entrenado capaz de burlar a los servicios aduaneros y de inteligencia de medio mundo. Por el contrario, su comportamiento era normal. Es posible que alguien utilizara en algún momento su nombre o su pasaporte. El hallazgo “providencial” del pasaporte de Atta en los alrededores del WTC y el hecho de que su maleta quedara en tierra por otro error “providencial” dejan entrever que fue elegido como chivo expiatorio.

En cuanto al resto de los presuntos terroristas suicidas, varios viven todavía y gozan de buena salud. Han demostrado que no estaban en los aviones y que no tienen relaciones con grupos integristas. Fueron vinculados a la operación a partir de pasaportes robados y reutilizados en el embarque de los aviones. Ninguno se comportó como lo haría cualquier terrorista. Por lo demás, apenas se sabe nada de la mayoría de ellos.

¿Cómo pudieron ocurrir los atentados? En el interior de los aviones viajaban algunos de los personajes cuyos nombres se han relacionado con los atentados (Atta, Merwan, etc); debieron ser atraídos al viaje mediante alguna trampa. Eran completamente inofensivos y serían los chivos expiatorios. En el interior existió otro comando –probablemente compuesto por mercenarios y captado en las márgenes del terrorismo islámico- que ascendió al avión con intención de secuestrar el vuelo, quizás para pedir la liberación de presos palestinos. Ese segundo comando realizó el secuestro. Probablemente subieron al avión con pasaporte americano. Dado que la investigación se decantaría sobre los Atta y sus compañeros, nadie se preocuparía de averiguar los pasos de estos secuestradores reales.

¿Cómo se estrellaron los aviones contra sus objetivos? Mediante sistemas de control remoto que inhibieron los mandos del avión a los pilotos en los últimos minutos del vuelo y cortaron las comunicaciones con tierra. Equipos de este tipo se ensayaron desde los años 70 para evitar que los secuestradores desviaran los aviones a Cuba o Argelia.

Entonces, ¿qué fue realmente el 11-S? Un gigantesco crimen de Estado utilizado como “casus belli”. Se trató de un golpe de Estado en el que el lobby petrolero mejoró extraordinariamente sus posiciones. Una operación de guerra psicológica diseñada para estimular el deseo de venganza del pueblo norteamericano y que aprobara la intervención bélica. Fue aprovechado, finalmente, para reforzar el estado de excepción permanente, justificar la represión contra las libertades democráticas y aumentar el control sobre Internet.

¿Qué tiene que ver todo esto con lo que nos ofrecieron las TVs el 11 de septiembre del 2001? Lo que vimos no tuvo nada que ver con lo que en realidad sucedió. Vimos un atentado terrorista convertido en espectáculo, pero lo que ocurrió en realidad fue un golpe de Estado, cuyas víctimas fueron norteamericanas en su mayoría, pero cuyas repercusiones alcanzarán a todo el mundo.

jueves, 26 de noviembre de 2009

El proyecto MK-ULTRA

El 28 de noviembre de 1953, un decepcionado y deprimido Dr. Frank Olson se arrojó de un décimo piso en un hotel de New York. Olson era desde hacía mucho tiempo un científico de la Chemical Corps Special Operations División -División de operaciones especiales del cuerpo químico, del Ejército estadounidense-, sus problemas comenzaron en la reunión que tuvo lugar nueve días antes.

Esta reunión era organizada por Sidnet Gottlieb, jefe del Technical Services Staff, de la CIA, sin saberlo los demás asistentes a la reunión, Gottlieb llevaba consigo una cantidad de LSD y deseaba probarla con ellos. En un momento dado, vertió LSD en la bebida de Olson y se sentó a esperar los resultados. Olson tenía una personalidad muy sociable y era amante de las bromas, pero pronto comenzó a sufrir unos desagradables efectos colaterales. Ben Wilson, otro de los asistentes, luego recordaría que Olson estaba psicótico. Gottlieb y su jefe, el director de Central Intellingence, Allen Dules, iniciaron un ocultamiento de los sucesos que ocasionaron la muerte de Olson, ese ocultamiento duró veinte años.

En riesgo estaba el super secreto proyecto de la CIA, el MK-ULTRA, el cual había crecido desde un programa anterior conocido como BLUEBIRD. Originalmente BLUEBIRD fue concebido para contrarestar los avances soviéticos en tecnologías de lavado cerebral. Las intenciones de la CIA tenían otros objetivos. Un primer objetivo fue estudiar métodos para, a través de los cuales, el control del individuo en cuestión fuera alcanzado. Esta experimentación se basó en la narco-hipnosis, o la combinación de drogas y una cuidada programación hipnótica.

Siempre evolucionando, el proyecto BLUEBIRD, fue luego conocido como ARTICHOKE y transformado en un programa ofensivo de control mental que aunaba las divisiones de inteligencia del Ejército, la Marina, la Fuerza Aérea y el FBI.

El fin del proyecto fue delineado en un memorando de enero de 1952, que ominosamente preguntaba “¿Podemos tomar control de un individuo, al punto donde éste hará nuestra voluntad, contra la suya propia, y aún contra las propias leyes fundamentales de la naturaleza y la autoconservación?

Se formó un equipo de trabajo en la CIA que pudiera viajar, al momento de ser notificados, a cualquier lugar del mundo. Su tarea era testear nuevas técnicas de interrogación, y asegurarse que las víctimas no recuerden nada de ese interrogatorio. Toda clase de narcóticos, desde marihuana a LSD, heroína y pentatol -también llamada la droga de la verdad- eran regularmente usados, eso sin contar, con las que sus equipos de investigación les abastecían.

A pesar de los pobres resultados iniciales, los programas de control mental de la CIA afloraron. El 13 de abril de 1953, el super secreto MK-ULTRA fue creado. Su fin era mucho más amplio que todos los proyectos anteriores, y sólo tenían acceso los mandos más altos de la CIA. El MK-ULTRA era considerado como un paraguas para OTROS 149 SUB-PROYECTOS. Muchos de estos tenían que ver con el testeo ilegal de drogas, otros mientras tanto, tenían que ver con la electrónica. Uno en particular exploraba la posibilidad de activar un organismo a control remoto. Una esfuerzo en común era lograr una técnica de lavado de cerebro para convertir individuos en mensajeros y espías sin que ellos lo supieran -también podrían convertirse en un futuro, en terroristas que acometieran acciones que les supusieran beneficios, algunos de ellos inconfesables, como pudieran ser, atentados en su propio país para crear una atmósfera de pánico que supusiera la restricción de todas las libertades fundamentales- ¿les suena esto a algo?

Desde siempre la CIA estuvo impedida por el Congreso de tener poder de policía o de seguridad, sólo estaba autorizada a hacerlo fuera de los EE.UU. Pero desde su mismo comienzo, el MK-ULTRA quebró esta prohibición congresional y comenzó a testear sobre impávidos ciudadanos noerteamericanos.

Quizás por esta razón, nunca se sabrá a ciencia cierta hasta que nivel llegó la ilegalidad del MK-ULTRA, ya que Richard Helms, director de la CIA y mentor del proyecto, ordenó la destrucción de toda la documentación existente, esto fue en 1973, cuando Helms terminó su mandato. Por suerte muchos documentos sobrevivieron a causa de un mal archivado y vieron la luz al final de los años 70.

Un proyecto, llevado a cabo por Harris Isabel, director del Servicio del Hospital Público de Kentucky, fue el responsable de un aparente cese en las operaciones del MK-ULTRA. Consistía en aplicar grandes dosis de LSD, mescalina, marihuana, escopolamina y otras a unos internos de raza negra. A cambio de participar les inyectaba morfina, hasta tres veces al día. Cuando esto llegó al senado, en 1975, Isabel dio a entender que no había contradicciones al proveer estas drogas duras a unos adictos. Considerado esto una violación pública, la CIA anunció el cese de todas sus operaciones de control mental.

Víctor Marchetti, un veterano de la CIA, revelaría la falsedad del anuncio. Dijo que el cese de las operaciones no era más que una cubierta, apoyada por declaraciones de la CIA sobre la falta de resultados favorables. Miles Copeland, otro veterano, afirmaría que el Congreso sólo tuvo un leve vistazo sobre las operaciones secretas que se llevaban a cabo. Otra fuente dentro de la comunidad de inteligencia dice que los esfuerzos de la CIA posteriormente se centraron en la psicoelectrónica, ya que la narcohipnosis ya había dado todo lo que era posible, el futuro era la combinación de ambas técnicas, la sumisión total.

El Dr. José Delgado, un neurofísico de la Universidad de Yale estaba particularmente interesado en la estimulación electrónica del cerebro. Descubrió que mediante el implante -¿implante, nos suena?- de una sonda en el cerebro era posible ganar enorme poder sobre el control de una persona. Esta sonda operaba por ondas de radio de FM y podía inducir un sinnúmero de emociones humanas.

El Dr. Delgado anunció que sus hallazgos demostraban la desagradable conclusión de que el movimiento, emociones y conducta pueden ser dirigidos por fuerzas eléctricas.

El próximo paso fue la miniaturización de dichas sondas, para pasar posteriormente a las microondas. Ubicando un voluntario dentro de un campo electromagnético y usando ondas de radio específicas, era posible modificar las ondas cerebrales. Esto fue el descubrimiento del Dr. Ross Adey, de la Universidad de California.

El Dr. Joseph Sharp, del Instituto de Investigaciones del Ejército logró transmitir palabras a través de microondas. Ubicado dentro de un flujo electromagnético, Sharp podía entender claramente palabras transmitidas a él por un compañero. Otros adelantos continuaron hasta 1974, cuando el Dr. Scapitz, científico con fondos del Departamento de Defensa tuvo una gran idea. Él buscaría cambinar los estudios del Mk-ULTRA con las nuevas tecnologías de microondas. En un desliz el Dr. Scapitz declaró que “Se proyectará la palabra del hipnotista, mediante la energía modulada electromagnética, a las zonas subconscientes del cerebro del individuo”

Aclaró también que esto sería posible sin la necesidad de emplear receptores o transmisores de mensajes.

Por primera vez, los agentes tenían la posibilidad y habilidad para penetrar la mente de un individuo, incluso sin manipulación previa y sin que éste lo notara. Desde entonces poca cosa o nada de información ha sido revelada. Actualmente existe la evidencia que estas tecnologías están ocultas dentro de las iniciativas del Nuevo Orden Mundial y su gobierno oculto. En un anuncio de 1995 se divulgó que las armas de NLD serían transferidas al area de aplicación de la ley. Esta operación conjunta conocida como Operations other than war, abre la puerta para la milicia en el terreno civil. El objetivo propuesto sería el mayor control del narcotráfico, actividades criminales y terrorismo. ¿Les suena?

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Una real conspiración

Las revelaciones de Paul Burell, antiguo mayordomo de la fallecida princesa Diana de Gales, han revitalizado las teorías de que hubo una conspiración para provocar su muerte.

“Ésta es la fase más peligrosa de mi vida”, dejó escrito Lady Di en octubre de 1996, aludiendo a un supuesto plan para matarla bajo la apariencia de un accidente de automóvil. La carta fue difundida por el periódico británico Daily Mirror al cumplirse el sexto aniversario de su fallecimiento. En estos últimos días, otro periódico británico ha desvelado cual era el nombre de su supuesto agresor, éste no era otro, que el de su exmarido el príncipe Carlos de Inglaterra.

Diana, de 36 años, y su novio Al Fayed, de 42 años, murieron en agosto de 1997 al sufrir un brutal accidente en el puente del Alma cuando su chofer, que intentaba huir de los paparazzi no pudo evitar la colisión con una de las columnas que sustentan dicho puente en su paso inferior, un túnel. La carta que había redactado la princesa “anunciaba” ya dicho percance. En ella, Diana escribió la posibilidad de un accidente de tráfico por “la rotura de los frenos”, que le ocasionaría “serias heridas en la cabeza” y despejaría “el camino para que Carlos” se casase. La declaración de su puño y letra, en manos de su mayordomo Paul Burell, sería una especie de “seguro de vida”. Once meses más tarde, el fatídico presentimiento de Lady Di se cumplió en París.

Mohamed Al Fayed, el padre de Dodi y multimillonario propietario entre otras cosas de los almacenes Harrods de Londres, no se cansó de repetir desde un principio que el accidente no fue tal, sino una perfecta operación de los servicios secretos británicos. Es conocida una técnica de dichos servicios secretos, que ya han utilizado anteriormente, en la cual unos motoristas haciéndose pasar por fotógrafos y con una cámara preparada con un flash especialmente concebido y guiado con láser, apuntan hacia el conductor del vehículo para producirle un deslumbramiento total, también es sabido que al producirse el chofer tiende siempre a apretar instintivamente más el pedal del acelerador, con lo cual y la pequeña ayuda de otro vehículo –un pequeño “toque” lateral- el coche sale de su trayectoria a toda velocidad. Debemos recordar que en el lugar del accidente se encontró el retrovisor de un vehículo Fiat, después de la debidas pesquisas policiales quedó limitado el número de coches coincidentes a ese tipo de retrovisor y color a unos 300 en la ciudad de París. Nunca se ha sabido nada más de ese fantasmal coche, tan solo que existió.

Negada de forma reiterada por las autoridades, la posibilidad de que Lady Di y Dodi fueran asesinados es una realidad para uno de cada cuatro británicos, según los sondeos. De acuerdo con esta encuesta, el 49% de la población estima que la verdad esta siendo ocultada sobre la muerte de la esposa legal del heredero oficial de la corona y madre de su sucesor.

Desde el mismo momento del siniestro empezaron a circular por Internet intensos rumores sobre una supuesta trama para eliminar a Diana de Gales. Hubieron muchos y algunos de ellos inverosímiles. Al margen de las conjeturas y rumores que circularon por lo largo y ancho de la red de redes, lo cierto es que algunos conspiracionistas intuyeron que el accidente beneficiaba los intereses de la monarquía británica, así como a un misterioso comité, una de cuyas cabezas sería la reina Isabel II.

El doctor John Coleman ha dado ha esta organización secreta el nombre de Comité 300 y formarián parte de él miembros de la aristocracia europea, así como propietarios y altos directivos de empresas y organizaciones internacionales, incluyendo algunos miembros de familias como los Rockefeller, Morgan o Bush.

El polémico “conspiranoico” David Icke, asegura que el Comité 300 busca el dominio mundial de la riqueza y el acceso exclusivo a los recursos naturales, tan abundantes en las naciones no industrializadas.

Para Icke, la tarea de caridad protagonizada durante años por la princesa de Gales tuvo que ser muy negativa para los intereses de dicha organización, puesto que la juzgó un motivo suficiente para decidir quitarla de en medio. Según Icke, “esto ocurrió cuando Lady Di extendió el poder del amor a todos los lugares del mundo” con su misión de promoción humanitaria.

La posibilidad de que Diana de Gales se convirtiera en la representante visible de los parias de la Tierra en el primer mundo, según los conspiracionistas, sería nefasta para sus intereses. A juicio de dichos investigadores, cuando Diana hizo uso de su imagen y habilidad para transmitir esperanzas a los líderes del Tercer Mundo, la amenaza se volvió letal. Si sólo en un año ella consiguió impulsar la firma de un tratado que prohibiera las minas terrestres, ¿qué no podría conseguir después?

La fuerza de estas acciones habría mostrado a los poderes ocultos que su conducta futura y su influencia sobre los herederos del trono podría provocar graves inconvenientes y obstaculizar sus planes de control a escala planetaria, debido a la incidencia que tendría en el mundo “una princesa militante”.

Si los conspiracionistas están en lo cierto, poco tuvo qué ver, para que la asesinaran la posible conversión de Diana al Islam, móvil propuesto por Simone Simons, una de las íntimas amigas de la princesa. Para la élite que actúa desde la sombra, lo decisivo habría sido su potencial riesgo político y el asesinato una “operación preventiva”, ¿no les suena dicho término?

Otra posibilidad es, que el matrimonio entre Diana y Dodi, o el posible alumbramiento de un hijo “musulman” y por tanto, hermanastro del heredero al trono de Inglaterra, Gales y Escocia, no fuera muy del agrado de una maltrecha familia real en los últimos tiempos.

¿Posibilidades? ¡Muchas!

La única certeza es, que Lady Di anunció su posible eliminación unos meses antes.

martes, 24 de noviembre de 2009

La conspiración del oro negro

Suenan tambores de guerra. Una lluvia de proyectiles sin precedentes está cayendo sobre Irak, país que según Estados Unidos serviría de cobijo y amparo a la organización terrorista AL Qaeda. Pero esa es sólo la “versión oficial”, porque la realidad es otra bien distinta: supuestos enemigos como Saddam Husein, George Walker Bush y Bin Laden comparten muchas más cosas de las que nos imaginamos...

En 1976, una empresa petrolífera entró con fuerza en el siempre turbio y farragoso mercado de los recursos energéticos. Se llamaba Arbusto Energy, y su presidente era George Bush hijo, el actual inquilino de la Casa Blanca y el hombre que ha puesto al mundo entero en pie de guerra contra el terrorismo internacional. Quizá esto no les diga nada... Pero si conocemos que el principal inversor en aquella compañía texana se llamaba Salem Bin Laden, es probable que empiece a sospechar algo, porque aquel hombre era el hermano de Osama Bin Laden, el individuo que según Washington es el responsable de los terribles atentados del 11-S.

Comenzaba entonces una estrecha relación que uniría hasta la eternidad a dos de los clanes más poderosos del planeta.

A un lado, el emporio Bush, cimentado sobre los negocios petrolíferos que un buen día –allá cuando el mundo asistía a la Segunda Guerra Mundial- comenzó a gestar Prescott Bush, el abuelo del actual presidente, a quien el gobierno tuvo que sancionar por negociar la venta de petróleo a la empresa nazi Luftwaffe.

Y al aotro lado, el gigantesco imperio creado por Mohammed Awad Bin Laden, padre de Osama, que en aquellas mismas fechas ofreció al rey Saud de Arabia saudí edificar en RIAD un magnífico Palacio Real. La fabulosa obra fue recompensada con un contrato de por vida, gracias al cual, la empresa Bin Laden Group sería la beneficiaria de todos los contratos de obras públicas en los centros religiosos de Medina y La Meca.

Los Bush lograron reconciliarse con el poder americano gracias a la amistad de Prescott con John Foster Dulles –director de la CIA en los tiempos de la muerte de Kennedy-, al que llegóa a convencer para que su hijo, entonces ejecutivo de una de sus empresas petrolíferas, se convirtiera en agente secreto. Una de las primeras misiones de George Bush padre fue la de coordinar en 1961 el asalto de Bahía Cochinos en Cuba... Década y media después alcanzaría el cargo de director de la CIA, años antes de llegar a la presidencia de los Estados Unidos de América.

Pactos

Ahí se cruzan los caminos de ambas familias. A partir de ese momento, todo el entramado financiero de ambos clanes parece circular sobre la misma senda. Junto a ellos aparecen unos personajes oscuros que se subieron al mismo carro y “sobrevivieron” en el enmarañado mundo de los negocios hasta el punto de formar parte del privilegiado sector que ha obtenido unos beneficios incalculables tras los atentados del 11-S, que se incrementarán hasta lo inimaginable si Estados Unidos logra destronar a Saddam Husein y se hace con el control del petróleo iraquí.

Uno de aquellos individuos es Khaled Bin Mahfouz. En todo el mundo sólo hay 250 hombres más ricos que él. Su fortuna personal es de 1.000 millones de dólares. Comenzó a cimentarla cuando en 1987 adquirió el 11% de las acciones de Harken Energy, empresa de la que George Bush hijo era el principal accionista. Gracias al apoyo del clan presidencial adquirió el aeropuerto de Houston. También se convirtió en uno de los tres dueños del BCCI, Banco Internacional de Crédito y Comercio, entidad que se vió envuelta en un entramado de escándalos –tráfico de armas, blanqueo de dinero, desvíos de fondos, etc- que provocó su cierre.

Bin Mahfouz se casó con la hermana de Bin Laden. A nadie le llamó la atención... Tampoco extrañó a ningún mortal que aportara sus recursos económicos y humanos a la sociedad Carlyle a través del Banco Comercial de Pakistán, del cual Bin Mahfouz es dueño. Y eso que el líder de Carlyle no es otro más que George Bush padre. Sumemos a esto que en 1995 el Bin Laden Group entregó para su gestión varios millones de dólares a Carlyle... También, en ese mismo año aparece como dueño del Banco Nacional de Comercio de Sudán, precisamente cuando Bin Laden vive allí. No mucho después, el FBI acusó a Bin Mahfouz de ser una de las fuentes de financiación de Al Qaeda. E insistó: a nadie le inquietó que este aliado de Bin Laden fuera compañero de negocios de la familia Bush. Y en el colmo de lo rocambolesco, la empresa Delta Oil, propiedad de Bin Mahfouz, se ha convertido en la segunda más representada en el consorcio Centgas, que gracias al apoyo del actual gobierno de Estados Unidos construirá los gaseoductos que atraviesen Afganistán y que tras el bombardeo del país se convertirán en realidad. Curiosamente, para una empresa de Delta Oil trabaja el presidente de la comisión independiente nombrada por Bush hijo y que deberá aclarar los puntos oscuros en la actuación de la administración norteamericana que desembocó en los atentados de Nueva York y Washington el 11-S. Todo queda entre amigos.

El verdadero motivo.

Otro de los personajes de la trama es James R. Bath, amigo del actual presidente estadounidense desde los años sesenta, cuando ambos compartieran barracón en la Base Aerea de Texas. Nunca dejaron de ser amigos. Al abandonar el Ejército, Bush comenzó a abrirse hueco en el mundo del negocio petrolero en pequeñas empresas de las que es dueño y amo; la primera de ellas fue la mentada Arbusto Energy. Su amigo Bath le apoyó; se había convertido en testaferro de importantes hombres de negocios y adquirió a través de uno de ellos el 5% de la empresa. Ese capitalista en la sombra no era otro sino Salem Bin Laden, el hermano del terrorista más buscado, y socio, por tanto, del propio clan Bush... ¡qué cosas! Un último dato: Salem falleció en 1988 en un extraño accidente de aviación mientras sobrevolaba los pozos petrolíferos de Texas. Entonces, tras el fallecimiento, James R. Bath se convirtió en el hombre de confianza del anteriormente mencionado Bin Mahfouz.

Por cierto, en Carlyle formaron parte desde el principio algunos de los hombres vinculados al BCCI. Uno se llama James Baker, que en su momento fue Secretario de Estado con George Bush y que en la actualidad divide su tiempo entre los fructíferos negocios de Calyle y la compañía petrolera BP, que ha logrado el contrato para la construcción de uno de los oleoductos que partirán del entorno del Caspio, entre Bakú (Azerbaiyán) y Ceyhan (Turquía), circunstancia que sólo ha sido posible tras la intervención bélica en Afganistán, ordenada por Bus, que llegó a la presidencia gracias a la campaña electoral de la que Baker fue portavoz...

Partiendo de infinidad de circunstancias como las citadas, que sólo son una pequeña muestra, y tras analizar las inoperantes medidas de seguridad que facilitaron a los terroristas de Al Qaeda atentar en Nueva York, periodistas de investigación como Thierry Meyssan –autor del libro “La gran impostura”- sospechan que todo lo ocurrido en el mundo en los últimos años no es más que la puesta en escena de una falsa confrontación entre los Bush y Bin Laden que no tendría otro objetivo más que reorientar la política petrolera mundial a favor de los intereses del sector energético de los Estados Unidos.

A arriesgadas conclusiones como las citadas se puede llegar tras conocerse lo ocurrido entre el 4 y el 14 de julio del 2001, apenas dos meses antes de los atentados que iniciaron el golpe de estado mundial encubierto. Durante esos días, Osama Bin Laden sufrió un problema de salud relacionado con su enfermedad renal. Estuvo ingresado en el Hospital Americano de Dubai... Además, tal y como pudo contrastar en equipo de investigación del diario Le Figaro, durante esos días no sólo recibió la visita de varios de sus familiares –teóricamente, según fuentes oficiales no mantiene tratos ni contacto con ellos- sino la del agente local de la CIA en Emiratos Árabes Unidos, con el que mantuvo una larga reunión. Sin duda, si esta información es cierta todo lo que creemos en torno a Bin Laden podría ser una tapadera.

En la actualidad, la presión sobre Irak por parte de Estados Unidos se justifica en los presuntos vínculos existentes entre el régimen de Saddam Husein y la organización terrorista Al Qaeda. Sin embargo, si echamos las vista atrás, las aseveraciones del entorno de Bush parecen forzadas en exceso. De hecho, y mientras duró la guerra entre Irak e Irán durante los años setenta y ochenta, los servicios secretos norteamericanos, en los que ocupaba un cargo más que prominente Bush padre, no dudaron en prestar cobertura a Irak, que fue durante todo ese tiempo el aliado en la región de Estados Unidos. El régimen de hoy considerado allende los mares un fanático religioso era para los dirigentes estadounidenses un soplo de laicismo que controlaría el exarcebardo sentimiento islámico de países como Irán. Entre otras cosas, Estados Unidos logró que en 1982 Irak dejara de formar parte de la lista de países que financian el terrorismo. Sin embargo, la CIA facilitó los medios para que Saddam esparciera armas químicas sobre su propia población.

La historia moderna del planeta cambió el 2 de agosto de 1990, cuando la Guardia republicana de irak entró con decenas de miles de hombres en Kuwait. Tal y como revela el periodista Bob Woodward en su excelente obra Los comandantes, la invasión no cogió por sorpresa en Washington. Los informes del Pentágono llevaban días alertando, en función de fotografías tomadas por satélites, que una enorme cantidad de soldados iraquíes tomaban posiciones frente a Kuwait.

Cuando la invasión se concretó, Estados Unidos se alzó como garante de las libertades y exigió –con ultimátum incluido- la retirada de las tropas de Saddam Husein. Pero no era el yugo que acababa de caer sobre el pequeño emirato lo que inquietaba a Washington. Lo que temían era el petróleo... y es que aquellos informes señalaban que el número de hombres empleados por Saddam en la afrenta era muy superior al que necesitaba para atacar a Kuwait. El miedo a que aquellas tropas entraran en Arabia Saudita –de dónde proceden el 20% del petróleo consumido por Estados Unidos y sin el cual el país no podría salir adelante- fue lo que motivó la reacción de Estados Unidos, Kuwait y... Osama Bin Laden. ¿acaso una aliado de Saddam?

En absoluto. Bin Laden consideraba a Saddam cómo un enemigo y se plantó en RIAD para hablar con el rey Fahd, al que ofreció su guerrilla de élite de 30.000 hombres para luchar contra Saddam. Arabia matizó la ayuda de Osama Bin Laden y su servicio secreto –encabezado por el príncipe Turki Al Faisal, un amigo de juegos en la infancia desaconsejando la ayuda del hoy buscado terrorista. Aún así, el Bin Laden Group obtuvo un extraordinario beneficio del conflicto, ya que al imperio familiar se le encargó –y es que hay paradojas que conviene tener presentes- la construcción de los campamentos y bases norteamericanas en Arabia Saudí. Además, el Bin Laden Group se hizo con parte de los derechos de reconstrucción de Kuwait tras la batalla final de la que fue denominada Operación Tormenta del Desierto. Aún así, la ruptura entre Osama Bin Laden y Arabia se produjo cuando aún acabado el conflicto las tropas norteamericanas permanecieron en Arabia, un lugar santo que para Osama Bin Laden no podía ser ocupado de forma permanente por “infieles”.

En todo caso, una vez más, tras la guerra no hay sino una segunda parte de la operación iniciada en Afganistán. Si se derroca al gobierno de Irak y en lugar de Saddam se sitúa un hombre implicado en los intereses económicos de Estados Unidos, se logrará abrir una segunda vía de salida para los oleoductos que partan de la cuenca del Caspio, en concreto los de Arzebaiyán. Al tiempo se controlaría la explotación de los pozos iraquíes, crudo de bajo coste de extracción y de amplio mercado conforme a su calidad. Algunos analistas ya identifican a las empresas que se harían con tan apetecible porción del pastel que quedaría tras el conflicto. Sa trata de Halliburton Corporation, empresa que presidió el actual vicepresidente de los Estados Unidos –Dick Cheney-, y de Chevron Texaco, que entre sus asesores contó antes de desembarcar en política la actual Consejera de Seguridad Nacional –Condolezza Rice-. Precisamente, fue Cheney quien autorizó la matanza de shiíes que llevó a cabo Saddam en marzo de 1991 “en aras de la estabilidad”, comenta irónico el lingüista Noam Chomsky, una de las mentes más lúcidas del siglo y que se ha erigido en los últimos tiempos en el azote de las posturas belicistas. “No olvidemos que hasta la invasión de Kuwait, Estados Unidos armó a Irak y siguió ayudando a Saddam aún dspúes de sus crímenes más horrendos”. Por ejemplo, cuando esparció armas químicas entre los kurdos...

El panorama mundial está en pleno cambio y la situación geopolítica que llega presenta un panorama diferente, incluso más allá de los intereses meramente financieros. Óscar René Vargas, autor del libro “Globalización”, asegura que “el 11-S ha sido el pretexto para colarse en el estratégico patio trasero de China. Los Estados Unidos ya controlan el Golfo Pérsico, no tanto por necesitar petróleo, sino porque el control de las necesidades de los demás significa poder. Desde que la URSS no existe y el territorio antes virgen de la cuenca del Caspio se ha abierto a la explotación internacional, esa zona se integra en la ecuación geopolítica de controlar para dominar a quienes dependen de ella”. Horrible... ¿cómo no se va a gritar NO a la guerra?

Bueno, claro está que quienes dan el SI a la guerra tendrán un trozo en este pastel. ¿Recuerdan la visita del hermano de George Bush recientemente a España? Ya dejó bien claro que para España esta “amistad” con los Estados Unidos le será muy provechosa. No lo dudamos. ¿Nos apostamos algo a que nuestra petrolera nacional, REPSOl, tiene algún “campito” nuevo que explotar en Irak al final del conflicto? Tiempo al tiempo, y eso solo será lo evidente.

El teatro de una farsa

Los atentados del 11-S pusieron en bandeja a Estados Unidos el asalto a las fuentes petrolíferas más prometedoras del planeta. Afganistán fue bombardeada y el gobierno tirano de los talibán derrocado, pero los supuestos responsables de los atroces crímenes –Bin Laden y el mulá Omar- lograron huir... Lo que no se escapó fue el petróleo.

Acto I: En busca de las reservas petrolíferas del Caspio.

A comienzos de los noventa, una empresa argentina –Bridas- descubre el enorme potencial de los pozos de petróleo y de gas de las repúblicas de la cuenca del Caspio –Arzebaiyán, Uzbekistán, Turkmenistán y Kazajstán-.

Será posiblemente, la reserva más importante del siglo XXI. Se calcula que un país como Turkmenistán estará en condiciones de exportar cerca de cinco millones de barriles de crudo cada día, lo que lo situará entre los primeros países productores de petróleo.

Acto II: UNOCAL entre en escena.

La empresa Unocal se engancha al carro de Bridas y durante años –hasta 1998- luchará por conseguir cerrar un contrato con los talibán, que se perfilan como los vencedores de la guerra civil que se libra en Afganistán. ¿Por qué es tan importante este país? Sencillo: se convierte en el lugar obligado de paso para los oleoductos que en un futuro partan desde el Caspio hacia Pakistán y de ahí hasta el Índico. La empresa norteamericana calcula que esa ruta ofrecerá unos beneficios de cientos de millones de dólares todos los años.

Acto III: Los Talibán encuentran apoyo en Estados Unidos.

En contra de lo que George Bush a transmitido y de la creencia generalizada, Estados Unidos, que decidió dar cobijo diplomático al proyecto de Unocal, respaldó el contestado movimiento islámico de los talibán, que son acusados en todo el mundo por repetidas violaciones de los derechos humanos. Más aún: Robin L. Raphel, delegada en Asia del Sur del Departamento de Estado calificó en la ONU al movimiento talibán como “autóctono” y “original”. “No tenemos nada que objetar frente a ellos”, añadió la portavoz del citado departamento, Glyn Davies. Cuando los talibán conquistaron Kabul en 1996, un portavoz de Unocal aseguró: “Ahora será más fácil poder alcanzar nuestro objetivo de construir en Afganistán un gaseoducto que una el Caspio y Pakistán”.

Acto IV: La lucha por un contrato.

La lucha entre Bridas y Unocal por obtener licencia de los talibán para abrir la nueva ruta petrolera acabó inclinándose a favor de los norteamericanos. Para facilitar la resolución del contrato con los talibán se constituye Centgas, un consorcio de empresas lideradas por la propia Unocal y con destacada participación de la compañía saudí Delta Oil. Casualmente, el dueño de esta última corporación fue acusado en 1998 por las autoridades policiales norteamericanas de mantener vínculos con Al Qaeda. Se trata de Khalid Bin Mafhouz, un multimillonario casado con la hermana de Bin Laden. El extraño e incomprensible juego fue denunciado por el presidente de Bridas, que en sus únicas declaraciones públicas efectuadas tras el 11-S aseguró que “al FBI no le dejaron investigar sobre Al Qaeda para que no se conociera que entre las compañías petroleras de Estados Unidos, los republicanos y los dignatarios de Texas hay una extensa historia de amor”. Y es que –otra vez sospechosamente- el principal accionista de Harken Energy, empresa de la que fue dueño George Bush hijo, fue nada más y nada menos que Bin Mafhouz.

Acto V: El proyecto se paraliza, por el momento...

La presión internacional sobre los talibán y varias decisiones en los tribunales a favor de Bridas en su contencioso por hacerse con los derechos sobre la explotación de los pozos de Turkmenistán, se convirtieron en una muralla insalvable para la ejecución del proyecto de Centgas. Un informe presentado en febrero de 1998 por Unocal al Congreso de los Estados Unidos urgía a actuar “en la búsqueda de un gobierno estable en Afganistán que permita la materialización del proyecto”. La política norteamericana hacia los talibán cambió; ayudo lo suyo Bin Laden, a quien se le acusó de los atentados que en agosto de 1998 destruyeron las embajadas de Estados Unidos en Kenia y Tanzania. Sólo entonces la figura del terrorista saudí se convierte para el FBI en el enemigo público nº 1 de Norteamérica. Tras los atentados del 11-S, Estados Unidos invadió Afganistán y en cuestión de semanas los talibán, a los que antes habían apoyado, desaparecieron del mapa.

Acto VI: ... y Estados Unidos se hace con el petróleo.

Tras la invasión, y por mediación de Estados Unidos, ocupó la presidencia de Afganistán Hamid Karzai, un antiguo muyahidin que a mediados de los noventa se había convertido en un alto ejecutivo de la empresa Unocal... ¿Casualidad? Semanas después, el 31 de diciembre de 2001, Estados Unidos nombró embajador en Kabul. El encargado de ocupar el cargo responde al nombre de Zalmay Khalizad, empresario y político de larga trayectoria que en 1997 fue contratado por Unocal para entablar negociaciones con los talibán... ¿Casualidad? Casi un año después, Henry Kissinger, máximo responsable de los operativos de los servicios de inteligencia durante los años setenta, fue nombrado presidente de la comisión oficial independiente que debía aclarar en el Congreso de los Estados Unidos los puntos oscuros relativos a los fallos de seguridad que precedieron a los atentados del 11-S.

Días después cesó en el cargo, porque al parecer, sus negocios entraban en conflicto con la objetividad que debiera imprimir a los trabajos de la comisión. Curiosamente, en 1994 Kissinger había trabajado como representante internacional de Unocal... ¿Casualidad? A Kissinger le sustituyó al frente de la comisión Thomas Kean, que fue nombrado el 19 de diciembre de 2002. Sin embargo, Kean es el presidente de Delta-Hess, una empresa petrolífera vinculada al consorcio Centgas, ya que pertenece a la saudí Delta Oil, propiedad de Bin Mahfouz, socio de George Bush desde los años setenta y cuñado de Bin Laden... ¿Casualidad? Y el 22 de diciembre de 2002, Hamid Karzai y los presidentes de Turkmenistán y Pakistán firman un acuerdo para abrir la tan llevada ruta del petróleo a través de Afganistán para que las empresas vinculadas a Centgas comiencen a construir el gaseoducto... ¿Casualidad?

Esto no es solo una guerra por hacerse por la explotación de unos campos petrolíferos y los gaseoductos. Esto es la implantación del nuevo orden mundial. Las relaciones internacionales que rigen nuestro planeta desde 1945 se tambalean. Rusia, China, Francia y Alemania entre otros, saben, que el nuevo orden mundial les subyuga a un papel secundario frente a la gran vedette... Estados Unidos.

Si se inicia el conflicto armado contra Irak si una resolución de la ONU, Occidente quedará dividido y la única salida para el devenir internacional será la de formar bloques de “amigos”. Los bloques ya han quedado bien evidentes con la posición frente al problema iraquí.

“No hay peor ciego que el que no quiere ver”.

lunes, 23 de noviembre de 2009

La estrategia del gobierno oculto

En la guerra la primera víctima es la verdad.

El 11 de septiembre fue el inicio de una trama sin precedentes en la historia de la humanidad. La autoría de todo aquellos acontecimientos están en un grupo de poder con nombres y apellidos.

Los sucesos del 11-S, son una consecuencia derivada del golpe de estado iniciado meses antes, en las polémicas y fraudulentas elecciones presidenciales de Florida, donde el ex vicepresidente Al Gore (técnicamente desaparecido tras los acontecimientos del 11-S, y “refugiado” en Austria hasta hace pocos meses), y el actual presidente G. Walker Bush se jugaron el despacho oval. Desde ese punto de vista, el 11-S sería un punto inicial, para una escalada bélica y económica sin parangón en diversos frentes mundiales, pero con intereses muy personales.

La conexión Bush-Laden

El viejo pirata Prescott Bush (abuelo de George Bush) estaría contento al ver hasta que punto sus descendientes han asimilado su espíritu. En 1918 dirigió una incursión en un cementerio apache para robar la calavera de Jerónimo y hacer de ésta el trofeo de su sociedad estudiantil, la Skull & Bones (calavera y huesos). En los años 30 y principios de los 40, negocio con la empresa alemana Luftwaffe, creando tres sociedades de las que fue el accionista más importante. Almorzaba con Allen Foster Dulles, jefe de la CIA en el momento del asesinato de John Kennedy, y convocó al jefe de la nación apache por una ceremonia de restitución de la calavera de Jerónimo, la cual terminó mal, porque intentó darle otra calavera, ofendiéndole a muerte.

Estaría contento con su primogénito George Herbert Bush (anterior presidente americano) petrolero de escasa fortuna pero que como agente de la CIA fue capaz de llegar hasta la cumbre, siendo nombrado su director en 1976, a pesar del mal resultado del desembarco de Bahía Cochinos (Cuba), del que fue coordinador. Pero demostró amar las raíces texanas, el petróleo y la familia, llamando a tres de los barcos del desembarco: Houston, Zapata (el nombre de su sociedad petrolífera que había quebrado) y Bárbara, el nombre de su mujer. En aquellos turbulentos años 60 comenzó una sutil y extraña relación con un constructor árabe que venía de vez en cuando por Texas y que trató de introducirse en la alta sociedad local. A fin de cuentas, aquel Muhammad Bin Laden no duró mucho: se estrello con su avión mientras volaba sobre los pozos téjanos que tan poca satisfacción le dieron a su hijo predilecto. Era el 68, el mundo pensaba en otra cosa.

George fue desdichado en los negocios. La Arbusto Energy (Bush Energy) fracasó. Paso a llamarse Bush Exploration y luego Spectrum 7. Infaliblemente llega la bancarrota. En ese momento Salem Bin Laden (el hijo de Mamad) hace que no le falte su generoso apoyo a través de la compañía Harken. El éxito parece llegar cuando la Harken Energy compra su parte de acciones en Spectrum pagando 600.000 dólares, qué se añaden a un contrato de consultoría de 120.000 dólares al año. En resumen se mete en el bolsillo un millón de dólares, mientras que Harken pierde decenas. Pero se procura un contrato de perforación en una parte del mar de Bahrein, ganando a Amoco y a Esso. Curiosamente, cuando pasaban inmensos movimientos de dinero del Asunto Irán-Contra, al final de los 80, los republicanos se encuentran secretamente en París con los jomeinistas moderados para retardar la liberación de los rehenes norteamericanos en Teherán y perjudicar así a Jimmy Carter en las elecciones, George padre, llega a la reunión a bordo del avión de Salem Bin Laden.

Pero George Bush es desafortunado con sus socios. En aquel mismo avión, en el año 1988, salem encuentra la muerte, también él, mientras volaba sobre los pozos de Texas. La coincidencia parece excesiva, pero la investigación fue profunda. A pesar de ello, las conclusiones, en efecto, no fueron jamás divulgadas.

Las mentiras oficiales

Tenemos literalmente decenas de datos, que aportan serias dudas sobre los acontecimientos sucedidos el 11-S. Es evidente que tanto los servicios de inteligencia franceses (GNRS), que fueron los primeros en discrepar con la versión oficial de los hechos, así como el Mossad israelí, e incluso el servicio de inteligencia del estado del vaticano, entre otros muchos, sabían que algo estaba a punto de ocurrir. Y evidentemente, tal y como sabremos con el paso de los años, la red Echelon supo más de lo que realmente se dice. Sin ir más lejos, Ariel Sharon, se disponía a realizar su primera visita a USA, pero dos días antes de los atentados (el 9 de septiembre) decidió anular la visita. ¿por qué? Según el periódico israelí Yadiot Ahranot: “El Shabak (servicio interior de seguridad israelí) impidió al primer ministro israelí Ariel Sharon, tomar parte en un festival organizado en Nueva York por medios sionistas para el apoyo de Israel”.

Pero entonces, ¿estaba advertida la comunidad de inteligencia norteamericana? ¿Sabía realmente el servicio secreto, el peligro que corría su presidente? La respuesta es sencilla: sí y no. Pero para deshacer esta aparente paradoja, vayamos por partes. El 11 de septiembre, el presidente Bush estaba en Sarasota, Florida, en su segundo día de visita por la zona. Los planes de Bush para ese día, eran públicamente conocidos con anticipación. Concretamente, se sabía desde dos días antes, que esa mañana estaría en la escuela Booker leyendo un cuento a los niños.

En ese momento, los acontecimientos se precipitan. El primer avión ha impactado contra el WTC. El servicio secreto avisa al presidente. ¿Se lo llevan apresuradamente a un búnker de seguridad, o a una base militar? No. G. Walker Bush, impertérrito, asume la noticia sin sorpresa (tal y como se vio posteriormente en las imágenes de televisión), y con total naturalidad, sigue contando el cuento.

Para que el lector se haga una idea de la barbaridad que supone esto, desde el punto de vista de la seguridad, hay que advertir que durante la Guerra Fría, cuando los agentes de seguridad solían “jugar a juegos de guerra” que incluían amenazas terroristas contra la Casa Blanca, en único problema insoluble era un avión comercial cargado con explosivos que hacía como que aterrizaba en el aeropuerto Nacional de Washigton, y entonces se desviaba para un ataque suicida contra la Casa Blanca. De manera que desde hace mucho tiempo, el servicio Secreto ha sabido que uno de los desafíos a la seguridad más difíciles de afrontar, es el que plantea un ataque suicida desde un avión comercial secuestrado en un aeropuerto próximo.

Ahora bien, la escuela Booker se encuentra a menos de 8 kilómetros del aeropuerto Internacional de Sarasota-Bradenton. Consecuentemente, durante un día en que estaban siendo secuestrados unos aviones para atacar edificios desde distintos aeropuertos, la precaución de seguridad más obvia era mantener al presidente alejado de una reunión anunciada públicamente en un edificio cercano a un aeropuerto.

Existe una sola explicación para el hecho de que el Servicio Secreto, permitiera al presidente Bush afrontar el riesgo mortal de concurrir a la Escuela Booker en la mañana del 11 de septiembre. De alguna manera, George Walker Bush sabía que nadie iba a atacar la escuela.

Los pilotos

El diario The Gulf News, editado en Bahrein, publicó el 20 de septiembre una entrevista con un veterano piloto de una línea aérea, Ishaq Kuheji, que puso en duda que pilotos sin una experiencia muy dilatada de vuelo pudieran llevar a cabo los atentados de EE.UU. Según él, es cuestionable que pilotos con relativamente pocas horas de vuelo, realizadas en su mayor parte en aparatos pequeños, pudieran guiar grandes aviones , de unas 200 toneladas de peso, a muy baja altura con la pericia suficiente para estrellarlos contra los blancos. Eso requiere muchos años de experiencia en el manejo de tales aparatos.

Rudi Dekkers, propietario de la escuela de vuelo de la localidad de vence (Florida), en la que los dos presuntos terroristas, Mohammed Atta y Maruan al Shehhi, se formaron como pilotos, declaró al diario británico The Independent, “que ambos habían realizado un curso de vuelo de cinco meses, el cual fue llevado a cabo, sobre todo, en avionetas Cessna y Piper Cessna, pero el total de horas que pasaron pilotando un jet de pasajeros fue de 15 ó 20”. Sin comentarios.

Según Kuheji existe un escenario alternativo que podría ser más realista. Los sistemas de manejo de vuelo de los cuatro aparatos pudieron ser manipulados y programados en tierra por individuos altamente cualificados para poder ser posteriormente activados en un momento determinado del vuelo. Esto permitiría que los aparatos despegaran, descendieran y volaran a una cierta altura hasta puntos predeterminados que se encuentran en el suelo, y podría impedir también la existencia de comunicaciones con tierra, dejando a los pilotos a merced de los ordenadores del aparato. Esta tecnología es utilizada en los misiles de crucero, los aviones espía y otros aparatos no tripulados. De hecho, en la mismísima CNN, y durante los primeros instantes, expertos en aviación, no dejaban lugar a dudas. Los aviones llevaban a pilotos militares o bien fueron teledirigidos, pero, ¿por quién?

El que los supuestos pilotos suicidas, fueran pilotos militares entrenados, no es excesivamente descabellado. Precisamente, la experiencia del atentado en el edificio de Oklahoma, en el cual se señaló también al propio Bin Laden como instigador, nos hace dirigir nuestra mirada al interior de EE.UU. A título de anécdota podemos mencionar que en el coche en que viajaba el autor del atentado de Oklahoma, es estadounidense Timothy McVeigh (ex Boina Verde y combatiente arrepentido de la Guerra del Golfo, recientemente ejecutado), se encontró el libro de William Pierce Los diarios de Turner, manual que inspiró y guió sus actos. Curiosamente, el protagonista del libro, desencantado con el sistema, se suicida lanzándose con un avión contra el Pentágono.

World Trade Center

No cabe duda, de que el gran número de víctimas civiles inocentes de las torres gemelas sitúa los sucesos del 11-S a la cabeza de los peores y más brutales atentados de la historia. Ahora bien, ¿Cuál es el número exacto de víctimas, o de desaparecidos? Los cálculos iniciales eran sencillos. El World Trade Center, centro mundial del comercio internacional y puente de paso de casi todos los volúmenes financieros mundiales, daba trabajo cada día a unos 53.200 trabajadores. Eso sin contar a los de más bajo nivel, que solían ser inmigrantes sin censar en las nominas oficiales, y que trabajaban temporalmente en cualquiera de las dos torres.

Así pues, el 11 de septiembre a las nueve de la mañana, era de esperar que los dos complejos estuvieran a medio rendimiento, con casi todos los empleados en funcionamiento, excepto los de mayor nivel, que podían llegar más tarde, o sencillamente no hacerlo. Es decir, y según los cálculos menos optimista, en las dos torres debían estar como mínimo unas 20.000 almas. Precisamente ese fue el número barajado tras los dos primeros días del atentado (en las primeras horas se barajó la cifra oficial de 35.000 desaparecidos). Pero con el paso de las semanas la cifra fue menguando. El 27 de septiembre, el ex alcalde de Nueva York, Rudy Giuliani, aseguraba que la cifra real era de 12.000 personas. El uno de octubre, se rebajaba a 6.500. Hoy en día la cifra definitiva (una vez retirados la mayor parte de los escombros) es de 2.800 fallecidos aproximadamente, de los cuales, 1024 han sido identificados mediante el ADN, y del resto no se espera una identificación positiva, entre otras cosas, porque se supone que pertenecían a los trabajadores de menor nivel, que no tenían una ficha estable, y por lo tanto, se desconocen sus datos personales y familiares.

Si tenemos en cuenta el numero minoritario de personas que lograron ponerse a salvo, y el numero de bomberos, policías, y ciudadanos que estando en los alrededores de las torres, perecieron en el momento del derrumbe, es evidente que el 80 o el 85% aproximado de los trabajadores que debían estar en esa hora en sus puestos de trabajo, no estaban. Afortunadamente, sólo el 15 o el 20% de los trabajadores del WTC estaban trabajando en ese fatídico momento. Pero entonces, ¿dónde estaban los demás? En las primeras semanas, pudimos oír todo tipo de excusas, casualidades, avisos providenciales, e incluso sueños premonitorios que advertían del peligro de ir a trabajar ese día al WTC. En resumidas cuentas. Nadie sabe porque aproximadamente unas 17.000 personas faltaron a su puesto de trabajo esa mañana. Algunos de ellos, eran ejecutivos de nivel medio y alto de compañías y aseguradoras financieras que, como veremos posteriormente, se llevaron inmensos beneficios en movimientos bursátiles, tanto horas antes de los atentados, como semanas más tarde cuando EE.UU. inició su guerra contra el terrorismo.

En cuanto al supuesto ¿avión? , que se estrelló contra el pentágono, mejor no hacer comentarios. El vídeo que los militares cedieron a la prensa es cuando menos sospechoso. Primero, porque no se ve avión alguno, o traza del mismo. Segundo, porque aún no se han encontrado sillas, fuselajes, o parte alguna de dicho avión. De todas formas, no es del todo cierto, que no se hayan encontrado restos del avión. El día catorce de septiembre, se informó del hallazgo de dos cajas negras entre los restos de los aviones estrellados. En lo que concierne al avión del pentágono se señala que no contenía información, pues ésta había sido borrada, a pesar de que estas cajas aguantan temperaturas superiores a los 1.100 grados. Las primeras informaciones acerca de la segunda caja hablaban de su “perfecto estado de conservación”, pero días después se declara que la información de esta segunda caja ha sido borrada también.

La visión de conjunto resulta, pues, absurda y da la sensación de ser un relato rápidamente fabricado por alguien, que no desea que ningún punto de ella sea cuestionado, al igual que sucedió con la historia del atentado del presidente Kennedy. De lo que estamos completamente seguros, es de que jamás se sabrá con total certeza, todo lo que ocurrió el fatídico 11 de septiembre. Esto debe hacer reflexionar, sobre quién está interesado en fabricar esa versión y, sobre todo, ¿quiénes son los verdaderos cerebros de la trama?

El olor a podrido del dinero

En cierta ocasión los periodistas del Washington Post, Woodward y Bernstein, que desenmascararon el fraude de Nixon en el Watergate, se encontraron ante un callejón sin salida. En esa situación, su principal confidente y guía en la investigación, el famoso garganta profunda, les dijo el camino a seguir: “Ir tras el rastro del dinero... Seguir la pista del dinero”. Y es que suele ser la clave más efectiva para resolver cualquier tipo de misterio o enigma, desde el más rutinario y domestico, hasta el más complejo y sofisticado.

Para la analista financiera Anne Marie Mergier, si efectivamente existía un pequeño número de personas (al que ella denomina “los iniciados”), que conocían las intenciones de los terroristas, o sabían lo que iba a suceder, pudieron anticipar ciertas repercusiones económicas de ese ataque, y llevar a cabo maniobras especulativas contra las compañías aéreas cuyos aviones fueron desviados, así como contra las empresas con oficinas en las Torres Gemelas del WTC y compañías de seguros. También pudieron anticipar una más que probable baja general de los valores que cotizan en la bolsa. Para lograr su objetivo, les bastó con especular sobre esa baja comprando no sólo acciones, sino puts, es decir, “opciones de venta”. Identificar a los “iniciados” que participaron en esas maniobras no sólo representa algo muy importante en materia de fraude bursátil, sino también permitirá establecer, directa o indirectamente, la identidad de los autores de los atentados y de sus cómplices.

El 12 de septiembre se comprobó que seis días antes de los atentados perpetrados en la víspera en Nueva York y Washigton, se habían llevado a cabo maniobras características del delito de “aprovechamiento ilícito de informaciones privilegiadas”.

Las autoridades que controlan todos los grandes centros bursátiles, registran las ganancias obtenidas por los “iniciados”, y la Organización Internacional de Comisiones de Valores (IOSCO) coordina todas sus investigaciones. El 15 de octubre, la IOSCO organizó una videoconferencia en la que diversas autoridades nacionales, presentaron sus informes de “etapa” (lo que habían descubierto hasta la fecha). Resulta que las ganancias logradas alcanzarían varios centenares de millones de dólares, lo que constituye el “más importante delito por aprovechamiento ilícito de informaciones privilegiadas jamás cometido”. Hablando en plata, el mayor pelotazo económico de los siglos XX y XXI que se ha realizado hasta el momento por una entidad privada minoritaria.

Fue posible establecer que la mayor parte de las transacciones pasaron por el Deutsche Bank y su sucursal estadounidense de inversiones, la empresa Alex Brown, mediante un procedimiento de portage ( que asegura el anonimato de quienes realizan las transacciones). Hasta 1998, la sociedad Alex Brown fue dirigida por A. B. Krongard, un personaje bastante singular. Este banquero se convirtió en asesor del director de la CIA y desde el 26 de marzo último es el número tres de esa agencia de inteligencia estadounidense.

Los iniciados: el grupo Carlyle

Carlyle es la sociedad financiera de riesgo más poderosa del momento. Gestiona los bienes de algunas de las más importantes fortunas del planeta. Su representante internacional de la empresa es George Bush padre. Casualmente, es una de las sociedades que más ha ganado tras los atentados del 11-S.

Amén de George Bush padre, otros renombrados políticos forman parte de la cúpula directiva de Carlyle. En Europa, su presidente es John Major, quien fuera Primer Ministro británico. Mientras , en Asia su director es el ex dictador de Filipinas Ferdinald Marcos. Además, en el Consejo de administración están representados como presidente Fran C. Carlucci, Secretario de Estado de Defensa de estados Unidos durante los mandatos de Ronald Reagan y George Bush padre, amén de director de la CIA antes de ostentar aquellos cargos. Como miembros del Consejo también se encuentran James A. Baker, ex Secretario de Estado con Bus padre, y Fred Malek, director de campaña electoral que aupó a la presidencia a George Bush hijo, cuyos fondos aportó Carlyle.

Carlyle gestiona desde su fundación parte de los bienes económicos de la familia Bin Laden. Más de 18.000 millones de pesetas propiedad del clan aparentemente enemigo del presidente norteamericano son controlados por su propio padre.

Carlyle participa mayoritariamente en United Defense, empresa que ha recibido del gobierno Bush, a raíz del 11-S, más de 12.000 millones de dólares para desarrollar el Crusader, un cañón lanzamisiles. Tras los atentados de Nueva York y Washington United Defense se convirtió en una de las empresas más beneficiadas por las contratas armamentísticas.

La empresa Carlyle ya se ha afincado en España, uno de los países que apoyan incondicionalmente la ofensiva bélica de Estados Unidos. La delegación española se presentó en junio de 2001, tres meses antes de los atentados. Casualmente, su sede se ubicó en el World Trade Center de Barcelona. El presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, actuó de anfitrión de Frank Carlucci y John Major. Actualmente, Carlyle ha sido seleccionada como finalista para la operación de compra de las antenas de Retevisión. También es una de las candidatas a hacerse con la Empresa Nacional de autopistas, en el que será uno de los procesos de privatización más importantes de la historia. El Estado español espera obtener por la compra más de 12.000 millones de euros. En abril de este año se sabrá si Carlyle, y Bush por tanto, es la empresa vencedora del concurso público por una de las más rentables empresas públicas. ¿Apostamos?

Golpe de estado mundial

Así las cosas, los acontecimientos posteriores al 11-S, se desarrollaron con altos y bajos, según un aparente plan preestablecido, en donde una de las normas básicas para su buen éxito, es el mantener un estado de excepción y de temor. El primer paso, es hacer ver a la población que no solo Nueva York, sino que todo el país (incluso todo el mundo), estaba en peligro mortal. Se avecinaba la guerra bacteriológica. El ántrax podía ser enviado personalmente, en mano, por cualquier cartero en cualquier lugar del mundo. Todos teníamos ya, nuestra pequeña ración de miedo en el cuerpo.

En palabras del periodista Juan Aguilar: “Hasta ahora, se puede decir que el principal efecto que buscaba el ataque biológico no era provocar una epidemia, sino colapsar un país entero bajo el pánico, impidiendo el funcionamiento normal de la sociedad, bloqueando su dinámica, interfiriendo su economía y minando la capacidad de resistencia de la población. Se extiende la cultura del miedo, de la sospecha, de la inseguridad... en todos los rincones domina la sensación de estar a merced de un enemigo invisible, indetectable, imprevisible. El ántrax se ha convertido en una eficacísima arma de guerra psicológica de efectos tanto o más potentes que su potencialidad biocida. Un arma que en la estrategia del terror es “buena, bonita y barata”. Desde el 11-S podemos estar entrando también en la época de la guerra psicológica total: la psicoguerra”.

Posteriormente a estos hechos, la gente quiere desembarazarse de su miedo. Hay que matar al malo de la película. Con gran parte de población occidental al favor, y en una resolución unilateral sin precedentes en la historia conocida, el grupo de interés, “los iniciados”, dan el paso decisivo: el presidente de los estados Unidos, George Walker Bush, declara el estado de excepción a escala internacional, con la autorización casi unánime del Congreso (salvo un voto). Su discurso del 20 de septiembre del 2001 ante el Congreso y sus medidas y declaraciones sucesivas, han roto la legalidad jurídica, militar, financiera e informativa entre las naciones.

El gobierno de los Estados Unidos de América se atribuye explícitamente el derecho a utilizar cualquier arma de guerra (incluidas las proscritas por tratados internacionales: nucleares, bacteriológicas, químicas), de atacar a las naciones que crea conveniente, de intervenir en los sistemas financieros y en sus operaciones, de mentir o adulterar las informaciones, de realizar “operaciones encubiertas” (por ejemplo, asesinatos, sabotajes, desestabilizaciones económicas o políticas y otras medidas de guerra interna en donde sea) y de proscribir los regímenes o Estados que no se alineen con él: “Cualquier nación, en donde sea, tiene ahora que tomar una decisión: o están con nosotros o están con el terrorismo”, declaró el presidente Bush. En realidad esta forma de actuar no era nada nueva. A lo largo del siglo XX, los diferentes gobiernos americanos, se han servido, de actos de agresión en su contra, como el del Maine (en la guerra expansionista contra España en 1898), el Lusitania (en 1917 que les hizo entrar al final de la primera guerra mundial), o Pearl Harbour (que sucedió mediana la segunda guerra mundial). Todos estos sucesos (algunos de autoría dudosa cuanto menos), son exactamente similares al ocurrido en esta ocasión. Todos ellos sirvieron como excusa a EE.UU, para su intervención en guerras mundiales, de las que salió económicamente fortalecido.

¿El resultado actual de esta cadena de intereses? Regresión de las libertades occidentales. Guerra psicológica, tendente a culpar al mundo islámico en general, y a los palestinos en particular, como curiosidad y afirmación de los dicho, comentar que tan solo a los cuarenta minutos de los atentados (¿alguien recuerda el vídeo de los niños palestinos, celebrando con caramelos el derribo de las torres gemelas? Posteriormente un catedrático de sociología brasileño, demostraría que esas imágenes eran de hace más de diez años. Concretamente, de la celebración palestina de la invasión irakí de Kuwait). También se dio luz verde al programa Carnivore en internet, a través de la red Echelon, y que suministra información personal a la NSA de cualquier ciudadano del mundo.

El inicio: Afganistán

Afganistán no es un territorio rico en sí mismo, pero se encuentra en un punto clave para poder trazar desde ahí un círculo, cuya contrapartida está en Israel y Arabia Saudita (pasando por Yugoslavia), que engloba a varias de las repúblicas separadas de la URSS, y a los países petroleros del Islam. En esa región se ubica el 75% de las reservas petrolíferas del planeta, grandes yacimientos de uranio, reservas de gas natural y una gran cantidad de metales estratégicos como son el cromo, oro, mercurio, plata, platino, manganeso, cobre, bauxita/aluminio, zinc, estaño, wolframio y carbón.

Además, la región de Afganistán y alrededores, es llamada a veces, la Golden Crescent (el creciente dorado). Un auténtico triángulo dorado del opio y la heroína en la zona. De los dos negocios más lucrativos del mundo (armas y drogas), solo en Afganistán, Irán y Pakistán, se producen 200 mil millones de dólares al año en trafico de drogas (un tercio de la producción mundial).

Por cierto, cuando los talibanes llegaron al poder en 1996, no fueron sólo saludados por Washington, sino que sus dirigentes fueron llevados en avión a Texas, gobernado entonces por George Walkes Bush, y agasajados por ejecutivos de la compañía petrolera Unocal. Se les ofreció una parte de los beneficios de los oleoductos; se mencionó un 15%. Un funcionario estadounidense señaló que una vez que fluyera el petróleo y el gas del Caspio, Afganistán se convertiría “como Arabia Saudita, en una colonia petrolera”, sin democracia y con la persecución legal de las mujeres. “Podemos vivir con eso”, dijo. La idea fracasó cuando dos embajadas estadounidenses en el este de África, fueron atacadas y se acusó a Al Qaeda. Pero la relación del clan Bush y el narcotráfico, es muy antigua, sin ir más lejos, el padre del actual presidente americano, comenzó la guerra e invasión de Nicaragua, simplemente por problemas personales en sus negocios con el narcotraficante, y ex presidente nicaragüense Manuel Noriega.

El gigante dormido que... despierta

Pero dejando aparte diversos intereses familiares y financieros, ¿cuál es el propósito de Estados Unidos, a nivel de estado, en todo este desorden mundial? El plan político de fondo es comenzar un nuevo rearme mundial, relanzar con el tiempo el escudo de defensa antimisiles, y conseguir una fuerte implantación de EE.UU. en Oriente, para finalizar realmente la guerra del golfo que dura ya 12 años, e imponer su control de los pozos petrolíferos. Pero sobre todo, rodear a SU ENEMIGO REAL, que es la potencia emergente de CHINA, que ha prestado apoyo de satélites y radar, en los últimos 18 meses, contra los ataques británico-americanos a Bagdag con excelentes resultados. Recordemos que se lleva tiempo buscando una confrontación de China con EE.UU., mediante provocaciones: bombardeo inexplicable a la embajada china de Belgrado en la guerra de Kosovo, sobrevuelos descarados de aviones espías y de cazas en actitud hostil dentro del territorio aéreo chino, etc.

Pero lo realmente preocupante, es que probablemente Estados Unidos este en lo cierto, ante esta nueva amenaza. La CIA ha hecho trascender, que China tendría planes dirigidos a promover una cadena de crisis, cada vez más graves, para convertirse en una nueva superpotencia en este milenio y, lo que tiene una gravedad mayor, que se propondría entregar armas biológicas e ingenios nucleares de pequeño tamaño a grupos terroristas para que ataquen a Estados Unidos y a Gran Bretaña.

La analista Esther Ceceña, expresa lo siguiente: “Las respuestas del gobierno de EE.UU. frente a los atentados hacen surgir algunas hipótesis... No hay que olvidar que China posee recursos y capacidad de autosuficiencia y de liderazgo dentro de la región asiática. Luego la mayor prioridad, en este caso, es imposibilitar un entendimiento entre China y los países islámicos”.

Un informe de la CIA, basado en las declaraciones de un importante desertor chino, señala que los servicios secretos de China aumentarían progresivamente su apoyo a Estados “criminales” como Irak e Irán. “Basándonos en cálculos actuales, con la ayuda de China ambos países se habrían convertido en potencias nucleares en el año 2005”, señala el informe. Según el periodista irlandés Gordon Thomas, “La CIA estima que China explotará la situación actual de estancamiento económico, que alcanzará su cenit en el año 2015. Todo indica que, para entonces, podría darse un importante conflicto bélico. Los principales protagonistas serían China y EE.UU., aunque Gran Bretaña y la OTAN se verían implicadas de manera inevitable. Fuentes de la Casa Blanca aseguran que en todo momento hay una copia de este informe en la mesa del presidente Bus, en el Despacho Oval”.

Visto en su conjunto, y dentro del juego de fuerzas planetario, el posicionamiento militar de la zona asiática desde Afganistán, combinado con la estrategia de apropiación lanzada sobre América Latina, permitiría al ejército y a la inteligencia estadounidense establecer un control total sobre el territorio mundial. Eso sin contar con las prebendas económicas, que un reducido grupo de personas, el Trust Carlyle, se ha embolsado gracias aq todos estos acontecimientos.

El gobierno en la sombra, empieza a tomar forma.

viernes, 20 de noviembre de 2009

El complot del ántrax

Tras los atentados del 11-S, siete expertos en guerra bacteriológica fallecieron en extrañas circunstancias... La CIA y la Marina habían instalado oficinas de inteligencia en un edificio perteneciente al World Trade Center que se vino abajo tras una misteriosa explosión... ¿Están relacionados estos hechos?

Días después de los atentados del 11-S, y cuando todas las alarmas sugerían un posible ataque bioterrorista, un sobre con esporas de carbunco (ántrax) llegó a las instalaciones de la empresa editora American Media en Florida. En días sucesivos, decenas de envíos similares provocaron una ola de pánico. Pronto se averiguó que la mayor parte de los “sobres asesinos eran falsos e inofensivos, salvo aquellos remitidos a las más altas instituciones del Estado.

Todas las sospechas confluyeron en Osama Bin Laden como inspirador de este ataque. Sin embargo, esta hipótesis se diluyó, la investigación se ralentizó y las acusaciones comenzaron a dirigirse al corazón del Imperio: “El FBI está retrasando las pesquisas porque el autor, o bien tiene información sobre el Gobierno de los EE.UU, o bien es el Gobierno mismo”, decía medio año después de que el ántrax acabara con cinco vidas Steven Block, profesor de guerra bacteriológica de la Universidad de Stanford.

Denunciado por sus propios compañeros –que descubren que es él quien encaja con el perfil que busca el FBI: científico vinculado a misiones de inteligencia y defensa, vacunado contra el patógeno e implicado en las investigaciones de guerra biológica de Fort Derrick, en Maryland, emerge la figura del culpable: Steve Hatfill.

Cuarenta y ocho años a sus espaldas, su biografía es un claroscuro constante. Lo último que se sabe de él es que compró un almacén para su “instrumental” químico a pocos kilómetros de dónde se recibieron los primeros envíos con carbunco y que se encontraría en Asia, implicado en turbias misiones de los servicios de inteligencia. Una mirada atrás le convierte en el máximo experto norteamericano en el uso del ántrax como un arma. Trabajó en proyectos vinculados a este asunto en Fort Bragg, en Virginia, un acuartelamiento del ejército asociado con la guerra química y el resurgir de los movimientos neonazis en EE.UU. Entre 1997 y 1999, estuvo destinado en el Instituto de Investigación Médica de Enfermedades Infecciosas de Fort Derrick, en Maryland. Su labor: estudiar el ántrax. Y, entre ambos destinos militares, una larga trayectoria en África, colaborando con el régimen racista de Rodesia-Zimbabue y capitaneando ataques con el carbunco. “Fui agente doble”, dicen que recuerda divertido al tiempo que promete “tirar de la manta” desde su escondite.

Lo relacionado con este asunto ha dado un vuelco en las últimas semanas gracias al encaje de bolillos efectuado sobre miles de pistas por el periodista Nico Haupt. Ciertamente, una larga serie de “casualidades” alimentan la tesis más conspiracionista, la que apunta a las altas esferas del poder en relación a los ataques de ántrax e, incluso, a los atentados de las Torres Gemelas.

Jerome Hauer es otro protagonista fundamental en los hechos del 11-S. Supervisó personalmente todos los operativos de rescate en Nueva York el día de los hechos. Había ocupado el cargo de Director de Gestión de Emergencia en la ciudad de los rascacielos hasta el día 10 de septiembre. En esa fecha, se situaba al frente de un organismo federal de máxima relevancia, el Instituto de Previsión de Salud Pública, cuyo cometido es controlar brotes epidémicos, afecciones colectivas por agentes bioquímicos, etc... “Lo ocurrido el 11-S no es nada en comparación con lo que puede pasar si hay un ataque con ántrax”, advertiría cuando la Zona Cero aún estaba cubierta por una nube de humo. ¿Es casualidad que en esa fecha, el 11-S, asumiera ese cambio de cargo? Quizá no... Poco antes de abandonarlo, y tras varias reuniones al más alto nivel del Estado, decide que el WTC, y por ende las Torres Gemelas, deben estar protegidas ante un futuro ataque terrorista. “¿Por qué sabía que era tan importante ese lugar?”, se pregunta Haupt. Y tomó medidas: ordenó a un oficial del FBI –John O’ Nelly- hacerse cargo de la seguridad de las Torres. Y le indicó que debía ponerse al frente el 11-S. En los días previos a la toma de posesión de su cargo, debido al momentáneo vacío de poder, las defensas del WTC se debilitaron... ¿Casualidad? O’ Nelly no lo puede explicar: su cuerpo quedó entre los escombros.

Pero hay más. Hauer y Hatfill trabajaron codo con codo en 1998. Entonces, Hauer estaba vinculado desde sus cargos administrativos a la lucha bioterrorista. Hatfill, también. Juntos elaboraron un informe dirigido a las máximas autoridades advirtiendo de los modernos modelos terroristas y cómo estos podían afectar a EE.UU en el futuro. Desde entonces, Hauer se convierte en asesor de varios organismos gubernamentales asociados a este asunto, en uno de los hombres más informados de la nación sobre el tema. Lo sabe todo sobre el ántrax, y establece contacto con varios microbiólogos americanos. Trabajan en el asunto en colaboración con Fort Derrick... Varios de ellos, como Don Willey, fallecen en extrañas circunstancias tras los atentados del 11-S. En total, son siete los microbiólogos que han fallecido asesinados o sin explicación desde entonces. Entre ellos, Hauer y Hatfill hubo vínculos laborales.

Mientras Jerome Hauer trabajó para la ciudad de Nueva York, articuló todos los mecanismos para la creación de un enclave secreto de la CIA en el World Trade Center, conocido como “el bunker”. Se situó en la planta 23 de la Torre 7, junto a las Torres Gemelas. Allí, al parecer, se mantenía un punto clave en la información relacionada con la lucha antiterrorista. Sólo 14 plantas más abajo, la Marina también estableció una de sus oficinas de inteligencia. El edificio también se colapsó el 11-S. Sin embargo, la investigación policial concluyó que la caída del inmueble fue independiente y no estuvo relacionada con los atentados... ¿Qué ocurrió entonces? Curiosamente, en la planta 9 de la Torre 7, tras los atentados, se declaró un incendio. La causa del mismo, según las autoridades, hay que buscarla en ingentes cantidades de fuel “furtivo” que se encontraban en el edificio. Las fotografías son elocuentes: el incendio que se declaró parte del interior del inmueble. ¿Se borraron así las pistas que apuntaban a las informaciones que podían estar conectadas con los ataques, con el ántrax y demás “conspiraciones” del 11 de septiembre del 2001?