viernes, 30 de marzo de 2012

El estegosaurio de Angkor Wat: Gran misterio más sorprendente de la Historia

Angkor Wat es un templo de Angkor en Camboya. Es el templo más grande en la Tierra y fue construido para el rey Suryavarman II en el siglo 12 . Se ha convertido en un símbolo de Camboya, que figura en su bandera nacional, y es la principal atracción del país para los visitantes.

Angkor Wat es un templo que tiene fuertes asociaciones religiosas  tanto con el hinduismo como con el budismo. Fue construido originalmente como un templo hindú dedicado a Vishnu, pero más tarde llegó a ser asociado con el budismo. La parte superior de Angkor Wat, el templo de montaña, fue diseñado para representar el monte Meru, el hogar de los “dioses” en la mitología hindú: dentro de un foso y un muro exterior 3,6 kilometros (2,2 millas) de largo son tres galerías rectangulares, cada uno por encima de la siguiente.

Hay numerosas representaciones de espíritus guardianes (devatas) adornadas en las paredes de Angkor Wat, así como muchas otras representaciones de escenas de la mitología védica.

Ta Prohm es un templo que forma parte del más grande templo de Angkor Wat. Angkor Wat se empezó a construir a principios del siglo XII por la civilización Jemer bajo el mandato de Suryavarman II y es considerado el mayor conjunto arquitectónico religioso jamás construido.

Cientos de círculos de piedra decorativa rodean animales conocidos, como los monos, venados, búfalos de agua, loros, lagartos, etc Sin embargo, un animal que tal vez no sea tan familiar para la mayoría de nosotros es esta representación que hay en una columna  junto a la entrada del templo de Ta Prohmhay , se trata de una criatura que tiene un sorprendente parecido con una especie de dinosaurio conocido como  “estegosaurio”. Y, por supuesto, si hay una talla de un estegosaurio en un antiguo templo, apoya la creencia de que los dinosaurios y los humanos vivieron juntos.

Obviamente es imposible que en el siglo XII los dinosaurios de ese tamaño paseasen a sus anchas por las selvas de Camboya, pero lo cierto es que la figura parece estar ahí. Lo más extraño y lo que más defienden los que creen que las civilizaciones antiguas como la jemer tenían conocimientos sobre los dinosaurios o incluso que convivieron con ellos, es que en esa columna el resto de representaciones están dedicadas a animales habituales en la fauna de Camboya y fácilmente identificables.

Lo que se pregunta el observador es si realmente los jemer conocían la existencia de esta especie que habitó la tierra hace unos 150 millones de años. Y más cuando era un saurio que pobló los continentes de América del Norte y Europa durante el Jurásico. A quien cree que el dibujo representado debería ser un pariente de la misma familia que el estegosaurio, el huayangosaurio, que sí que habitó Asia. Lo que ocurre es que también lo hizo en la misma época que su pariente occidental.

El estegosaurio tenía una cabeza pequeña, las tallas en Camboya mostrar el resultado de una criatura con una cabeza proporcionalmente más grande. En la escultura, las patas delanteras y traseras son de igual longitud, en un verdadero Stegosaurus las patas traseras son mucho más largas que las delanteras. El cuerpo no es correcto para Stegosaurus, los dinosaurios tenían menos curvatura en la espalda. Las “placas” a lo largo de la parte posterior se parecen más a las hojas, y la escultura es un partido mejor para un jabalí o un rinoceronte con un fondo de hoja.

Hay teorías que creen que los jemeres dieron en su día con algún fósil y por eso conocerían la existencia del estegosaurio. Aunque tampoco se entendería que entre todos los animales típicos de la región pusieran el de un animal extinto que sólo conocerían por unos restos fosilizados y también es muy curioso saber que la Paleontologia se trata de una ciencia muy moderna, de hecho, la primera publicación seria sobre fósiles europea trata del siglo XVI. Angkor Wat se construyó casi medio milenio antes.

jueves, 29 de marzo de 2012

El exorcismo de Anneliese Michel: Una joven alemana que se creyó que fue poseída por seis o más demonios maleficos

Seguramente más de uno de ustedes queridos lectores, habrá visto alguno de los filmes El exorcismo de Emily Rose o Réquiem y como sabrán ambos tratan de un caso de posesión demoníaca que sucedió en la vida real. Ambas películas relatan la historia de la joven estudiante Anneliese Michel, nacida en Baviera precisamente en la región de Klingenberg am Main, Alemania por el año 1952. La chica pertenecía al seno de una familia muy religiosa y fue educada como ferviente seguidora de la fe católica.

Era una adolescente como cualquier otra, con sueños, anhelos y gran apego a la vida. Al cumplir 16 años Anneliese comenzó a sufrir de ataques y consiguientes pérdidas de conciencia los cuales fueron atribuidos a un cuadro epiléptico pero curiosamente el tratamiento que por aquél entonces se usaba de forma exitosa en estos casos apenas le surtía efecto. A los 18 años sus ataques empeoraron y Anneliese comenzó a tener alucinaciones en las cuales veía caras demoníacas y oía voces que le decían que estaba condenada y su alma ardería en las llamas del infierno. Ingresa entonces en el hospital, en donde le suministran anticonvulsionantes, que en vez de mermar sus ataques hacen que su cerebro se vea gravemente afectado.

En este momento la chica solicita que se le haga un exorcismo porque ella estaba convencida de que estaba poseída por entes maléficos, pero se le niega la petición y le recetan Periciacina lo que aumenta sus convulsiones. En 1973 Anneliese toma Tegretol, fármaco que le causa graves efectos en sus glóbulos rojos, disminuyó su conciencia ante estímulos externos, bajó el nivel de oxígeno de su sangre y le produjo fiebre elevada. A causa de estas dolencias permaneció un tiempo en un hospital psiquiátrico. Luego mejoró y llegó a ser dada de alta, periodo en el que completó sus estudios en la Universidad de Würzburg.

Para entonces toda la personalidad de la chica había dado un vuelco: se mostraba irascible, tenía aversión por los objetos sagrados y advertía rostros de demonios en las caras de la gente que le rodeaba. También su conducta se modificó rotundamente, estaba todo el tiempo muy agresiva, dormía en el suelo, comía insectos y carbón, llegó a beber de su propia orina y hasta le arrancó la cabeza a un pájaro muerto.

Su familia estaba muy consternada y desesperada, la chica pasó dos días bajo la mesa ladrando como un perro, gritaba durante horas, rompía crucifijos, destruía toda imagen santa, se auto mutilaba y orinaba por toda la casa.

Ya sospechando que se trataba de una posesión demoníaca, sus padres comenzaron a buscar un sacerdote exorcista que libere a su hija de los demonios que le atormentaban el alma, pero en las parroquias los encargados les decían que la joven debía ser atendida por un médico ya que no había pruebas suficientes que avalen la posesión; según la Iglesia las personas posesas deben hablar lenguas que desconocen, mostrar poderes sobrenaturales así como aversión a los símbolos santos.

Luego de una ardua lucha, en 1974 el padre Ernst Alt, convencido de que se trataba de un caso innegable de posesión, solicitó autorización para efectuar el exorcismo, pero no fue hasta el año siguiente que el Obispo de Wurzburg, Josef Stangl, le permitiera ejercer su función y para esto le encomendó la ayuda del sacerdote Arnold Renz.

Desde septiembre de 1975 a julio de 1976 ambos sacerdotes realizaban dos sesiones de exorcismo por semana a Anneliese mediante el Rituale Romanum. Toda la familia acompañaba el momento con sus rezos mientras la joven se sacudía ferozmente y golpeaba a todo el que se pusiera a su alcance. Del episodio se conservan cintas en las que puede escucharse la voz de Anneliese junto a multitud de personalidades, según sus propias palabras afirmó estar poseída por al menos seis espíritus: Lucifer, Belial, Caín, Judas Iscariote, Hitler y Fleischmann un sacerdote maléfico del siglo XVI.

Luego de las sesiones de exorcismo y durante un breve período la joven pareció recuperar la salud y tener una vida dentro de todo normal. Pudo volver a clases y frecuentar la Iglesia pero sus ataques “epilépticos” no cesaban. Al tiempo su padecimiento regresó, comenzó a dejar de comer y cuando se le practicaba el rito ella hacía cerca de 600 genuflexiones de forma constante lo que culminó con un daño irreparable en sus rodillas.

Indudablemente el caso de Anneliese mostraba notorios signos de posesión, pasaba de tener el cuerpo extremadamente rígido a adoptar posturas extrañas, para referirse a ella misma usaba el “nosotros”, tenía períodos de amnesia, personalidades múltiples, no parecía tener sensibilidad en su cuerpo ya que no respondía a los golpes y heridas que se propiciaba, desprendía un hedor insoportable, entre otros tantos síntomas. Y esto no fue todo.

Durante años soportó extenuantes sesiones de exorcismo, que a pesar de ser llevadas a cabo por sacerdotes de gran vocación los cuales ponían todo de sí para salvarla no pudieron liberarla en vida de las garras de demonio.

El 30 de junio de 1976 los religiosos le realizaron a Anneliese el último rito del exorcismo ya que la hora de su muerte era inminente, por entonces ella ya sólo era una sombra de la joven que alguna vez había sido. Extremadamente delgada, con neumonía y fiebre muy alta fue capaz de pronunciar las últimas palabras a los sacerdotes y a su madre, diciéndole a los primeros “rueguen por el perdón” y a su progenitora “mamá, tengo miedo”.

Anneliese exhaló su último aliento el 1 de julio de 1976 mientras su madre grababa el deceso. Por su parte el sacerdote Ernst Alt dio aviso a las autoridades quienes movilizados por los dudosos sucesos comenzaron una investigación por la muerte de la joven.

Según se dice, durante el tiempo que la chica fue exorcizada contó a su familia y a los religiosos que había tenido un sueño en el cual la Virgen María le había dado a elegir dos caminos posibles, uno era ser liberada de inmediato de los entes que la poseían y el otro era soportar su martirio para que el hecho de la posesión sea conocido en el mundo entero. Como habrán imaginado, Anneliese optó por la segunda opción con el fin de dar testimonio que el mal existe y que está al acecho por lo cual hay todos deben tener como meta bregar por la salvación de su alma.

Su madre afirma que la chica portaba signos de estigmatización y que dio su vida para salvar a las almas perdidas pagando por sus pecados. Es sabido a ciencia cierta que Anneliese además conocía la hora y el día de su muerte, y que el 30 de julio de 1976 pidió el perdón de sus pecados a los sacerdotes y afirmó que el día de su liberación había llegado.

Los padres como los sacerdotes que efectuaron los ritos de exorcismo fueron declarados culpables de asesinato por negligencia, por no haber internado a la chica para que se le suministren los cuidados adecuados a pesar de que se había probado que Anneliese se negaba a ser hospitalizada. La condena fue de 6 meses de cárcel y libertad condicional. Tiempo más tarde una comisión de la Conferencia Episcopal Alemana negó que se haya tratado de un caso de posesión.

Diez años después del deceso de Anneliese, a causa de los sueños de una moja quien aseguraba que el cuerpo estaría en perfecto estado sin mostrar signos de degradación se le realizó una exhumación, pero no se comprobó tal hecho. Lo peculiar radica en que al momento de la retirada del ataúd, se tomó una foto en la cual parece haber una especie de garra negra que se aferra al mismo.

Actualmente el cementerio donde está enterrado el cuerpo de la joven es un sitio de peregrinaje en el cual se venden fotografías, las que supuestamente retratan la aparición de la Virgen recortada entre las nubes del firmamento sobre dicho territorio.

miércoles, 28 de marzo de 2012

Zaratustra: La religión o la fe

A mí me cuesta un poco de trabajo entender cómo se puede hacer un laberinto lleno de nombres crípticos e historias increíbles para explicar un hecho tan simple como la fe. Leyendo al que considero el más grande filósofo de todos los tiempos, el señor Friedrich Nietzsche, descubro que, mucho antes que cualquier otro profeta conocido, existió un tal Zaratustra que fue el fundador de la primera religión monoteísta de la historia.

Investigando un poco más me encuentro con algunos de los principios básicos de este culto religioso que parece ser de los siglos XV a XI antes de la era cristiana. Esto fue en el noroeste de Irán, antiguamente Persia. El legado de este profeta es el Avesta, una serie de cánticos pasados a texto que fueron desapareciendo en gran parte a partir de la caída del Imperio Persa.

Aquí se habla de una batalla eterna entre el bien y el mal, Ahura Mazda es la luz, el día, la vida, el dios o espíritu creador de todo lo bueno, Angra Mainyu es lo opuesto, las tinieblas, la noche, la muerte, el espíritu del mal. Y así, estos dos espíritus coexisten en cada rincón del mundo, en cada ser viviente. Pero el hombre es el único capaz de decidirse por uno o por otro.

De aquí derivan las bases de tantas religiones como el Judaísmo, el Cristianismo y el Islamismo, entre otras. Vienen con nuevos nombres, nuevas historias, nuevas metáforas, nuevos ritos a explicar otra vez lo mismo. A mí me hacen pensar si realmente es necesaria tanta explicación divina para conseguir la veneración masiva, aunque encubierta, del sol. ¿Es necesario tanto tabú? ¿No sería acaso más fácil, incluso más creíble, hablar directamente del sol? No sería tan difícil encontrar la fe en un astro al que le debemos absolutamente todo, porque hay sol hay agua, ergo plantas, ergo nosotros. El ritual para venerarlo es algo tan simple como abrir los ojos cada mañana.

Nietzsche, que no fue un profeta, o al menos no se lo reconoce como tal, predijo la llegada del nihilismo, esta falta de fe en la que nos dejó sumidos el derrumbe de la fe cristiana y cientificista, recordemos que el cristianismo divinativa la razón, esa razón que asemejó al hombre con dios y que con el progreso de la ciencia derivó en el cientificismo, la fe ciega en el hombre, que a su vez derivó en dos guerras (o tres) mundiales, dos bombas atómicas y el odio religioso.

Yo soy respetuoso, cada cual puede creer lo que quiera, ir a buscar el dios que quiera y llamarlo como quiera. Pero en lo que a mí respecta, soy partidario del contacto directo con la naturaleza y de empezar a valorar lo que nos rodea en vez de estar rogando a un dios que ni siquiera entendemos por tanto renombre. Me parece que por esa ley por la que uno siempre busca lo que no tiene, el que busca la fe es porque no la tiene.

Soy optimista. Las cosas pasan independientemente de lo que hagamos, porque no existe otra manera, somos parte de una misma cosa en sinergia constante y eterna, el nihilismo que nos encuentra abandonados es una nueva oportunidad para encontrar la otra fe, y en eso estamos. Parece que la conciencia finalmente ha hecho algo bueno, o al menos más productivo que la autoflagelación, el arrepentimiento y la culpabilidad por los placeres.

Creer o no creer sigue dependiendo de uno, pero la fe se tiene o no se tiene. Aunque ahí está, “en el suelo que pisas, en la luz que te alumbra”. Tiene olor a pasto y a tierra, sabe a agua, moja, da calor, quema.

martes, 27 de marzo de 2012

El batallon de Norfolk: Uno de los casos de desapariciones más célebres

Las guerras parecen, en principio, poco propicias para manifestaciones supuestamente misteriosas. Sin embargo, no faltan testimonios de apariciones y desapariciones sin explicación racional acaecidas en los campos de batalla. Al menos en los de épocas pasadas. En agosto de 1914, por ejemplo, después de que un periódico londinense publicara un relato de Arthur Machen en el cual San Jorge enviaba un grupo de arqueros fantasmales para ayudar al ejército inglés, soldados británicos comenzaron a informar desde el frente de la aparición real de tales arqueros y del propio San Jorge. Soldados franceses avistaron poco después en Mons a San Miguel y a Juana de Arco. También durante la Primera Guerra Mundial, pero en la campaña de los Dardanelos, se produciría uno de los casos de desaparición más célebres: el 5ª batallón del Regimiento Real de Norfolk, compuesto por 267 hombres, se desvaneció al atravesar una extraña nube.

Entre marzo y agosto de 1915 las tropas aliadas tratan de conquistar la península de Gallípoli (Turquía). El 21 de agosto, al sur de la bahía de Suyla, 22 soldados neozelandeses pertenecientes al cuerpo de ingenieros observan desde una posición elevada cómo tropas del Comando Unido de Australia y Nueva Zelanda (CUANZ) intentan tomar la cota 60. A media mañana ven una densa nube de forma singular descender hasta cubrir el lecho seco de un río cercano a esa cota. Aparece entonces un batallón inglés, que sube por el lecho del río para ir a apoyar a la CUANZ. Los soldados británicos continúan su marcha, entrando en la nube. Pero no saldrán de ella. Nada más desaparecer el último de los ingleses en su interior, la nube se eleva suavemente para alejarse flotando poco a poco, en dirección contraria a la del viento.

Tres de los soldados neozelandés relatarán este incidente 50 años después, durante una reunión conmemorativa de la CUANZ. Documentos de la época corroboran que un batallón del regimiento Norfolk, el quinto, desapareció en Gallípoli durante un ataque, pero demuestran también que los tres testigos, tal vez por el tiempo transcurrido desde entonces, cometieron bastantes imprecisiones en su narración. Para empezar, ellos hablaban de un regimiento entero, no de un batallón; el hecho tuvo lugar el 12 de agosto, no el 21, y sucedió a 5 km del lugar que pensaban.

Por otro lado, cabe decir que aunque el 5º de Norfolk figura como desaparecido, en 1919 se recuperaron 122 de sus cadáveres, y la ausencia de los otros 145 tal vez se explicaría por un fenómeno de putrefacción acelerada. Todo esto lleva a dudar del testimonio de los tres ingenieros neozelandeses, a quienes pudo haber confundido un efecto óptico, o cuyos recuerdos pudieron verse distorsionados por el paso de los años y la sugestión mutua.

De todas maneras, el batallón de Norfolk no es el único grupo de soldados desparecido misteriosamente a lo largo de la Historia. En 1707, 4000 hombres del archiduque Carlos de Habsburgo desaparecieron sin dejar rastro mientras cruzaban los Pirineos; en 1858, un cuerpo expedicionario francés de 650 zuavos se evaporó camino de Saigón; en diciembre de 1923, 3000 soldados chinos apostados a lo largo de Yang-Tsé se volatilizaron durante la noche. ¿Deserciones masivas o hechos extraños sin explicación natural?

lunes, 26 de marzo de 2012

Nicolas Flamel y la piedra filosofal: La capacidad de transmutar los metales vulgares en oro

La piedra filosofal también llamada elixir rojo” o “tintura de oro”, es una sustancia en forma de polvo, obtenida mediante complejos procesos alquímicos, que permite transmutar cualquier metal en oro. Se le atribuye asimismo la propiedad de curar todas las enfermedades y proporcionar la inmortalidad a quien la ingiera.

La transmutación de los metales era el objetivo principal del arte medieval de la Alquimia, que constituía a la vez una búsqueda experimental y espiritual, motivo por el cual sus tratados están escritos en un lenguaje hermético que resulta ininteligible a los no iniciados. Los procedimientos alquímicos conllevan una carga simbólica que sus practicantes deben comprender antes de ponerlos en práctica.

Se basaban en la creencia de que toda sustancia material está formada por los cuatro elementos (tierra, agua, aire y fuego) y dos principios básicos: azufre y mercurio. El alquimista debía buscar una materia prima y realizar sobre ella cuatro operaciones: licuarla, evaporar el agua superflua, separar los dos principios básicos y después purificarlos. Paradójicamente, para obtener la piedra filosofal, la materia prima de partida era una pequeña cantidad de oro, inversión inicial que llevó a muchos a la ruina.

La época dorada de la Alquimia fue campo abonado para timadores que se presentaban ante sus víctimas como depositarios de los secretos de la piedra filosofal. Realizaban demostraciones prácticas basadas en burdos trucos (como, por ejemplo, recubrir de hierro una barra de oro) y en el poder de sugestión que proporcionaba la creencia generalizada en ciertos antecedentes.

Existían personajes célebres a los cuales se les atribuía más allá de toda duda el logro de la transmutación de los metales en oro: Ramón Llull, Arnaldo de Villanova, Paracelso, Bernardo Trevisano y, sobre todo, Nicolas Flamel, quien además dejó una narración de sus investigaciones titulada Explicación de las figuras jeroglíficas puestas por mí, Nicolas Flamel, escribano, en el cementerio de los Inocentes, en la cuarta arcada.

Flamel era escribano y librero en la ciudad de París. Una noche un ángel se le apareció en sueños y le mostró un libro extraordinario cuyo contenido, sin embargo, no llegó a ver. Años después, en 1357, un hombre entró en su librería y le ofreció un volumen en el cual Flamel reconoció aquel libro de su sueño. Aunque el hombre le pidió la importante suma de dos florines, él no dudó en comprarlo.

Tenía una tapa de cobre bien encuadernada, sus hojas no estaban hechas de papel ni de pergamino, sino de corteza de arbusto, y parecía muy antiguo. En lugar de letras contenía unas figuras extrañas que Flamel no alcanzaba a comprender, y lo firmaba un tal Abraham el Judío.

Durante los años siguientes, con la ayuda de su fiel esposa Perenelle, intentó descifrar el contenido del libro. Sin embargo, a pesar de dedicarle varias horas durante todas las tardes, no realizaba ningún progreso. Frustrado, consultó a los alquimistas más célebres de París, pero estos no supieron proporcionarle pista alguna acerca del significado de aquellos símbolos.

Como en Francia no hallaba respuestas, decidió viajar a la cuna de la Alquimia europea: la Península Ibérica. Mientras peregrinaba a Santiago de Compostela, conoció a un judío converso llamado Canches, quien al ver una copia de varios pasajes del libro le dijo emocionado que aquellos signos estaban relacionados con la Cábala. Deciden entonces regresar juntos a París para profundizar en el estudio de la obra. Antes de llegar, Canches, ya muy enfermo desde tiempo atrás, muere.

No obstante, el español ya había dado a Flamel la clave para descifrar el manuscrito, por lo que este continuó estudiándolo en compañía de su esposa, y pronto ambos comenzaron a realizar experimentos. En 1382 logran convertir mercurio en plata. Unos meses más tarde obtienen la piedra filosofal y el 25 de abril transmutan por fin una cierta cantidad de mercurio en oro puro. A partir de aquí amasan una pequeña fortuna que dedican sobre todo a obras de caridad. Al menos, eso es lo que el propio Flamel cuenta en el escrito que se le atribuye.

Se considera un hecho comprobado que Nicolas Flamel adquirió una gran fortuna en muy poco tiempo, lo cual se convirtió para sus contemporáneos en prueba irrefutable de que poseía el secreto de la transmutación de los metales. Unos años después de su muerte, tanto su tumba como la de su esposa fueron saqueadas para buscar la piedra filosofal y el libro de Abraham el Judío, pero ni una ni otro aparecieron.

Algunos dicen que tampoco se encontraron los restos del matrimonio, ya que ninguno de los dos murió realmente, ni morirán nunca, gracias a las propiedades regeneradoras de la piedra filosofal. La escritora inglesa J. K. Rowling aprovechó esta leyenda para su novela Harry Potter y la piedra filosofal.